CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
29-08-2014

"Teníamos que hacer algo para paliar lo que el Estado no estaba resolviendo"

La institución, nacida de una necesidad urgente de contención a los soldados recién vueltos de la guerra de Malvinas, cumple 30 años. De brindarse contención y luchar por sus derechos cuando nadie los escuchaba, pasaron a gestionar una entidad que presta servicios a toda la comunidad.

por Claudia Roldós

@clauroldosmdp

Autoridades nacionales negociaban intensamente en el marco del conflicto con Chile por el canal de Beagle, había ajuste salarial, se acercaba el dictamen de prisión para Jorge Rafael Videla, nacía la primera "bebé de probeta" argentina y Soda Estéreo preparaba su primer disco. En Mar del Plata, marineros nucleados en el SOMU resolvían un paro. La democracia daba sus primeros e inestables pasos dejando atrás la guerra de Malvinas y sus terribles consecuencias para quienes la vivieron en carne propia.

En ese contexto, un grupo de padres de combatientes caídos y de ex soldados de Malvinas, sufriendo la indiferencia de la sociedad y del Estado, padeciendo las primeras problemáticas y percibiendo las que seguirían surgiendo, sintieron la necesidad de nuclearse, organizarse, para brindarse contención y sumar fuerzas a la hora de pedir por sus derechos.

Así surge el Centro de Ex Soldados Combatientes en Malvinas de Mar del Plata, institución pionera en el país, que tuvo su reunión fundacional el 29 de julio de 1984 y fue ratificada "en los papeles" durante el mes de setiembre de ese año.

Ahora el centro está transitando su trigésimo año de funcionamiento ininterrumpido. La historia muestra un camino largo y lleno de sinsabores, pero también plagado de logros. De esos logros que valen oro porque costaron, se hicieron esperar, pero llegaron.

Pasar hoy por Misiones 3172 es una "foto" de esos logros. De juntarse en casas de familiares, en algún bar o en el negocio del papá de un compañero, de recibir amenazas y de ser investigados por el Servicio de Inteligencia nacional, de golpear puertas que no se abrían, pasaron a tener, hoy, una sede de puertas abiertas, en la que el deporte, la inclusión, la solidaridad, el respeto y la memoria son los objetivos principales.

La estructura es fundamental pero la esencia del Centro de Ex Soldados Combatientes de Malvinas, fue, es y seguirá siendo el grupo humano. "Sabemos que más allá del edificio, el centro somos nosotros, los ex combatientes", asegura parte del grupo que le da vida a la institución.

Algunos estuvieron desde esas primeras reuniones llenas de preguntas, angustias, frustraciones y esperanzas. Otros se fueron sumando más tarde. Todos coinciden en que no fue la vida, sino la guerra y sus consecuencias, lo que los unió.

Más allá de sus diferencias, sus gustos dispares, los ámbitos diversos en los que se mueven, esa historia común los une. Y saben que, en última instancia, entre ellos se entienden como nadie más puede hacerlo.

Pero no se encierran. Al contrario, se abren, y lo que comenzó como una tarea con el objetivo de "malvinizar" fue creciendo, y hoy en la sede se ofrecen numerosos servicios, se realizan variadas actividades, se respira vida.

El actual presidente de la institución, Gustavo Schroeder, junto a Alejandro Díaz -que asumió la primera conducción del grupo- y los integrantes Miguel Ressia, Eduardo Niella, José Lambertini, Mariano Garbini, Fernando Alvarez y Carlos Seip, hicieron un repaso por la historia del grupo, destacaron la labor de todos sus compañeros -especialmente las gestiones de Darío Gleriano y José Lambertini- y se mostraron orgullosos de los logros institucionales.

"Fue el padre de uno de los soldados caídos, José Gurrieri, quien nos animó a juntarnos". Fue durante las reuniones de la comisión Pro Monumento a los Caídos de Malvinas. "Con su ayuda hicimos el llamado a la primera reunión de lo que terminó siendo el centro. Don José era ex combatiente italiano, había estado en la segunda guerra mundial, llegó a la Argentina escapando de la guerra y su hijo cayó en combate y murió en Malvinas. El veía nuestra situación y nos decía que en cualquier guerra todos los que participaron del conflicto son tratados como héroes, tanto los que mueren como los que vuelven. Pero que con nosotros había una indiferencia muy grande. Por eso nos guió y nos impulsó. Nosotros éramos muy chicos, habíamos vuelto con 18, 19 años de la guerra y en ese momento, con 20 años nos resultaba difícil esa tarea. Además la coyuntura era rara, recién vuelta la democracia, no sabíamos ni estábamos acostumbrados al funcionamiento de las instituciones", señalaron.

