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Opinión 23 de julio de 2016

“Piquetetazo”: cuidemos nuestros espacios de libertad

Por Pablo González Aguilar (*)

 

El el país entero se manifestará hoy a las 15 mediante una “teteada”, un “piquetetazo”, en las plazas públicas. El gesto surge como respuesta a un hecho increíble y condenable, ocurrido hace pocos días en San Isidro, Buenos Aires: la policía amenazó y maltrató a una mujer que daba de mamar en un lugar público. Otra policía se negó a recibir la denuncia por maltrato poco tiempo después.

¿Es necesario recurrir a este tipo de manifestaciones de denuncia y apoyo? ¡Sin el menor lugar a dudas!
Aquí, algunas de las razones que se me ocurren:

No tolerar, no dar por natural estos atropellos a los derechos humanos. Tengo la impresión de que desde hace unos meses se ha ido corriendo la frontera que divide lo políticamente correcto de lo que no lo es. Se ha ido desplazando hacia la derecha, hacia el atraso, hacia el oscurantismo. No hay más que meterse en los foros o ver las reacciones espontáneas frente a noticias que tienen que ver con los derechos humanos. Expresiones como ” viejas putas” ” viejas guerrilleras” referidas a las madres y abuelas de Plaza de Mayo; insultos brutales hacia personas que se encuentran fuera de lo que dicta la heteronormativa, expresiones nazis descaradas, y el renacimiento del nunca lo suficientemente condenable “negro de mierda”, sólo para cerrar una larga lista de violencias verbales. (A ellas se suman actos de violencia que incluyen la persecución y la muerte de personas de diversas minorías y de enormes mayorías vulnerables.)

Y este corrimiento sucede como reacción. Desde hace unos cuantos años la legislación en Argentina puede mostrar con orgullo genuino una matriz de leyes francamente progresistas, todas ellas apuntando a la inclusión y a la ampliación de derechos. Esto fue posible entre otras cosas gracias a una voluntad dirigencial (me refiero particularmente a la ex presidenta Cristina Fernández) y a un acompañamiento de buena parte -pero no toda- del espectro político. Durante aquellos tiempos, la decisión de abordar estos asuntos urgentes con el enfoque de políticas de Estado generó una suerte de protección, de amparo hacia los vulnerados de siempre. Se lo hizo con la intención de que ese nuevo marco legal produjera un anclaje, una garantía de progreso en el mejor de los sentidos. Aquella nueva legalidad, a mi entender, inhibía al pequeño fascista, sino de pensar, al menos de expresarse y actuar libre y -aún peor- orgullosamente, esperando la aprobación ruidosa o silenciosa de hordas de otros fascistas.

Promover la lactancia natural

La conducta de la policía, además de ser violatoria de los derechos humanos, va en contra de la la corriente que busca promover y facilitar la lactancia materna, recomendada desde hace décadas por la OMS (Organización Mundial de la Salud).

Agrego, como pediatra, que estoy absolutamente a favor de la lactancia natural, la que ha demostrado ser la medida más eficaz para disminuir la mortalidad infantil generada por un medio social injusto y asesino.

Distinguir la verdadera obscenidad

En el gesto policial, parecería que lo único que se vio fue la obscenidad de una teta, que se sale de toda etiqueta. Y son mujeres las que se acercan a prohibir la mamada, quizá siguiendo algún protocolo -evidentemente ineficaz a la hora de evitar el sexismo-; es que el acto es obsceno y no correspondería a los hombres tomar contacto con él.
Obscenos son, los papeles de Panamá, que señalan en nuestro país a la actual administración. Obsceno es que esta administración pretenda ser ejemplo de la lucha contra la corrupción.

La manifestación de hoy sábado servirá para no perder de vista la verdadera frontera de lo tolerable, y es bienvenida si ayuda a mantener vivo el alerta frente al avance de la opresión, que tanteará los límites siempre que pueda, con gestos mínimos, sutiles, pero cargados de simbolismo.

(*) Pediatra (matrícula 92451) y director de ópera.



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