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14-11-2009

"Una buena educación depende del diálogo de familia y escuela"

La pedagoga Silvina Gvirtz hizo un recorrido por la historia. Explicó cuándo se rompió y por qué se rompió la relación entre la familia y la escuela y cómo cree que se puede recuperar.

por Albertina Marquestau

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"Si no retomamos el diálogo entre familia y escuela nuestros niños no van a recibir una buena educación", alertó la doctora en Educación Silvina Gvirtz, quien consideró que hoy en la escuela "reinan las culpas mutuas. Los docentes se quejan porque dicen que los padres están ausentes y, los padres se quejan de los docentes". En este marco, la pedagoga propuso que ambas partes se hagan cargo del rol que les toca. Que los docentes "sepan que son representantes del Estado y que tienen que asegurar la educación de los chicos", y que los padres "busquen caminos de diálogo y no de desprestigio hacia el docente". Gvirtz, quien brindó la última charla del ciclo "Escuela y familia: consensos a reconstruir", organizado por el Instituto Idra y la Fundación OSDE, hizo un repaso de la relación entre ambas instituciones para LA CAPITAL.

- La relación entre escuela y familia se da en los orígenes de la educación en el en el siglo XIX. ¿Qué es importante destacar de esa época?

- En un momento el Estado decide que la escuela tenía que ser obligatoria en 1884 y había que convencer a la ciudadanía y a los padres de ello. Así que fue una imposición por parte del Estado. Previo a eso educaba básicamente la familia y la Iglesia, y algunas escuelas municipales que atendían a un porcentaje de la población mínimo. Dentro de ese modelo de obligatoriedad escolar y antes de la Ley 1420 hubo en la provincia de Buenos Aires una ley, en 1875, que fue impulsada por Sarmiento, quien quería otro gobierno de las escuelas, con mucha más participación de la familia. Ese proyecto de participación de la sociedad civil termina de caer y morir en 1890. Lo que sí después sucede es que los padres se dan cuenta del beneficio que trae mandar a sus hijos al colegio y las políticas del Estado fueron tan activas que consiguieron escolarizar rápidamente a gran parte de la población. En 1869 había 73% de analfabetos en el país, en 1914 había bajado a 35%, y en 1930 había 10%. Así que el trabajo del Estado fue realmente productivo y fue muy proactivo en la creación de una educación para todos. Y los padres se sumaron, pero había una valoración muy fuerte de los padres hacia el sistema escolar y un respeto y alianza entre familia y escuela para que el chico estudie. Y era muy extraño que un padre o un alumno criticara a un maestro.

- ¿Qué época se toma como parámetro de rotura de la alianza entre familia y escuela?

- Creo que se empieza a romper a mediados del siglo XX. Esto porque tenemos una sociedad que cambia radicalmente en 1950 porque por un lado la mujer entra al mercado de trabajo, y por otro lado se empiezan a crear las sociedades del conocimiento, y la escuela sigue manteniendo una cultura más cercana a fines del siglo XIX. Entonces sigue exigiendo más presencia de la madre que no está porque ella se encuentra en el mercado de trabajo. Además la sociedad le empieza a demandar a la escuela que modernice sus contenidos de enseñanza y lo que empieza a notarse es que la escuela no tiene contenidos de enseñanza socialmente significativos porque sigue enseñando de memoria y en un modo enciclopédico. Entonces ahí la alianza se empieza a resquebrajar. Ahí hay un sector de padres -clase media y media alta-, que se va a la escuela privada. ¿Por qué hace esa migración? porque cuando no encuentran respuesta en la escuela pública, empiezan a crear otras estructuras paralelas que sienten que les dan mejores respuestas. Ahí es donde empieza, en 1960, el proceso de lo que se llama la privatización de la educación.

Pagar dos veces

- Ya no importa pagar por la educación....

- Sí, y no importa pagar por lo que ya se paga, porque alguien que manda a su hijo a la escuela privada paga dos veces. Primero los impuestos y luego la escuela privada. Así que la escuela debe haber funcionado muy mal para que se produzca esta migración. En este marco es como empiezan a generarse otro tipo de relaciones en la escuela privada con los padres. Por otro lado la escuela, respecto de las clases bajas que no pueden migrar, empieza a convertirse en expulsora de los padres. En vez de retenerlos, se empieza a considerar muy fuertemente lo que se llama el saber erudito y entonces los padres se comienzan a alejar. Estas crisis con diferentes modos de sintomatización se van agudizando pero se sostienen hasta el día de hoy.

- A esto se lo suma también un momento crítico de la Argentina en el 2001, cuando la escuela se ocupa más de lo social que de lo pedagógico...

- Sí, pero vale recordar que en realidad originalmente la escuela tenía asignada esa tarea de dar la copa de leche, ya que la escuela se pensaba como un lugar de atención integral de la niñez, obviamente privilegiando la transmisión de conocimientos. Después las políticas de atención a la niñez desaparecen con la dictadura, donde por ejemplo se saca a los médicos que iban a visitar a los chicos a la escuela y les hacían la libreta sanitaria. Se dan una serie de políticas que desaparecen en este período y que habría que volver a instalar para poder garantizar que se cumplan los derechos del niño.

- No se ha logrado recuperar la relación escuela-familia. ¿Hay alguna fórmula para eso?

