El asesino de Ariel Di Meglio, un individuo de alta peligrosidad que ya tiene 18 años, protagonizó una audaz fuga durante una audiencia que se celebraba en el octavo piso del edificio de Tribunales, luego de tomar como rehén a la secretaria de la fiscalía.

Desde el momento del escape, toda la policía de Mar del Plata y la zona fue alertada de la situación, y se han dispuesto operativos de búsqueda en distintos lugares de la ciudad.

"Este tipo con tal de mantenerse prófugo es capaz de cualquier cosa. Inclusive de matar. Por eso, la población debe estar alerta, un poco más que quienes se encargan de custodiarlo", dijo indignado un alto funcionario judicial que prefirió mantener su nombre en reserva.

Vale recordar que esta es la tercera vez que este individuo se fuga. Durante la primera evasión, cuando era menor de edad, asesinó a Ariel Di Meglio, luego fue recapturado y una vez más se escapó. Ahora lo habían alojado en Mar del Plata para evitar nuevas fugas, pero volvió a hacerlo.

En el hecho de ayer, el ahora prófugo llevó el nivel de audacia y violencia al máximo, ya que se quitó las esposas en plena audiencia, tomó un cilindro de metal y se abalanzó sobre la secretaria. Amenazándola de muerte, evitó que el policía lo atrapara y escapó de Tribunales bajando las escaleras desde el octavo piso a toda velocidad.

Este joven de 18 años se llama Juan San Martín, y como ya es mayor de edad para la ley puede publicarse su nombre completo, algo que no estaba permitido mientras era menor. Para tener en cuenta la peligrosidad de San Martín basta el ejemplo de que tras su anterior huida se había cambiado el color de cabello y colocado lentes de contacto. Además no se descarta que cometa delitos para financiar sus días en la clandestinidad.

En la audiencia

Ayer eran las 10 aproximadamente cuando San Martín llegó hasta el piso octavo custodiado por un policía, quien le mantuvo las esposas colocadas aún cuando estaban dentro de la sala frente a la secretaria del fiscal Juan Pablo Lódola.

La audiencia era por una denuncia que San Martín había radicado porque, según él, había sido víctima de apremios ilegales de parte de la policía. Cuando la secretaria le ofreció firmar el acta, San Martín pidió que le sacaran una de las esposas. También estaba presente en ese momento el defensor oficial Rodrigo de La Plaza.

Fue entonces, bajo circunstancias que ahora están siendo investigadas por la fiscal Andrea Gómez, que el detenido agarró un cilindro metálico que había dentro de la sala, y se lanzó sobre la secretaria.

El policía extrajo su arma y apuntó contra San Martín, aunque no logró intimidarlo, ya que decidió preservar la integridad de la funcionaria judicial. El peligroso delincuente salió entonces corriendo por los pasillos del octavo piso y bajó las escaleras sólo seguido por un practicante de otra fiscalía.

En ese momento en el playón de estacionamiento de Tribunales se desarrollaba una asamblea de la Asociación Judicial Bonaerense, con concentración de personas y música por parlantes. Eso fue aprovechado por San Martín para darse a la fuga y mezclarse entre la gente.

De inmediato tomó conocimiento del hecho el fiscal Lódola y se comunicó con la policía que empezó a buscar a San Martín, aunque no hubo ningún tipo de resultado.

Mientras tanto, la funcionaria judicial fue asistida en el lugar de los sucesos y se comprobó que no había sufrido lesiones.

Irrecuperable

"Pese a que muchos funcionarios quieren hacer creer a la sociedad que todos los casos son iguales, no es así. Este delincuente es irrecuperable desde el punto de vista social, incluso físicamente está tan deteriorado que es difícil comprender cuando habla", dijo la misma fuente judicial consultada.

La historia de San Martín viene de familia, ya que varios miembros de su círculo cercano cometieron delitos graves. Incluso un hermano suyo fue abatido años atrás por la policía durante el robo a una vivienda.

Pero en lo particular, San Martín tuvo numerosas causas como menor y hace dos años aproximadamente asaltó a un repartidor de soda. Fue aprehendido por la policía, en un procedimiento que derivó en la intervención del fiscal de Menores Carlos Russo.

El Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil le dictó entonces la prisión preventiva y lo envió a un Instituto de La Plata. Semanas más tarde, cuando era trasladado por asistentes sociales hacia Mar del Plata, San Martín se escapó. Fue en un parador de la Autovía 2, en ocasión de solicitar "ir al baño".

En ese tiempo prófugo asesinó a Ariel Di Meglio de un tiro en el pecho y fue recapturado en la Villa Namuncurá, mientras estaba con otros individuos.

Por el asalto al sodero el fiscal Russo acordó la pena de dos años de prisión de cumplimiento efectivo, pena que fue ratificada con el auto de responsabilidad del juez correspondiente. Pero una vez, más la historia se repitió.

San Martín fue llevado a La Plata y al regresar para una audiencia pidió parar en la Autovía 2. Los custodios del Ministerio de Desarrollo Social, no competentes para esa tarea, lo perdieron de vista.

Su evasión causó el rechazo de la familia Di Meglio, pero la policía logró recapturarlo semanas más tarde. El fiscal Marcelo Yañes Urrutia -al igual que Russo- insistió en brindar un nivel de seguridad más elevado en el alojamiento, aunque su esfuerzo sirvió sólo para que lo ingresaran al Instituto de Menores de Batán. En ese lugar permaneció hasta ayer, poco antes de escapar del mismo Palacio de Tribunales.

Actualmente San Martín debe una pena de 2 años de cumplimiento efectivo y fue condenado, por acuerdo que él firmó, a 12 años de prisión por el asesinato de Di Meglio. Sin embargo, en esta última condena ya se pronunció la jueza Patricia Gutiérrez en rechazo. Expresó en su fallo que no estaba de acuerdo con la calificación y por eso ahora deberá abrirse un largo proceso judicial hasta que a San Martín le apliquen la pena.

En caso de ser recapturado San Martín debería ir a un alojamiento con custodia penitenciaria, no de asistentes de minoridad.. Hay suficientes elementos para esa medida. Su actitud peligrosa, su "camuflaje" para mantenerse prófugo y su reincidencia hacen casi obvio el fallo. Sólo el sentido común es suficiente en este caso.