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El País 17 de diciembre de 2016

Refuerzan la hipótesis que involucra el uso de un coche-bomba en el atentado a la AMIA

La Unidad Fiscal respalda la postura que defiende la utilización de una trafic en el ataque terrorista ocurrido en julio de 1994. El hallazgo de esquirlas presentes en el vehículo en los cuerpos de la víctima implica un respaldo científico para la investigación que sostuvo el fiscal Alberto Nisman

 

La Unidad Fiscal (UFI) que investiga el atentado a la AMIA encontró nuevos elementos que respaldan la hipótesis de que se utilizó una Trafic como coche-bomba en el ataque terrorista de julio de 1994.

Los fiscales detectaron la existencia de restos metálicos que habían sido sustraídos del cuerpo de varias personas fallecidas en el atentado y, tras analizarlos, concluyeron que coinciden con piezas de la camioneta Trafic recogidas en el lugar y peritadas en 2002.

Los restos encontrados son esquirlas metálicas recogidas por los miembros del Cuerpo Médico Forense que realizaron las autopsias de las personas que murieron en el atentado, lo que quedó documentado en un video (VHS) rotulado “Autopsias” y recuperado el año pasado.

Para los fiscales a cargo de la UFI-AMIA, Sabrina Namer, Roberto Salum y Leonardo Filippini, el hallazgo implica un fuerte respaldo científico para la cuestionada hipótesis sostenida por la fiscalía que condujo Alberto Nisman hasta su muerte, en circunstancias hasta ahora no esclarecidas, en enero de 2015.

La búsqueda de las esquirlas metálicas se inició luego de que el Grupo Especial de Relevamiento y Análisis Documental (GERAD), conducido por el fiscal Juan Patricio Murray, encontró el video de la autopsia entre la información desclasificada en 2015.

En la grabación de la autopsia se podía ver el momento en el que los profesionales del Cuerpo Médico Forense, entre los que se encontraba el perito Osvaldo Raffo, extraían las esquirlas y las separaban para su posterior análisis.

En el video, los forenses indicaban que los restos metálicos “habían salido del componente activo de la bomba” y que su extracción se produjo “para un estudio posterior a fines de identificación del artefacto infernal”.

Como en el expediente de la causa no aparecía la constancia de que se hubiera realizado el análisis, los fiscales ordenaron rastrear los elementos obtenidos hace 22 años durante la autopsia.

La búsqueda de las esquirlas comenzó a materializarse el 19 de agosto último cuando los fiscales de la UFI-AMIA requirieron al laboratorio de la Policía Federal (PFA) un informe completo sobre todos los elementos de prueba en poder de esa agencia.

El 31 de agosto, el jefe de la División de Laboratorio Químico de la PFA, Fernando Vera, informó la existencia de distintos elementos probatorios en esa división pero no estaban los restos metálicos.

El eventual extravío de las esquirlas generó tensiones entre la UFI-AMIA y la PFA hasta que, según pudo saber esta agencia, la Policía informó que los restos metálicos habían aparecido en una bolsa junto con un balde rojo, en un freezer del laboratorio.

El hallazgo quedó registrado el 8 de septiembre en un informe que la División Laboratorio Químico elevó a la UFI-AMIA: se específico la aparición de una bolsa con el rótulo “MAT REMANENTE PER 6730/94 (ESQUIRLAS)” que tenía otras 14 bolsitas en su interior.

El 20 de septiembre de este año los fiscales le encomendaron al director de Criminalística y Estudios Forenses de la Gendarmería Nacional Argentina (GNA) un peritaje sobre las esquirlas recuperadas.

En paralelo, un equipo especializado de la Unidad Fiscal se encargó de examinar la posible ubicación de las víctimas a las que les fueron sustraídas las esquirlas y se determinó que estaban en lo que se denomina “la primera línea”, próximas al foco de la explosión.



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