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Opinión 8 de agosto de 2017

Ozark, razonamientos astutos

La nueva serie de Netflix exhibe los bordes oscuros de la estafa financiera en un policial que incluye asesinatos, narcotráfico y escenas bien logradas.

por Agustín Marangoni

El personaje principal nunca pierde la calma. Enfrenta momentos decisivos y los resuelve con palabras. He ahí el arte del estafador. En Ozark, uno de las tantos estrenos recientes de Netflix, la estafa se eleva a un nivel silencioso. No es, por ejemplo, la megalomanía que muestra Scorsese en El lobo de Wall Street. Es la historia de un tipo, asesor financiero, que aprovecha las fisuras del sistema económico para salvar su vida y la de su familia. Pero claro, en ese proceso suceden transformaciones profundas. En sintonía con Breaking bad, el protagonista avanza de a poco hacia un sinfín de comportamientos deleznables. Pero no hay furia. Es pura astucia.

El timón de la maquinaria Ozark está en manos de Jason Bateman, actor principal, director y productor. Él es Marty Birde, un padre de familia, reprimido y engañado por su esposa. Su trabajo es intachable en el terreno de la ilegalidad, hasta que el capo de un cartel mexicano, uno de sus empleadores estrella, le hace ver que su socio se estaba quedando con lo que no le correspondía. Desde ese instante se ve obligado a comenzar una vida nueva, en la cual sus conocimientos son la única herramienta para no terminar pulverizado –junto a su familia– en un tanque de ácido.

La serie se sostiene en el clima espeso de un pueblo quieto donde todos duermen con un fusil entre los dedos. Es uno de esos puntos turísticos, al borde de un lago, que ofrece trabajo sólo en temporada, el resto de los meses sólo queda apretar los dientes y resistir la agonía. Más allá de la belleza geográfica y de la tranquilidad, la localidad de Ozark es una sucursal del infierno: los jóvenes conviven con la delincuencia y el principal atractivo es un cabaret de mujeres mal pagas. Los turistas no ven los problemas de fondo, la policía sí, pero prefiere hacer la vista gorda: hay familias que no se tocan, como de costumbre.

Ozark 2

Birde no empuña armas, su contraofensiva es la inteligencia. Para cada situación hay una respuesta contundente. Una de sus aliadas, casuales y oscurísimas, es una adolescente de dieciocho años que se encarga del trabajo sucio. Ruth, interpretada por Julia Garner, intimida hasta los huesos. Esta nena de rulitos es el enlace con una pandilla de delincuentes bastante estúpidos, poco entrenados y sin experiencia. Todos bailan al ritmo de sus exigencias, incluso Birde cuando la necesita.

En la estructura narrativa todo esté en su lugar y sucede en los tiempos adecuados. Cada elemento, hasta los mínimos, abre el juego a una escena central. Los personajes capitalizan esos espacios milimétricos del guión para desenvolverse sin forzar situaciones. Ozark responde con altura a todas las exigencias de un policial contemporáneo. Desde un pueblo muerto y hermoso, le apunta entre ceja y ceja al sistema financiero para mostrar buena parte de sus miserias. Y a pesar de ser un material quirúrgico, no pierde calidez y sensibilidad.

Hay momentos inverosímiles, pero es lógico, el lavado de dinero es una operación técnica complejísima y sería un obstáculo narrativo desnudar ese laberinto en todo su esplendor. Lo que muestra la serie son los movimientos sociales que se digitan desde la sombras en beneficio de los sectores de poder, los mafiosos, las personas que no dudan una milésima en apelar a los peores recursos con tal de ganar algo más.

Hay links directos a Breaking bad, sí: el personaje es cada vez más hijo de puta, la familia es un engranaje clave para desarrollar la trama, el narcotráfico acelera los tiempos dramáticos y los detalles son el gran truco para detonar cada momento de tensión. Así y todo, Ozark esquiva cualquier etiqueta. En lugar de cocinar metanfetamina, Marty Birde es un genio de la guita. Sabe cómo ganar, aunque parezca que ya perdió.

Son diez capítulos de una hora. Se miran en una semana, incluso menos, y dejan el amperímetro al máximo para una segunda temporada. Ozark no es excelente, pero anda bastante cerca.