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18-04-2015

Las drogas, la venta y la pelea por explotar el delito

Hace unos días uno de los "Doce Apóstoles" fue detenido en la Villa Matadero. Fue en el marco de una investigación por peleas entre dos bandas, una de las principales problemáticas que hoy azotan a Mar del Plata y la transforman en una ciudad violencia en sus márgenes. La diferencia con Rosario y el Conurbano.

Episodios como los asesinatos en la villa porteña de 1-11-14, las detenciones de ciudadanos colombianos o su estadía en lujosos barrios del Delta, el reciente acuerdo entre la Justicia de Rosario y la banda de Los Monos o el lavado de dinero de la Operación Carbón Blanco deja en claro el poderío y avance que el narcotráfico ha tenido en Argentina. Dentro de ese contexto de violencia y mercado de la droga, Mar del Plata todavía no presenta sus credenciales como ciudad narco porque su fenómeno está en otra escala.

No obstante esta mirada surgida del análisis de especialistas, Mar del Plata posee una distinción: ante la falta de calado de su puerto para contrabandear por mar (su salida del país, sin control) se utilizan empresas pesqueras para preparar el empaque de la droga. Se recuerdan numerosos operativos (Anchoas en 1987, Langostino en 1998, Pez Blanco en 2005, Merluza Blanca en 2006 y Poseidón en 2013) y se desconocen la mayoría de las maniobras.

Días atrás fue atrapado un deportista al que se le atribuye liderar a un grupo de narcovendedores, no de narcotraficantes. También por estos días se conocen novedades judiciales en casos de traslado de drogas a Mar del Plata, la ratificación de la pena a Juan Manuel Mariscal por intentar el ingreso a la ciudad de 160 kilos de marihuana y el comienzo del juicio por el Operativo Margarita Verde, donde varias personas traían 200 kilogramos de marihuana. Está claro que en el partido de General Pueyrredon la droga está presente y se consume en cantidades industriales.

Esa demanda es la que ha disparado el negocio y lo ha puesto al alcance de cualquiera, con consecuencias severas. Donde antes existía un punto de venta para determinada área ahora hay dos o tres. La proximidad, naturalmente, causa conflictos que se resuelven a los tiros.

Lo que ocurre en Mar del Plata es la sangrienta disputa territorial de la explotación del delito, representada en peleas entre bandas que viven en un mismo barrio y que, en muchos casos, están integradas por miembros de una misma familia. La venta y el consumo de drogas es el eje central de esos enfrentamientos pero, a diferencia de Rosario o el área Metropolitana y el Conurbano, esta ciudad se queda en eso. No está considerada en el escenario de la producción de estupefacientes -una señal es la ausencia de paco- y se la coloca, por sus características sociales y geográficas, en el eslabón final de la cadena. Por lo tanto las peleas no ocultan intereses de esa magnitud.

Bandas y bandos

Días atrás fueron realizados cuatro allanamientos en una de las villas más pequeñas que tiene la ciudad. Se la conoce como Villa Matadero y ocupa una manzana en Malvinas y Avellaneda. De allí se desprenden otros asentamientos que llegan a Juncal y a Primera Junta. Desde la calle puede verse la precariedad habitacional de algún sector mezclado con otras casas mejor preparadas. Más confortables.

Lo que no alcanza a verse es la violencia que bien puede ser tomada como ejemplo, como una muestra en envase chico, de lo que sucede en otras villas de la ciudad. En Mateotti, en Vértiz, en Las Heras, en Villa Gascón, en Villa Strobel, en barrios como Belgrano, Don Emilio, Libertad, Santa Rita, La Herradura y tantos otros.

Algunos dicen que las bandas antagónicas de la Villa Matadero se llaman Los Monjes y Los Bricka, pero esto es más una designación que hace la policía para organizar su trabajo que a cualquier mención cotidiana. Pero también es un buen modo de organizar una crónica. El 10 de marzo una mujer del lado de Los Monjes se presentó en la comisaría cuarta para denunciar que el día 7 de ese mes escuchó detonaciones de arma de fuego e impactos en su casa y decidió trasladarse a la contigua, donde vive su madre.

A raíz de ese ataque la mujer se mudó a lo de una hermana junto a sus hijos y su madre, en otro sector de la ciudad. Lo que asoma como un tema menor no lo es, ya que a esta mujer la atacaron porque el otro bando, el de Los Bricka, reclamaba algo a un cuñado.

La violencia no quedó estancada allí sino que siguió cuando la casa de Los Monjes fue incendiada. Cuando los bomberos se dirigieron a apagar el fuego debieron hacerlo con custodia policial y pese a ese fueron recibidos a los tiros. "Tito", "Cunta", "Cotelo", "El Tito", "El Chicho" y "El Fabi" son los apodos que la mujer denunció como quienes perpetraron el ataque. Incluso mencionó a "Mapuche", un apodo que utiliza el menor de edad que se domicilia en el Centenario (a solo dos cuadras) y que está acusado de participar en el crimen del taxista Rubén Cufré.

La policía comenzó a investigar y estableció que en la Villa Matadero podría haber armas largas, cortas, chalecos antibalas y todo lo que una banda necesita. Algunas de esas probablemente hayan sido usadas para balear poco antes a dos adolescentes que se encontraban en una esquina tomando cerveza.

Los investigadores creen que existe venta de droga en la Villa y que además funciona algo así como un centro de alquiler de armas de fuego para delincuentes que las necesitan. También que hay una territorialidad en disputa. 

Viejo Apóstol

Durante los allanamientos fueron detenidas dos personas e identificadas más de diez. Sin embargo, el resultado no fue el esperado. "Queríamos allanar a fines de marzo y recién lo pudimos hacer después de Semana Santa. Las esperanzas de que fuera positivo desaparecieron naturalmente", dijo una fuente policial.

Apenas se logró dar con un revólver calibre 32. Jamás aparecieron el FAL, el Mauser, el pote de kilo de helado lleno de municiones ni las granadas. Precisamente, el hallazgo de una granada el 24 de marzo junto a una vivienda de Los Monjes (denunciaron que Los Brickas la habían arrojado) hizo fortalecer la idea de un allanamiento positivo. Lo único que consiguió el operativo realizado por el grupo Halcón, Infantería, DDI y personal de comisarías fue detener a dos personas, entre ellas a un hombre importante en el mundo del hampa: Lucio Bricka Pueblas, un geminiano de 55 años que se hizo famoso a los 27, cuando formó parte del grupo que lideró el sangriento motín en el penal de Sierra Chica. Fue uno de los "12 Apóstoles" o lo es, porque según el mito, esa docena de bárbaros llevarán por siempre el raro honor hasta la muerte.

Bricka Pueblas, ya por ascendencia, ya por historia, ya por edad, es quien le da nombre al otro bando, enfrentado con Los Monjes y que encuentran motivos para la disputa a cada momento.

Después de producirse las detenciones de Bricka y un sujeto de apellido Alvarez, la DDI recibió una denuncia cruzada. Esta vez de Los Bricka contra Los Monjes, rompiéndose el mandamiento tumbero de "No denunciarás".

La enemistad en la Villa Matadero continúa hoy. La tensión es permanente y las disputas pueden causar hechos de sangre con alcances desmesurados. Como sucedió entre Los Juárez y los de Don Emilio, o como los de Villa Mateotti, o en el Centenario con quienes mataron a dos integrantes de la familia Pili.

Una situación de peleas por el delito cometido y por cometer, que comienza a definir a Mar del Plata en el mapa nacional de la violencia.