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28-07-2014

El enigmático caso del empresario-hincha asesinado

En la primera quincena de enero un asesinato conmocionó a la ciudad. Fue el de Leandro Ramiro Fini (45) un empresario del transporte vinculado a Mauro Martín, ex jefe de la barrabrava de Boca Juniors. Alguien lo mató en su casa del barrio Alfar, en la habitación contigua donde su esposa era maniatada. Aunque hubo faltantes, los investigadores descartaron el móvil del robo. El mensje mafioso en la

Por Fernando del Rio

[email protected]

@ferdelrio22

El número 12 siempre sobrevoló la vida de Leandro Ramiro Fini. En ocasiones como un cuervo; en otras, como un halcón. Pero siempre estuvo allí. Tan omnipresente que fue un 12 el día en el que nació. Y que no haya muerto un 12 ?en verdad, sucedió un 13- acaso se le puede atribuir a que su asesino no estaba atento a estas sutilezas aunque sí a otras: antes de iniciar su faena final se vio en la necesidad de quedarse con el número 12 de oro que coronaba el anillo de Fini. Ese número seguía a la palabra ?Jugador? e identificaba a Fini como integrante, perpetuo, de la barra brava de Boca Juniors. La ?Nº12?.

Leandro Ramiro Fini (45) pasó a ser un número más en la estadística de los crímenes en Mar del Plata cuando su cuello fue cercenado casi hasta la decapitación en el caluroso mediodía del 13 de enero de 2014. Lo asesinaron en una de las habitaciones de la casa del barrio Alfar a la que había llegado poco antes junto a su esposa Marisa Plut (41) y aunque faltaron algunos valores, los investigadores supieron desde un primer momento que no se había tratado de un asalto. Su mujer, maniatada en un cuarto contiguo, dijo poco y nada cuando los investigadores la consultaron.

A casi siete meses del homicidio el caso no avanza en su esclarecimiento, tal vez amañado por el pacto de silencio y la aceptación de códigos mafiosos para arreglar cuentas. O por haber sido apenas un robo contra dos turistas porteños, víctimas ?uno de ellos- de la violencia inaudita de ladrones al boleo que evitaron ser vistos por testigos y dejar una sola huella en medio de un desastre de sangre coagulada.

?Nunca presencié algo así en mi carrera dentro del poder judicial? había dicho Andrea Gómez, la fiscal que investiga el crimen, en referencia a las lesiones que le causaron la muerte a Fini. Saña, inclemencia y determinación en las manos de los asesinos fue lo que surgió de la labor pericial lo que llevó a la fiscal a no descartar la venganza como móvil exclusivo. Fini era, por su operatividad, uno de los hombres más vinculados de la barra brava de Boca Juniors.

Pero si la investigación hasta ahora no ha podido evacuar las más elementales dudas se debe al silencio de familiares y amigos de Fini. Incluso de su propia esposa, la principal testigo del homicidio, quien a la hora de dar información no se mostró tan voluntariosa como cuando se ofreció a hacerlo. ¿Miedo? ¿Angustia? ¿Pactos? Para la Justicia es un gran misterio la escasa colaboración el círculo cercano a Fini, y sin ella las chances de que su asesinato sea un crimen perfecto son totales.

Relaciones personales

Fini estaba casado desde hacía 23 años con Plut, a quien conoció en la zona en la que ambos crecieron: Tigre. Esa pareja funcionó a la perfección en términos de familia, ya que Fini y Plut tuvieron seis hijos. El primero de ellos nació en los meses cercanos al casamiento y el último, una niña, hace 10 años.

Una familia tan numerosa que anhele vivir a cierto nivel requiere de ingresos elevados circunstancia que para Fini no era un problema. Le iba muy bien comercialmente gracias a la empresa de transporte de materiales de construcción iniciada por su padre décadas atrás en Tigre y esa tranquilidad le permitía mantenerse cerca de su verdadera pasión: Boca Juniors. Tal como lo había hecho desde chico, Fini concurría a la cancha de una manera diferente a la cual lo hace la mayoría de los hinchas xeneizes. Es decir, con cercanía íntima a la ?Nº12?.

