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20-12-2009

El caldén, típico árbol argentino

Este árbol es único en su tipo y tan autóctono que en ningún lugar del mundo se encuentra, que no sea Argentina.

por Mario Alfredo Galetti y Carlos Alberto Esparrach (*)

Especial para LA CAPITAL

El nombre científico de este árbol es Prosopis caldenia, es una leguminosa del mismo género al que pertenecen los algarrobos, con cuales tiene mucha semejanza en su aspecto exterior, que hacen difícil su identificación a simple vista en la época del año que carecen de follaje.

Las semillas son porotitos duros y de sabor amargo no aptos para alimentación humana, aunque el ganado y la fauna silvestre los aprovechan.

Los frutos maduran en diciembre -enero y las vainas caen al suelo, siendo muy apetecidas por la hacienda de la región, que las ingiere. Además cabe mencionar que esas chauchas dulces los mapuches las utilizaban para hacer ?chicha?. En lengua mapuche el caldén fue identificado como ?huitrú?.

Es el árbol que simboliza a la provincia de La Pampa, por contar dentro de ella la mayor superficie. Se lo encuentra dentro de la provincia de Buenos Aires en los partidos de Villarino y Patagones.

Factores que amenazan los caldenares

Todos los años, más de 2.500 hectáreas de bosques de caldén se talan para dar paso al ganado y al cultivo extensivo, y unas 300.000 hectáreas son afectadas por los incendios. A fines del siglo XIX, los bosques se extendían desde el sudoeste de Buenos Aires, sur de Córdoba y San Luis, gran parte del territorio pampeano, noreste de Río Negro y hasta el sureste de Mendoza. Hoy, quien viaja por estas provincias argentinas, apenas si sabe que muchas de estas llanuras verdes y planas que inundan todo, antes eran kilómetros y kilómetros de bosques de caldén, donde además habitaban especies de todo tipo y color, es decir con una gran biodiversidad.

A principios del siglo XX, era el combustible para las panaderías y las calderas de las locomotoras, cuando el carbón inglés escaseó durante la Primera Guerra Mundial.

Según la revista ?Caras y Caretas? de 1906, 140 vagones cargados de leña de caldén (1.400.000 kilogramos) partían todas las semanas desde Toay, Santa Rosa, Rancul y otras localidades de La Pampa. Primero para leña, después para pisos y muebles, y por último, desmontar para extender la frontera agrícola. Durante varios años en la ciudad de Buenos Aires se pavimentaban calles y avenidas importantes con tarugos o adoquines de madera de 6 x 10 x 14 cm hechos de algarrobo o caldén. Actualmente, se lo utiliza para pisos, muebles y construcción al aire libre.

El tiempo de instalación luego de aprovechar este tipo de bosque mediante un plan dasocrático con criterio sustentable, es de unos 250 años y el aspecto final es una sabana.

El caldén además de producir bienes, aporta nutrientes, protege el suelo y controla la erosión eólica e hídrica. Hoy podemos ver voladuras de suelos agrícolas donde antes existían caldenares.

De esta manera continuaremos destacando las múltiples facetas que conforman al árbol, verdadero rey de los vegetales, para que a medida que comprendamos y valoremos su importancia le demos el lugar que sin duda y en justicia le corresponde: el más bello adorno de nuestro planeta y uno de los elementos más útiles para el hombre.

(*). Ingenieros forestal y agrónomo, respectivamente.