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09-10-2015

Violencia y barbarie contra Médicos sin Fronteras

El testimonio de la consternación ante una tragedia incomprensible de un Médico sin Fronteras que reclama reflexión activa sobre la violencia en la comunidad médica.

Por el doctor Carlos Trotta (MSF) para IntraMed

"Nuestra tarea como médicos, nuestra responsabilidad, no puede ya más limitarse a lo técnico, que es indispensable pero no suficiente".

Otra vez la violencia ofensiva, la barbarie, otra vez la hipocresía de hablar de ?daños colaterales?: esta vez hacia compañeros de Médicos sin Fronteras en Kurduz (Afganistán) como antes hacia tantas y tantas vidas de civiles inocentes, inermes.

Acabo de regresar de mi décima misión en MSF, esta vez en Yemen (donde ya había estado en 2010 y 2011), y de comprobar una vez más las secuelas físicas, sicológicas y sociales de una geopolítica perversa, como en el tema que nos ocupa hoy.

Hay dolor, hay bronca, pero las organizaciones médico-humanitarias que, muchas veces a su pesar, actúan tercerizando las funciones que corresponden a los Estados, cumplen su función a través de voluntarios que asumen conscientemente los riesgos ?viviendo y trabajando entre gentes cuya dignidad es violada día a día? (discurso de aceptación del Premio Nobel a MSF en 1999) y dando, con su presencia física en el lugar, testimonio de lo que allí han visto.

La pregunta que surge con frecuencia es por qué lo hacen. Ciertamente no es por la paga (exigua para muchos estándares), ni por sentirse heroicos o indispensables porque es mucho más lo que se recibe (en afecto, en enseñanzas de vida y de profesión) que lo que se da.

La respuesta a la pregunta es simple: ¿y por qué no?

La posibilidad de ser "Sin Fronteras", de no tener fronteras (económicas, de culturas, de geografías) que nos separen de nuestros semejantes que están pasando una situación difícil, de acompañarlos, de cuidar pero también de ser cuidados, de darle un sentido y un para qué a lo que hemos aprendido, de comprobar que no estamos solos en esto sino que hay compañeros de todas partes del mundo que actúan igual y que seguirán actuando cuando uno de nosotros se va, es parte de la respuesta.

No obstante ante la repetición de estos episodios de ataques a hospitales, ambulancias, personal sanitario, pacientes, es evidente que nuestra tarea como médicos, nuestra responsabilidad, no puede ya más limitarse a lo técnico, que es indispensable pero no suficiente. Nunca lo fue, pero nunca como ahora sabemos lo que ocurre más allá de nuestros límites geográficos y no podemos, no debemos, permanecer callados.

Por eso es necesario y urgente que nuestras 'publicaciones científicas, nuestros cursos, nuestros congresos y reuniones amplíen su horizonte e incorporen en sus programas a esta violencia como tema de estudio y debate: sus causas, sus consecuencias, nuestro firme rechazo y condena, nuestro compromiso.