En 2004 la familia Fini se mudó hasta el distinguido barrio de Santa María de Tigre, en Pilar, donde una casa poco cotizada tiene un valor de 400 mil dólares. Allí fueron los Fini por la bonanza económica que les reportó el transporte de arena, ladrillos y piedra. Algunos dicen que fue por seguridad frente a las actividades que Fini desplegaba y que incluso le habían valido una imputación por asociación ilícita en la Unidad Fiscal N° 7 de San Martín. Pero eso nunca se comprobó.

De lo que nadie dudaba era del crecimiento de la empresa de Fini. La flota de camiones se capitalizó a sí misma y tuvo una notable solidez hasta el año 2007, cuando su amigo Mauro Martín se quedó con el liderazgo de la barra brava de Boca Juniors. Martín controlaba los negocios de la hinchada (ver aparte) y los investigadores no descartan que Fini tuviera alguna relación en el manejo de esos dineros.

La amistad entre Fini y Martín se mantuvo hasta el 12 de enero de 2014. No fue más allá porque a Fini lo asesinaron al día siguiente en Mar del Plata. Precisamente el domingo 12, en Devoto, ambos amigos se vieron para coordinar cuestiones de la barra. Y aclarar lo que fuera necesario de cara a los partidos de Boca en el verano de Mar del Plata.

Fini no fue un amigo abandónico, de esos que se van en las malas. Habrá tenido sus sentimientos de amistad genuinos o se habrá visto obligado por alguna situación previa. Lo cierto es que siguió junto a Martín al punto de ser él quien pagaba los honorarios del abogado Fernando Burlando, para Fini simplemente ?Burla?. Incluso se cree que lo hacía con recursos propios, en devolución a favores previos o, tal vez, solo por amistad.

La pista del asesinato motivado en las disputas dentro de la hinchada de Boca es la más fuerte. El 3 de enero un diálogo entre Fini y alguien agendado en su teléfono como Johny Boca pone en manifiesto un trasfondo conflictivo, pero también cierta distensión.

JB: pregunta rafa si pueden hacer asado en tu casa antes de ir a la cancha en mdq?

RF: que lo arregle con Gaby jaaaa

JB: ja ja ja ja ja

JB: se vienen dias jodidos parece

RF: que rumor se corre.

Rafa es Rafael Di Zeo y Gaby es Gabriel Martín, hermano de Mauro. La charla no pudo ser recuperada por completo.

Para la fiscal Gómez se hizo imposible avanzar en el entramado de relaciones de Fini, en particular con la barra brava, pese a que tuvo intenciones de entrevistarse en Devoto con Martín para conocer algo más.

Sin embargo, está claro que a Fini lo asesinaron personas que lo conocían o que fueron enviadas por conocidos. A nadie, como aseguran los forenses, degüellan de la manera que lo hicieron si no está detrás la pretensión de dejar un mensaje.

El crimen

Fini salía de Devoto el domingo a la tarde. Acababa de visitar a Mauro Martín y ya había acordado con su esposa que se irían a Mar del Plata con un claro objetivo: arreglar la pareja que se estaba deteriorando. Fini y Plut estaban peleados (ver ?Premonitorio?) por eso volvieron a Mar del Plata ?ya habían estado unos días antes- para reconciliarse en ?La casa de Tete?, la vivienda ubicada en Racedo al 5500 del barrio Alfar.

Llegaron a Mar del Plata por la noche, de modo que decidieron un plan romántico: fueron a alojarse al hotel Costa Galana y de allí a cenar al restaurante Tiziano, de San Lorenzo casi Güemes. Antes de concluir la noche del domingo pasaron por Sobremonte donde se dirigieron al VIP y bebieron champagne.

Al día siguiente, tras desayunar, Fini manejó su BMW por la calle Güemes para buscar una casa de telefonía porque se había olvidado el cargador de su Iphone. En los lugares que pararon no tenían ese accesorio por lo que, finalmente, decidieron ir hasta la casa del Alfar, donde debían realizar el pago al jardinero pero también a un vecino arquitecto por algunas reformas. Por esos eventuales pagos es que Fini y Plut llevaban un maletín con algo más de 25 mil pesos.

Tras llegar a la casa estacionaron el BMW sobre el parque y esperaron a personal de Direct TV, con cuyo servicio técnico habían coordinado una visita para realizar una reconexión. Pero los primeros visitantes no fueron precisamente los operarios de la compañía de televisión satelital. Tal vez eran ya las 12.30 cuando los asesinos de Fini pudieron ingresar a la finca. Luego algunos testigos hablarían de una Volkswagen Suran color azul, con patente comenzada en M, merodeando la vivienda.

