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08-10-2015

Lo buscaban por el femicidio de su ex pareja y se ahorcó

El martes por la noche Claudio Soto (46) mató con su tijera de poda a su ex pareja Elizabeth Costantópulos (44). La herida fue tan grave que la mujer murió de camino al hospital. Horas después, cuando la policía lo buscaba, Soto se suicidió en su casa.

Claudio Javier Soto (46) no se regaló mucho tiempo para la reflexión. Apenas unas horas durante la madrugada las utilizó en saludar a su padre y corroborar que no tendría el valor que necesitaba para afrontar lo que le habría de sobrevenir. Entonces, agobiado por la presión de saberse sin salida y vaya a saber si con la culpa latente de haber asesinado a su ex pareja Elizabeth Costantópulos (44), se suicidó.

El cuerpo de Soto fue hallado por el mismo personal policial que había dispuesto una consigna frente a su domicilio del barrio Libertad donde estaba previsto un allanamiento en las primeras horas de la mañana.

Una fina cuerda anudada a su cuello pendía desde una de las ramas más gruesas de un árbol situado en los fondos de una casa que tiempo atrás Soto había compartido con Costantópulos.

En la noche del martes, en un desenlace que nadie esperaba por su brutalidad pero que no surgió de forma espontánea sino de un contexto violento, Soto se dirigió hasta la vivienda en la que ahora vivía su ex pareja y la asesinó utilizando una herramienta de trabajo: su tijera de poda.

"Tenemos que investigar la muerte de Soto y determinar si se trata de un suicidio, algo que parece ser así por los indicios y las primeras observaciones. Luego, por los datos testimoniales, hay que avanzar en la causa del homicidio de Costantópulos", explicó ayer una fuente de la fiscalía a cargo de Andrea Gómez.

El crimen de Costantopulos se conoció el martes por la noche, cuando llegó sin vida al Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA) a bordo de un patrullero del Comando de Prevención Comunitaria. El móvil policial acudió a un llamado de emergencia a Rivadavia al 11100 donde halló desangrándose a la mujer, casi en estado de inconsciencia. No obstante, una persona allegada a Costantópulos que la acompañaba en el momento del ataque no dudó en identificar a Soto como el perpetrador. La urgencia por intentar salvar la vida de la mujer postergó inicialmente la búsqueda del hombre, aunque las investigaciones para localizarlo se lanzaron poco después. Cerca de las 21 del martes Costantópulos falleció al no poder recuperarse de la grave lesión en el pecho. Si bien trascendió en un comienzo que había sido tras las heridas, ayer la operación de autopsia corrigió el primer diagnóstico.

Contexto violento

Durante más de un año Soto y Costantópulos convivieron en la casa de 9 de Julio al 9400. Pero la relación siempre tuvo como característica la violencia y los celos como punto de partida de muchas discusiones.

Frente a esa incompatibilidad, la mujer decidió a fines del año pasado abandonar la vivienda y mudarse a otra de familiares en Rivadavia al 11100, medida que no fue aceptada por Soto en los últimos diez meses.

Pese a que muchos testigos acreditaron la atmósfera de violencia que se vivía en torno a la pareja, jamás hubo alguna denuncia por esta situación y Soto sólo contaba con una causa por lesiones leves de hace algunos años.

El martes por la noche, no por una causa sino por varias, no por un episodio detonante sino por la sumatoria de desencuentros, Soto tomó la peor de las decisiones. Se dirigió con sus herramientas de trabajo hacia Rivadavia al 11100 e interceptó a su ex pareja, a quien, tras un intercambio de palabras, atacó con la tijera de podar (los forenses determinaron que sólo fue un golpe pero que destrozó el esternón y afectó los principales vasos sanguíneos) y huyó.

La policía comenzó a buscar a Soto en distintos sitios de la ciudad y también en la terminal de micros, ya que una parte de su familia vive en Temperley. De hecho la semana pasada su madre, residente en aquella localidad del sur del Conurbano, lo había visitado.

Allanamiento

frustrado

Es improbable, por una cuestión de garantías, que se ordenen allanamientos en horario nocturno. Por eso la comisaría decimosegunda bajo las órdenes de Edgard Heredia entregó la información a la fiscal Gómez acerca de la posible presencia de Soto en la casa de la calle 9 de Julio. La fiscal solicitó a la Justicia de Garantías la autorización y recién estaba previsto ejecutarla con las primeras luces del día.

Los policías montaron una custodia que durante la madrugada debió intervenir por la aparición repentina de allegados a la víctima, que ingresaron a la casa y causaron destrozos. Estaba claro que Soto no se encontraba en el lugar. Poco después se establecería que había ido a despedirse de su padre.

En algún momento de la madrugada Soto regresó e ingresó por la parte trasera de la vivienda y en poco tiempo llevó a cabo lo que ya había decidido: se fue a los fondos, tomó un balde de 20 litros de pintura, una soga que pasó por encima de la rama del árbol más robusto y luego se colgó.

Fue el propio comisario Heredia el que, con la certeza de que no había nadie en el interior de la casa, la rodeó para asegurarse y fue entonces cuando descubrió el cuerpo de Soto.