- Hay dos realidad diferentes para diagnosticar y dos temas para mejorar: uno al nivel de la macropolítica y otro de la micropolítica. En cuanto a las dos realidades nosotros tenemos un tipo de crisis en el sector privado entre padres y escuela, diferente a la crisis en los sectores más carenciados. En los sectores medios y altos lo que aparece muy fuerte es un desprestigio del maestro por parte de las familias, una desvalorización de la escuela por parte de los sectores medios y altos, y entonces la crisis tiende a mostrar al docente como alguien que no tiene poder ni dinero o que no sabe lo que debería y es muy fuerte. Esto no involucra a todos los padres, pero es una crisis que se vive y es complicada porque lo que hace es desvalorizar el rol del docente en la sociedad, cosa que el maestro percibe y reacciona. Pero además los chicos también lo perciben, entonces se complican las tareas de enseñanza-aprendizaje. Después está la otra realidad de los chicos de clase baja cuyos padres desean fuertemente que a sus hijos les vaya bien en el colegio, que no saben cómo ayudarlos y que a veces no pueden hacerlo, entonces es el docente el que desvaloriza a la familia porque no sabe o no quiere que esté mucho dentro de la escuela. Tenemos que tener en claro que debemos recuperar el diálogo ya que no va a haber otro modo de que nuestros niños reciban una buena educación sino retomamos el diálogo entre familia y escuela. Hoy estamos asistiendo a las culpas mutuas. Los docentes se quejan porque dicen que los padres están ausentes y es verdad que sucede, pero en la mayoría de los casos es porque no pueden. Sin embargo, la escuela tiene que garantizar los derechos a la educación del niño tenga o no padres presentes. Esto porque sino vamos a tener un tipo de educación para los niños con padres presentes y otro para los de padres ausentes, entonces generamos más injusticia porque los primeros ya vienen con un capital cultural y social mayor. Los que no los tienen presentes no van a poder gozar de las mismas oportunidades que los otros niños. Y en el caso de las escuelas estatales esto implica consecuencias que hay que asumir. Una de ellas es que el docente es un funcionario del Estado y como representante tiene que ver cómo hacerse cargo cuando no hay un padre presente. Por otro lado esto lo tiene que asumir el Estado porque sino lo acompaña al docente, éste no puede hacer milagros.

Retomar el diálogo

- ¿Cómo se retoma el diálogo?

- Por un lado necesitamos buena voluntad de las partes: docentes que reflexionen y quieran hablar con los padres. Y padres que tengan la voluntad de hablar con los docentes. Segundo, ver los modos en cómo se puede implementar. Y tercero, contar con un apoyo central del Estado para que pueda garantizar los medios necesarios y suficientes.

- Los docentes para esto también necesitan herramientas, porque se habla mucho de contenidos pero no se tienen en cuenta estos temas...

- Exactamente. A mí me parece que en la formación docente tiene que haber una materia que por ejemplo puede ser gestión educativa, donde se les enseñe a los estudiantes a comportarse frente a los padres, qué hacer si un padre llega nervioso a la escuela. Inmediatamente si sucede esto hay que citar a la autoridad del colegio para poder actuar en conjunto con el maestro, más allá de que con el problema tenga razón uno u otro. El director debe apoyar al maestro, invitar al padre a retirarse y que regrese cuando esté más tranquilo. Y hay modos que están tipificados y libros que se escriben sobre cómo relacionarse, entablar un diálogo, resolver conflictos, negociación, que son muy adecuados para la formación. Pero todo esto no se lee, entonces los docentes llegan muy desarmados a enfrentar situaciones muy complicadas. Entonces me parece que el Estado tiene que garantizar que en la formación docente además de tener un buen bagaje teórico y disciplinar, cuenten con bagaje práctico para poder relacionarse con los otros. Por otra parte el Estado tiene que crear mecanismos para que los padres puedan tener participaciones más interesantes en la escuela. Porque por ejemplo en Argentina los padres tienen la cooperadora, pero no participan en decisiones pedagógicas. Entonces la relación es que el padre pinta el aula y la escuela educa. Y se generan situaciones muy disruptivas. Porque además la escuela educa como le parece. Entonces por ejemplo, los maestros deben informar a los padres los métodos de enseñanza para que los papás puedan acompañar. Y otro tema que también tiene que hacer la escuela es no depender de la comunicación cara a cara como la única vía. Hoy con internet, con el teléfono y con los cuadernos de comunicación hay muchos de modos de comunicación que no exigen que el padre esté en la escuela. Otro tema en el que se puede colaborar es la agenda de fiestas del año y clases abiertas que se pueden informar a principio del ciclo lectivo para que el padre se pueda organizar. Por parte de los padres creo que tienen que entender que el maestro es el amigo de su familia e hijo, que no es enemigo, que saben mucho y que si consideran que no sabe algo, tienen la oportunidad de ir a hablar en forma privada, pero no desprestigiarlo públicamente. Pero deben tener en cuenta que lo que quieren los maestros es que los chicos aprendan bien.

- Y en el medio está el alumno que hoy está desmotivado... al menos eso se observa con la cantidad de materias que se llevan...

- Ahí creo que hay que hacer una distinción entre lo que es escuela primaria y escuela media. En media se necesita una reforma general del sistema que ahora se están proponiendo, pero sino se hace en forma seria, los chicos hoy siguen aprendiendo contenidos del siglo XIX. Y cuando dicen que no aprenden nada en la escuela a veces, no siempre, tienen un poco de razón. Porque hay profesores que enseñan de memoria, enciclopédicamente. Y en el secundario creo que hay que sumarlo al chico como interlocutor, porque ya no es más un niño. Hay que darles participación en los consejos de convivencia, en poder ser escuchados en áreas en las que tengan especial interés, y en un montón de cuestiones que los adultos hablan entre sí pero dejan al menor afuera, como si fuese incapaz.