CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Cultura 20 de febrero de 2017

Presentan libro sobre la primera vedette trans, Cris Miró

Está escrito por el periodista Carlos Sanzol y contextualiza su historia en plenos años '90, etapa de cambios políticos, económicos, sociales, sexuales y morales de la Argentina.

“Hembra. Cris Miró. Vivir y morir en un país de machos”, es el libro de Carlos Sanzol que se presentará el próximo 24 de febrero a las 20 en el Teatro Melany (San Luis 1750), con entrada libre y gratuita. Se trata de una biografía de la primera vedette trans de la Argentina, una historia que editó el sello Milena Caserola.

Cabe señalar que Sanzol es licenciado en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Cuyo y magíster en Periodismo en la Universidad Torcuato Di Tella. Actualmente, es subeditor en la sección Sociedad del diario La Nación, donde también fue redactor especializado en Espectáculos. Trabajó como editor en lanacion.com y como cronista en los diarios Perfil y El Sol (Mendoza).

“Este libro trata sobre una vida, la de Cris Miró, la primera travesti que se hizo famosa como vedette en un espectáculo de revistas, un rol que, antes de su aparición, era patrimonio exclusivo de la mujer. En el acto de llevar la diversidad sexual al escenario y a la escena pública, y casi sin proponérselo conscientemente, contribuyó a dar cierta visibilidad a las personas trans que, por entonces, no tenían más destino que la prostitución”, escribe el autor.

Y detalla que “la vida de Miró fue, como la de muchos, contradictoria, dubitativa, esplendorosa, nocturna, autodestructiva, trágica y repleta de un conjunto de verdades a medias”.

Miró fue también un símbolo de la Argentina de los noventa del milenio pasado, explica el periodista. Su irrupción en el espacio público se entiende sólo si se tienen en cuenta los cambios políticos, económicos, sociales, sexuales y morales de un país en los abismos del fin de siglo, agrega.

“La Argentina era una nación que, como Cris, trataba de buscar su identidad en un espejo que distorsionaba. Se creía en la ficción de estar en el primer mundo, mientras, en los márgenes, una hueste de compatriotas se asfixiaba en la miseria como consecuencia de la impunidad y la obscenidad que iban sembrando, con fruición, los machos; esos hombres que se definían por doblegar la ley y acumular dinero rápido y mal habido”.

El cuerpo de Miró, paradójicamente -asegura Sanzol-, se convirtió en una suerte de signo que explicitó la doble moral que subyacía y subyace en los argentinos: los espectadores pagaban una entrada para verla en el teatro, mientras el Estado, con sus leyes, condenaba a la cárcel a las otras travestis por el sólo hecho de vestir ropas que no correspondían con su género (el moralizante edicto policial de “Escándalo”).

Al mismo tiempo que se reafirmaba este tipo de valores patriarcales en la sociedad, avanzaba tímidamente un conjunto de prácticas discursivas y políticas que ponían el acento en exigir derechos civiles para las personas gays, lesbianas, bisexuales y trans. La lucha titánica de las organizaciones que las aglutinaban logró abrir una pequeña hendija, desde la que la diversidad sexual se pudo filtrar en el espacio público. Y que puede explicar uno de los motivos que hizo que Miró irrumpiera en esa esfera.

Sin embargo, nunca hubo una aceptación social plena de su figura. Los medios de comunicación y la ciudadanía expusieron los prejuicios propios de la intolerancia sexual. No en vano, cuando ella murió como consecuencia del virus del sida, el 1º de junio de 1999, la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) sostuvo: “Cris Miró tuvo la valentía de ser una persona travesti que se enfrentó públicamente a la intolerancia desde su trabajo y desde su arte. Sufrió la peor de las enfermedades: la discriminación”.