Pero "sabíamos que algo teníamos que hacer, porque veíamos que había algunos compañeros que estaban mal, que necesitaban ayuda y no había quién lo hiciera. Teníamos que ayudarnos entre nosotros".

"Teníamos que hacer algo para paliar lo que el Estado no estaba resolviendo. Hemos perdido muchos compañeros por falta de contención", reflexionaron. No sabían cómo convocar, cómo llegar a todos sus compañeros.

Las Fuerzas Armadas les habían negado los padrones, a algunos ni les habían devuelto los DNI y los habían instado a dejar la guerra atrás y no hablar del tema. Pero ellos hablaron, se buscaron, se convocaron a través del diario y la radio.

"Nuestras primeras acciones fueron tapar agujeros. Llegaba un compañero con problemas y salía el que podía, como podía, a ayudarlo. Sabíamos que necesitábamos atención psicológica, pero no había gente capacitada para entender lo que le pasaba a un veterano. Y encontramos que el mejor psicólogo para nosotros eran los compañeros, los que habían pasado por lo mismo. Aún hoy, ex combatientes de 50 años, no sabemos qué nos puede pasar, ni qué nos va a pasar a los 60. Vamos experimentando cómo se van dando las cosas en el tiempo".

En aquel momento tenían necesidad de comunicar, de decir, pero "sentíamos que nadie nos escuchaba, nadie nos entendía, salvo los compañeros. Eramos 'los loquitos de la guerra', muchos hasta ocultaban su participación, porque era negativo, por ejemplo, a la hora de conseguir un trabajo. "Tanto en el ámbito laboral como académico, hemos tenido que probar nuestra salud mental, luchar contra los estigmas".

Por eso comenzaron a forjarse pequeños espacios, a tratar de difundir su mensaje, sus necesidades, en los medios. Una de las principales era el acceso a una obra social. "Nuestra situación era diferente a la de los militares que, habiendo pedido o no la baja luego de la guerra, tenían su cobertura. Nosotros no teníamos nada. El que tenía una familia que lo contuviera y una situación económica más o menos podía seguir, pero los que no, estaban a la buena de Dios", recordaron.

Sin cobertura social, en un momento en el que no había nuevas fuentes de empleo, en la que los primeros gobiernos democráticos "nos daban la espalda", se sienten orgullosos porque, "siendo muy jóvenes, remando contra la corriente, hemos logrado muchas cosas".

Recuerdan que Elio Aprile fue el primer intendente que les abrió la puerta de la intendencia. Y luego lograron hacer crecer los lazos con la municipalidad, en el gobierno de Daniel Katz y afianzarlo aún más en el de Gustavo Pulti, a quien consideran "un amigo". "Antes de Aprile ni nos convocaban para los desfiles cívico militares, nos presentábamos y nos mandaban al fondo. Ahora los encabezamos", recordaron.

Entienden que ese cambio para con ellos y su situación, tiene que ver con "el recambio generacional. Los dirigentes políticos son de nuestra misma generación y empiezan a entender nuestros reclamos".

Gestiones

Los integrantes del centro sabían que necesitaban contención, asistencia médica y trabajo. De esas tres demandan comenzaron a surgir ideas. Una de ellas, la cooperativa de taxis, que gracias a esas puertas que comenzaban a abrirse fue posible.

La cooperativa hoy lleva 20 años de funcionamiento. Comenzó con la sesión de 15 licencias y luego se amplió a 30, las mismas 30 que se mantienen hoy. Actualmente, el presidente de la cooperativa es Carlos Seip.

De la mano del trabajo mediático y de las reuniones con funcionarios, legisladores y referentes de las distintas instituciones de la ciudad, obtuvieron otro logro. "A través del Centro Médico se consiguió un plan especial de cobertura para ex combatientes, un paliativo".

Además, "obtuvimos un convenio con la Municipalidad para que se garantice un porcentaje de vacantes de empleos para ex combatientes".

Los integrantes del centro tenían muchas ideas, pero sabían que para llevarlas adelante necesitaban un lugar para funcionar.

"Nos juntábamos en el negocio del padre de un compañero, en bares, hasta en un espacio prestado por la revista del Movimiento Todos por la Patria", señalaron recordando que "también en LU6 nos prestaron un lugar para encontrarnos".

"Primero nos dieron un espacio en el barrio Centenario. Era un lugar sin terminar. Un fin de semana íbamos a terminarlo, levantar las paredes, poner las puertas y cuando volvíamos, no quedaba nada. No pudimos continuar ahí".

La falta de espacio no los amedrentaba. "Nos ocupamos de entrar en contacto con otras organizaciones de ex combatientes para trabajar por logros a nivel nacional. Así logramos generar la Coordinadora Nacional.

