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05-09-2015

De coplas, melenas y aprovechados

Por Adrián Freijo

ww.libreexpresion.net

Ha llegado el tiempo de abandonar la estéril discusión sobre la personalidad de Carlos Arroyo y de concentrarnos en conocer su proyecto y sus colaboradores.

No hay nada más tonto que enojarse con la verdad ni nada más inútil que tratar de tapar el sol con las manos. La preocupación por las posturas de Carlos Arroyo deben ser contestadas por el interesado y por sus colaboradores de forma tal que no queden dudas acerca del proyecto que se sostiene para Mar del Plata.

No nos preocupa que Arroyo quiera que los chicos jóvenes ?usen el pelo corto porque así gastan menos tiempo y shampoo para lavarse? o sostenga el derecho de las chicas a usarlo largo ?porque las mujeres pueden disponer de cuatro o cinco horas para su cabello?.

Tampoco que quiera que los alumnos ?entren cantando coplas a las aulas? o que se sienta ?desembarcando en Normandía?.

Ninguna de estas zonceras tiene andamiento alguno y si por cualquier motivo pretendiera implementarlas el único riesgo lo correría él y sería el del ridículo. La sociedad ha llegado a un punto de no retorno en materia del derecho de cada uno a utilizar el cabello como se le cante y las técnicas educativas -aún con resultados no siempre deseables- tienen hoy un grado de desarrollo de proyección universal.

Quienes conocemos desde hace años al candidato sabemos que es un hombre de características bien definidas. Cultor de un estilo de vida que se fue, no se ha tomado jamás el trabajo de ver cómo puede aggiornarse ese estilo y adecuarlo a un mundo que, como siempre ha ocurrido, no va a volver para atrás.

Tiene valores acendrados y seguramente correctos. Pero como César Luis Menotti en su insistencia de imponer la técnica ?del achique? a jugadores que eran formados desde las inferiores en la estrategia del ?último hombre?, sólo podrá recoger espantosos resultados tratando de que los demás hagan un juego que no entienden y que quedó detenido en el tiempo. Los equipos de un Flaco envejecido se cansaron de comerse goleadas porque siempre quedaba enganchado uno que no había entendido una táctica que había sido sorprendente?quince años antes.

Cortar cabellos, diferenciar las potencialidades de los sexos y hacer marchar en fila a ?las palomitas blancas de la patria? al son de las canciones de Margarita Palacios pudo haber servido en algún momento -creo ciertamente que no- pero ya no tiene sentido alguno como propuesta de estos días.

Lo grave es cuando además se muestra una preocupante distracción para elegir colaboradores, que salen como escudero neurótico a sostener combates innecesarios en vez de mostrar, de una buena vez, esos equipos y proyectos que juran tener y que realmente quisiésemos comenzar a ver.

Desprolijidades de sus colaboradores

Su principal vocero es Emiliano Giri, un joven dirigente que parece haberse convertido en el otro yo de Arroyo con el mismo entusiasmo con que en su momento lo fue de José Scioli, por entonces dedicado a ser Caballo de Troya en las huestes de Francisco De Narváez para limar todas sus posibilidades a favor de su hermano Daniel a cuya orilla volvió apenas cumplió su tarea y terminó el comicio. Retorno que se dio con Giri de la mano, aplaudiendo entusiasmado las actividades futbolísticas del gobernador mientras una estridente camiseta naranja cubría su cuerpo de flamante converso.

Giri, que aunque por estas horas lo niegue aspira a la presidencia del Emtur, debería resolver ahora y de cara a la gente una dualidad ética que poco tiene que ver con los principios morales que dice defender su nuevo jefe. Es contratista del Estado y lo es por doble vía: como concesionario de balnearios y como titular de una empresa de recaudación que cobra tasas municipales.

Tato Serebrinsky, como las faroleras antes de tropezar, va de vereda en vereda intentando prender algún candil que lo alumbre. No será entonces el cuidado del viejo profesor lo que lo desvele?

Porque si algo no merece Carlos Arroyo es que las desprolijidades o distracciones de sus colaboradores lleguen a lograr que la sociedad ponga en duda el sayo de honestidad que por derecho propio supo colocarse.

O que alguien lo esté usando para lograr objetivos personales.

Las permanentes marchas y contramarchas con respecto a la administración del municipio -al que debe manejarse con honestidad pero también con instrumentos claros y modernos- despiertan dudas en muchos que valoramos al hombre y sus principios pero le tememos a la improvisación y al aprovechamiento que puede estar haciéndose de su figura.

Ha llegado entonces el momento de que aparezcan los equipos, se muestren las ideas, se puntualicen las medidas y se deje de lado esta cortina de blindaje moral que puede estar escondiendo, sin saberlo el principal interesado, la aventura de la improvisación y la apetencia de buenos negocios para unos pocos.

Acá estamos, esperando que nos cuenten que cosa van a hacer con Mar del Plata y quienes serán los encargados de llevarlo adelante.

Después, si quieren, cantamos juntos las más lindas coplas.

¿Es mucho pedir?