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23-09-2014

La madre de Astiz va a juicio, acusada de entregar un bebé

María Elena Vázquez será juzgada por retener a un menor, alterar su estado civil y entregarlo a una pareja que lo inscribió como hijo propio.

La madre del represor Alfredo Astiz, María Elena Vázquez, irá a juicio oral, acusada de retener a un menor, alterar su estado civil y entregarlo a una pareja que lo inscribió como hijo propio.

A pesar de las sospechas, hasta ahora los cruces del ADN del joven apropiado con el de las familias de desaparecidos dieron negativo. La clave para avanzar en la acusación fue una foto del bautismo del bebé donde se ve al padre del represor,

En la causa, además de la madre de Astiz, está imputado el matrimonio de Carmen Capelli y Angela Orellano, quienes quedaron a cargo de la custodia del bebé y lo criaron como su hijo.

El fiscal Pablo Larriera en su requerimiento de elevación a Juicio aseguró que la historia comenzó a fines de 1976.

En ese año, la madre del represor, apodada ?Chichita?, se enteró que el matrimonio integrado por Carmen Angela Orellano y Mario Guido Capelli no podía tener hijos y se ofreció a entregarles un bebé que supuestamente era de una empleada doméstica suya, que estaba embaraza de cinco meses y que no quería conservar al niño. Capelli trabajaba como albañil en una vivienda de la familia Astiz. De allí el vínculo.

Con la intención de concretar la entrega del bebé apenas naciera, Vásquez mantuvo dos encuentros más con Orellano, quien declaró que se produjeron en la vereda de una casa donde ella realizaba tareas como casera, ubicada en Aristóbulo del Valle al 2800 de Mar del Plata. Capelli, al momento de prestar declaración, sostuvo que ?el niño fue un ofrecimiento directo por parte de la señora Chichita?, y que ?ni él ni su esposa pidieron al bebé?.

De hecho, los datos de Orellano ya estaban en poder de la partera Armonía Baquero de Rosenthal, quien les entregó el recién nacido en la mañana del 9 de marzo de 1977 ?aunque había nacido horas antes de la medianoche-, en una vivienda situada en Balcarce 3966, donde habría funcionado una clínica clandestina, dado que nunca estuvo inscripta en los registros municipales ni provinciales. Cuando Orellano llegó al lugar, acompañada de una prima, la mujer le dijo que debía esperar porque debía colocar el bebé tres veces en el pecho de la madre para saber si lo rechazaba. Si eso ocurría, el niño sería de ella. Enseguida se retiró hacia el fondo y minutos después volvió y le dijo: ?No lo quiso, cerró los ojos?. La partera, quien falleció en mayo de 2010, les entregó también un certificado de nacimiento en el que constaban falsamente sus datos como madre y padre del niño.

A partir de allí, el matrimonio Capelli-Orellano inscribió al niño en el Registro Civil como propio, lo crió como hijo biológico y mantuvo oculto su verdadero origen. Ese bebé tuvo que esperar 33 años para enterarse que sus padres no eran sus padres y, aunque desconoce aún su verdadera identidad, no puede descartar aún ser hijo biológico de personas desaparecidas.

Su caso llegó a la sede marplatense de Abuelas de Plaza de Mayo como una denuncia anónima, que fue derivada a la Fiscalía General Federal, que conduce Daniel Adler. A partir de allí, se solicitó un comparativo de ADN al Banco Nacional de Datos Genéticos, que arrojó resultado negativo. Esto excluyó un vínculo biológico con 114 grupos familiares maternos correspondientes a denuncias de víctimas de supresión de estado civil y los restantes 70 integrantes que, hasta ese momento, conforman la nómina de 184 grupos del banco.

Cuando Vásquez prestó declaración dijo primero no conocer al matrimonio Capelli ? Orellano, y mencionó también que querían incriminarla en algo que desconocía totalmente. También dijo que tuvo empleadas domésticas, pero nunca una embarazada en su casa; y descartó estar presente en la fotografía del bautismo.

Ante lo endeble de tal defensa, decidió luego presentar un escrito junto con su abogado donde señalaba que para la fecha investigada su esposo ?fallecido diez años atrás- presentó a una familia entonces amiga a un albañil que había trabajado en su casa, y que su hija le recordó que ellos sí tenían una empleada doméstica embarazada que no quería conservar a su hijo por nacer. Esto fue desmentido por el ex amigo de la familia. Y fue el testimonio de una amiga de Vásquez el que resolvió la incógnita de la fotografía al reconocer en ella al fallecido Bernardo Astiz.