En ese contexto consiguieron que se sancione la Ley de Protección al Ex Combatiente, que consistía en "otorgar becas para estudios equivalentes a un salario mínimo, tener igualdad de condiciones en el acceso a empleos públicos, una línea de créditos hipotecarios, y un censo de salud", enumeraron. Pero recordaron que "la beca de estudios se reglamentó e implementó por un reclamo de Mar del Plata, pero las vacantes en empleos públicos estaban congeladas, el censo nunca se hizo y los créditos aparecieron años después".

Como ayuda económica para los ex combatientes, aseguraron que "recién a fines de 1991 se obtuvo una pensión similar a la que le daban a los indigentes. El monto en dinero era irrisorio, pero nos daba acceso a una obra social".

Crecimiento

En 1992, durante la presidencia de Julio Aro, alquilaron un local en Colón entre Funes y Olazábal en el que funcionaron con esfuerzo propio y colaboración de muchas personas.

En 1997, durante la gestión de Elio Aprile, obtuvieron el comodato por 20 años de un inmueble abandonado, en Misiones 3172. Allí comenzaron a funcionar, allí se instaló la Cooperativa de Taxis y lentamente comenzaron a sumar actividades.

En 2003 el comodato se convirtió en una donación con cargo del inmueble y, en ese marco, comienzan a planificar una serie de obras.

"Fue determinante el impulso del presidente y el acompañamiento de los ex combatientes. Se contó con el apoyo del gobierno municipal, de empresas privadas locales, familiares de veteranos que trabajaron fervorosamente. También el gobierno provincial, con la gestión de entonces a cargo del gobernador Solá y su ministro del interior Florencio Randazzo, y el Gobierno nacional del presidente Néstor Kirchner accedieron a varios subsidios que permitieron la culminación de las obras.

Durante la gestión de José María Lambertini como presidente se llevaron adelante acuerdos y convenios con la Municipalidad, con la Universidad Nacional y con el Club Peñarol que permitieron dar un aprovechamiento intenso de las nuevas instalaciones y consagrar de manera definitiva, al cumplirse los 30 años de la gesta de Malvinas, el reconocimiento de nuestra institución de soldados combatientes en la ciudad y su proyección a nivel nacional", valoraron.

"Estamos muy contentos y orgullosos. Después de años de que nos cerraran las puertas, hasta el Concejo Deliberante sesionó, dos veces, en nuestra sede", recordaron.

"Teniendo esa estructura, pensamos en darle contenido, movimiento, no con fines de lucro. Sólo para mantenerla y con un perfil social y de servicio", comentaron.

Así, en el edificio funciona una oficina de Anses específica para la atención de veteranos de guerra y su grupo familiar, en la que pueden realizar consultas e iniciar diversos trámites. Esa oficina es atendida por un veterano.

Hay también atención médica gratuita y atención psicológica en el marco del Plan de Salud Mental de la Provincia y gestionado por la Zona Sanitaria VIII.

El aspecto deportivo tiene un peso muy importante. Desde la participación en las olimpíadas de veteranos y la formación de equipos de diversas disciplinas, el gimnasio se convirtió en un pilar en el que se desarrollan múltiples prácticas y donde se repiten los "terceros tiempos".

Incluso el centro tiene una participación importante en la Asociación Nacional de Deportes para Veteranos de Guerra de Malvinas, que preside el marplatense Darío Gleriano y es la institución que organiza anualmente las Olimpíadas para veteranos, nucleando a más de un millar de ex combatientes.

También funcionan actividades de los programas deportivos municipales, tienen convenios con distintos clubes y ensaya un grupo de la Orquesta Juvenil Municipal.

Incluso valoraron que "el equipo de Peñarol estuvo tres años practicando y jugando en nuestra sede, mientras refaccionaban la suya".

Incluso participan y acompañan un torneo de surf que se realiza en su homenaje desde hace 4 años en las playas de la zona norte de la ciudad.

Y también "el centro ha sido una de las sedes de los juegos Evita y de los Juegos Deportivos Bonaerenses".

Asimismo allí funciona, desde hace varios años, la Secretaría de Hijos y Acción Social, en la que los hijos de los ex combatientes trabajan colaborando con sus padres en la difusión del tema Malvinas y también se ocupan de apadrinar a diversas instituciones solidarias de la ciudad.

El centro tiene un espacio de la memoria y la soberanía. "Es una forma de malvinizar. Está el espacio y muchos de los que todos los días pasan por el centro pueden conocer la historia", señalaron los ex combatientes que recuerdan que su objetivo, siempre, es bregar por la paz.