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24-11-2015

Peronismo y Congreso adverso, los "opositores" de Macri

Por Gustavo Berón

El presidente electo Mauricio Macri tendrá que hacer frente a un entramado opositor peronista con un núcleo duro de gobernadores del PJ, un Congreso nacional desfavorable y un sindicalismo divido y expectante.

En este juego de roles políticos abundan los interrogantes porque, si bien el jefe del PRO terminó con doce años de kirchnerismo, el peronismo deberá dirimir liderazgos ya que parece una tarea imposible que Cristina Fernández pueda retener el liderazgo en el justicialismo y mantener así encolumnados a gobernadores, legisladores y dirigentes como lo hizo en sus dos mandatos.

El "árbitro" o "garante", como prefiere autoproclamarse Sergio Massa, tampoco muestra un espacio político con una posición homogénea y, pese a los gestos enviados al candidato de Cambiemos, nada le garantiza a Macri el acompañamiento del massismo en este proceso que se inicia de cuatro años, ni siquiera cediendo parte del espacio conquistado entre la Nación, la provincia de Buenos Aires y la Ciudad.

Lo que está claro es que después de la derrota de Daniel Scioli, Macri no sólo terminó con 12 años de kirchnerismo sino que dejó al peronismo en un estado de ebullición, con pronóstico reservado, y que deberá decidir si opta por la moderación o la confrontación.

En esta compulsa se anotan figuras como Juan Manuel Urtubey (Salta), Juan Schiaretti (Córdoba), Mario Das Neves (Chubut) y Carlos Verna (La Pampa), quienes buscarán reeditar la liga de los gobernadores junto a otra media docena de mandatarios provinciales, para abrir una instancia negociadora con el nuevo administrador de la Casa Rosada.

Aunque sin un liderazgo concreto, quedará otro subgrupo de mandatarios peronistas, entre los que aparecen su cuñada Alicia Kirchner, Lucía Corpacci (Catamarca) y Hugo Passalacqua (Misiones).

Frente a la encrucijada peronista, aún es incierto el futuro inmediato a Cristina, que aún no dio señales de si se refugiará en su casa de El Calafate o tratará de asumir el rol de conductora del movimiento derrotado.

A la pulseada por el control del peronismo, hasta hoy inscripto con el sello del Frente para la Victoria, se suman Sergio Massa, y el cordobés José Manuel de la Sota.

Por ahora, el ex intendente de Tigre, que penduló entre uno y otro candidato hasta horas antes de la segunda vuelta, fue el más buscado por el macrismo para avanzar en acuerdos que le permitan al nuevo gobierno recibir el apoyo necesario para futuras reformas.

Justamente en el Congreso se jugará gran parte de la "batalla" y el plan táctico y estratégico elaborado por Macri destaca con rojo el Senado, que si bien estará presidido por Gabriela Michetti, sabe que el peronismo cuenta con quorum propio e incluso podría alcanzar la mayoría especial.

En ese territorio del Congreso, la oposición contará con nombres propios que buscan ser parte de la nueva "remake" del peronismo como el santafesino Omar Perotti, un dirigente aceptado por los distintos sectores, y quien seguramente le peleará el puesto de jefe de bancada a Miguel Angel Pichetto, desgastado y derrotado en su provincia, Río Negro.

Con Monzó como negociador

En Diputados, Macri pujará en la negociación con sus socios radicales para imponer en la presidencia a su principal armador, Emilio Monzó, quien justamente en la creación de Cambiemos tuvo un papel central para alcanzar los consensos.

El panorama es complejo en esa cámara porque si bien el peronismo perdió la mayoría absoluta, aún se mantiene como primera minoría con cerca de 100 bancas y con un "lote" de casi 30 diputados camporistas en su interior, pero sin un liderazgo definido.

Acá, la alianza Cambiemos buscará consolidarse con un interbloque integrado entre la UCR, el PRO y la Coalición Cívica, pero eso no alcanza y deberá trabajar para contar con los 26 del Frente Renovador, a los que se podría sumar los 5 de Unión por Córdoba.

Macri sabe que también deberá seducir a alguno de los diez monobloques que no definieron posición y que pueden ser decisivos a la hora de una votación.

Justamente, el futuro oficialismo deberá negociar y consensuar porque tiene una larga lista de temas rotulados como "herencia kirchnerista" que necesitan la firma del Congreso como la cuenta pendiente con los fondos buitres, las vacantes en la Corte Suprema de Justicia y hasta cuestiones funcionales del Estado.