Es en ese pasaje que toda la historia se oscurece, a pesar de tener una testigo directa como es Plut. La mujer aseguró en su declaración que tras entrar a la casa y esperar a la gente de Direct Tv se dirigió a una de las habitaciones. Su marido estaba en otra, la cual está emplazada en un lugar de la vivienda cercano. Plut ordenaba su cartera en el cuarto del ?fondo? y Fini premanecía en el del ?frente?. Solo los separaba una pared lateral.

Esta proximidad permitió a Plut escuchar que su marido le decía a alguien ?quédense tranquilos muchachos? lo que la intranquilizó, de manera que decidió salir del cuarto para averiguar lo que estaba sucediendo pero no lo consiguió porque surgió un hombre que a cara descubierta la amenazó con un arma de fuego. ?Dónde esta lo de valor, dónde está?. Plut, relata en su testimonio a los investigadores, que se quitó y entregó al delincuente los anillos de su mano, un reloj, unas cadenas y una gargantilla que llevaba. Después le vendaron los ojos y la ataron de pies y manos.

A la policía le llamó la atención que mientras mataban a su marido con una crueldad inusual, Plut no escuchó gritos pero sí aquella frase: ?quédense tranquilos muchachos?.

Porque a Fini le dieron una muerte que estremece al ser reconstruida por los forenses. Lo mataron de varias puñaladas. La primera ingresó en el muslo izquierdo. Probablemente alguien lo sostenía por detrás y el asesino aprovechaba esa incapacidad de defensa para atacar. Esa primera puñalada dio en el muslo porque Fini hizo un movimiento de resistencia, vano al fin, ya que después llegaron las puñaladas en el torax y el degüello. Doble degüello, de izquierda a derecha. Casi hasta la decapitación. ?Este tipo de lesiones no suelen hallarse en casos de robo? sentenciaron los forenses. De la casa los asesinos se llevaron el maletín con los 20 mil pesos, además de los anillos y cadenas de Fini y de su esposa, faltantes que bien podrían acreditar el móvil del robo. Sin embargo, la naturaleza del crimen lo descarta. Hoy solo la familia de Fini se niega a reconocer que las razones fueron otras.

A los asesinos nadie los vio escapar y recién 20 minutos después el jardinero, al que Fini le debìa unos pocos pesos, pasó por allí. Al ver el BMW fue hasta la casa, pero nadie lo atendió. Entonces escuchó gritos de Plut pidiendo auxilio. El jardinero se fue hasta la casa ubicada cruzando la calle Racedo y le dijo a la empleada doméstica que llamara a la policía. La empleada luego se dirigió hasta la casa junto al jardinero y tras entrar por una puerta lateral asistieron a Plut, quien les pidió que ubicaran a su esposo en la otra habitación. Entonces lo hallaron en el piso, cubierto con el colchón de la cama y en medio de un gigantesco charco de sangre. Sin vida, por supuesto.

Como un irónico detalle, Fini vestía pantalón azul y chomba amarilla, sus colores del corazón. Ambas prendas estaban teñidas de un púrpura sanguinoliento y ennegrecido cada segundo más y más.

La escena del crimen fue minuciosamente revisada por los peritos y los elementos que hallaron fueron los que sembraron dudas sobre el móvil. En uno de los bolsillos del pantalón de Fini estaba su teléfono Iphone Apple, con un valor de reventa de 5.000 pesos. Los que aún abonan la idea de un robo no pueden explicar por qué despojaron a Fini de sus anillos y cadenas pero no del teléfono.

En la cocina un teléfono Nextel,que Fini usaba de forma laboral, estaba destrozado y mojado dentro de la pileta. Junto al aparato había una tijera pero sin manchas de sangre. El arma que usó el asesino era una cuchilla con filo en un solo lado.

El crimen de Fini sacudió la primera semana de veraneo en la ciudad. Pero las predicciones de más derramamiento de sangre entre la hinchada de Boca nunca se produjo. El equipo jugó contra Estudiantes de La Plata dos días después y frente a River Plate, el 18. A Fini nadie lo recordó.

Pasado más de medio año la investigación parece haber llegado a su límite. Desde la familia no hubo más que unos pocos contactos para interesarse en la situación y los indicios y pruebas reunidos no conducen a ningún sitio.