CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
15-12-2013

Mar del Plata intenta equilibrar la oferta y la demanda de agua para asegurar su futuro

Con una amplia batería de medidas OSSE intenta establecer un equilibrio más razonable entre la extracción y el uso de agua potable. Incrementar la producción y reducir los altos niveles de consumo constituyen desafíos claves para evitar que el sistema entre en crisis y asegurar un crecimiento sustentable de Mar del Plata.

por Gabriel Coronello Aldao

Cuando hace poco más de un año los estudios realizados en el marco de la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) establecieron que Mar del Plata debía encarar con urgencia una mejora sustancial en su servicio de agua potable, para muchos este resultado surgió como algo sorprendente. Es que en una ciudad en la que el 93% de la población está conectada a la red, se cuenta con un recurso de altísima calidad y existe una empresa pública modelo, sólo unos pocos eran capaces de percibir de antemano cuál era el talón de Aquiles del sistema.

Lo que los expertos del BID y los funcionarios del municipio y de Obras Sanitarias pudieron determinar con claridad fue que, a pesar de tener grandes méritos, el servicio podría sufrir una fuerte crisis en el corto plazo si no se adoptan una serie de medidas para mejorar sustancialmente tanto las prestaciones como los niveles de consumo.

De momento, los mayores inconvenientes suelen quedar expuestos durante unos 20 días al año, cada vez que la oferta de Obras Sanitarias se ve ampliamente superada por la altísima demanda que se registra en la temporada de verano, cuando aumentan las temperaturas y la ciudad prácticamente duplica su población.

En esos momentos la producción pasa de unos 340 mil metros cúbicos diarios a unos 410 mil.

Así y todo este esfuerzo suele ser insuficiente para atender la demanda de una ciudad en la cual los niveles de consumo son exorbitantes: según los cálculos de OSSE, se utilizan unos 400 litros por habitante por día si se tiene en cuenta sólo a la población estable del partido. Si en cambio en la cuenta se contempla el impacto de la afluencia turística, la cifra desciende a 295 litros diarios, lo que igualmente representa un número altísimo teniendo en cuenta que la cantidad aconsejable es de unos 200 litros.

Un problema que ya se perfilaba

Lo que los estudios realizados junto al BID permitieron reconocer con precisión, fue que si no se aplican correcciones a tiempo, lo que sólo ocurre durante algunos días del verano, podría comenzar a suceder durante todo el año en un futuro no muy lejano. ?A quienes trabajamos constantemente con el agua no nos causó sorpresa comprobar que Mar del Plata tiene que mejorar en este tema, pero sí es cierto que para muchas personas el hecho de que el BID haya puesto una luz roja en este asunto fue toda una novedad?, reconoció el presidente del directorio de OSSE, el ingeniero Mario Dell?Olio.

El funcionario le explicó a LA CAPITAL que mucho antes de que la ciudad ingresara en la Iniciativa para establecer cuáles eran sus principales desafíos, dentro de la empresa ya se había empezado a tener dimensión del problema. ?Cuando nos planteamos como un eje de trabajo incrementar los niveles de extracción para atender la demanda adicional del verano empezamos a darnos cuenta de las serias limitaciones que existen en Mar del Plata para aumentar la oferta?, comentó. Es que sin grandes reservas de agua dulce en sus inmediaciones, la única fuente de la que dispone la ciudad son sus napas subterráneas, a las que se accede a través de unos 300 pozos que prácticamente trabajan a pleno.

Parte del problema radica en que incrementar la cantidad de perforaciones no es una tarea sencilla ni barata. No toda el agua subterránea disponible es apta para consumo y no en toda la geografía del partido es posible acceder a ella a costos razonables.

Teniendo en cuenta estos condicionamientos por un lado y los altos niveles de consumo y derroche existentes por el otro, el Plan de Acción del BID no hizo más que advertir que si la ciudad no corrige pronto este desfasaje, el futuro de los marplatenses se podría ver seriamente comprometido.

Sin una solución rápida y eficaz, no sólo habría problemas para atender la demanda domiciliaria. También la economía local se vería seriamente resentida debido a que son varias las actividades productivas, como el agro, la pesca o la elaboración de alimentos y bebidas, para las que el agua constituye un insumo esencial.

En este marco, la buena noticia es que de un año a esta parte, Obras Sanitarias intensificó el desarrollo e implementación de proyectos para tratar de equilibrar la oferta y la demanda del recurso.

Mejorar la extracción

Existen numerosas medidas que ya fueron puestas en marcha y otras tantas que ya fueron diseñadas para tratar de que las cosas se corrijan en el mediano plazo. Un aspecto central a resolver consiste en garantizar mayores niveles de extracción para dar respuesta al aumento del consumo que tendrá lugar en el futuro a causa del crecimiento demográfico. Pero para avanzar con ello, Obras Sanitarias requería saber primero con exactitud cuáles son las zonas más aptas para realizar nuevas perforaciones. Según explicó Dell'Olio, estos estudios ya fueron puestos en marcha, arrojando algunos resultados.

Por ejemplo se pudo detectar la existencia de lugares adecuados para generar nuevos pozos que garanticen el abastecimiento en distintos sectores de la ciudad por un plazo de entre 20 y 30 años. Así, por ejemplo, se llegó a la conclusión de que sería necesario construir al menos dos nuevos acueductos, uno en el noroeste y otro en el límite sur del partido.

En este aspecto, y gracias a las investigaciones realizadas en los últimos meses, el camino a seguir es claro. Pero todavía resta resolver el financiamiento de estas enormes obras, que según los cálculos iniciales, tendrían un costo varias veces millonario. Por ejemplo, los últimos datos disponibles indican que la construcción del acueducto oeste -con 75 pozos ubicados junto a la Ruta 226 que podrían aportar 177 metros cúbicos diarios- requeriría de una inversión inicial de 180 millones de pesos.

El cambio climático

Los mismos estudios que posibilitaron definir la necesidad de encarar esta obra también permitieron reconocer cuáles de los pozos actualmente existentes podrían ampliar su potencial -incrementando su profundidad- y cuáles otros, por distintas razones, tendrían que ser desactivados. ?Una de las principales causas por las que en el futuro tendremos que dejar de utilizar ciertas perforaciones se relaciona con la salinización del acuífero por la intrusión de agua salada?, explicó Dell'Olio. El hecho de que parte de los estudios del BID hayan evaluado cuál será el efecto del cambio climático en la ciudad, permitió predecir que para 2030 el nivel del mar crecería 30 centímetros, lo que provocaría que por la salinización, varios pozos cercanos a la costa ya no puedan seguir proveyendo agua apta para el consumo humano.

Para ese entonces -para cuando los expertos consideran que Mar del Plata tendrá también unos 200 mil habitantes más que ahora- la ciudad tendría que haber logrado además un avance decisivo para ajustar una demanda excesiva e insostenible.

Dell?Olio reconoció que en este aspecto, gran parte del esfuerzo le cabe -además de a la gente- a la propia empresa. Es que de los 400 litros diarios de consumo atribuidos a cada habitante, en realidad, buena parte del recurso (se estima que un 30%) se derrocha por la obsolescencia y desperfectos en el propio sistema de distribución. ?Por eso pusimos en marcha en proyecto Pérdida Cero?, comentó el funcionario, precisando que este plan contempla el recambio de cañerías y válvulas viejas o dañadas que ya cumplieron con su vida útil.

Estos trabajos ya fueron puestos en marcha en distintas zonas de la ciudad, como en Santa Cecilia y Stella Maris, donde además fueron instalados sistemas de marcomedición.

Estos dispositivos permitirán determinar en esas zonas cuánta agua se desperdiciaba por culpa de la empresa y comenzar a saber con exactitud cuál es nivel de demanda de cada barrio.

Con esta información en mano, y habiendo resuelto su cuota de responsabilidad, podrá verificar lo que sucede en cada domicilio. ?Se calcula que entre el 7% y el 10% del agua que se desperdicia se pierde en las viviendas, por eso más adelante vamos a tener que iniciar inspecciones para saber en qué condiciones se encuentran las instalaciones y artefactos de cada usuario para así poder aconsejar mejoras?, comentó Dell?Olio.

Hacia la medición

Para lograr que haya una significativa reducción en los niveles de consumo, la empresa ya comenzó a implementar una serie de medidas que forman parte de una secuencia que, dentro de algunos años, concluiría con implementación de un sistema de facturación medido en los domicilios.

De momento, este tipo de tarifa sólo se aplica en el comercio y la industria debido al fracaso del intento realizado por OSSE, hace casi 20 años, de implementarla también en las viviendas.

Para no repetir los mismos errores, la empresa está allanando el camino de a poco, aplicando ciertas disposiciones de premios y castigos. Por ejemplo, hace dos años se puso en vigencia un recargo que ya se aplica sobre los propietarios de unas 4 mil piletas de natación. De manera simultánea, se sancionó una ordenanza que obliga a que las nuevas construcciones dispongan de artefactos sanitarios que garanticen el ahorro de agua, tales como mochilas de inodoros que permitan la interrupción de la descarga y dispongan de reductores de caudal.

Para el año que viene, la empresa se propuso dos nuevos desafíos. Uno de ellos consiste en la instalación de unos mil medidores de prueba en diferentes viviendas para comenzar a tomar registros y realizar cálculos que permitan estimar cuál sería el impacto que tendría comenzar a facturar el agua en función de los consumos.

La otra novedad consiste en la implementación de una bonificación de 15% en la tarifa para los habitantes de edificios que ya disponen de medidores y en los que se verifique una reducción interanual de los consumos.

Con medidas de este tipo, la empresa pretende instalar de a poco el concepto de que quienes más consumen son los que más deben pagar por el agua en una ciudad en la cual no existe una cultura del ahorro.