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Opinión 24 de marzo de 2018

Sarkozy-Kaddafi: un vínculo oscuro que sale a la luz

por Alberto Galeano

El procesamiento de Nicolás Sarkozy por la supuesta financiación de Libia en su campaña electoral 2007 reactualizó las dudas sobre los verdaderos motivos que tuvo Francia para liderar una coalición que derrocó a Muammar Kaddafi.

Por cierto, nadie fue más impiadoso con el asesinado líder libio que Sarkozy, cuyos aviones fueron los primeros en intervenir durante la campaña lanzada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en la guerra civil de ese país en 2011.

Eran los tiempos de la llamada “Primavera árabe”, y Sarkozy se convirtió en el principal enemigo de su otrora aliado africano.

Ahora, siete años después de aquellos acontecimientos, el ex mandatario francés es acusado de haber recibido entre cinco y 50 millones de euros de Kaddafi durante la campaña presidencial en la que derrotó a la socialista Ségolene Royal,

Por ese motivo, la justicia francesa lo acusa de corrupción, trafico de influencia, falsificación y utilización de documentos falsificados, abuso de confianza, blanqueo y complicidad.

Las acusaciones están respaldadas por las declaraciones del hombre de negocios francolibanés Ziad Takieddine, quien asegura haber entregado varias valijas con dinero al gobierno francés, mientras Sarkozy era ministro del Interior.

Pero hay otros testimonios que comprometen al ex presidente derechista francés, ya retirado de la política, entre ellos las declaraciones del ex jefe de los servicios secretos militares libios, Adballah Senoussi, y de un colaborador del propio Kaddafi, Beshir Saleh.

A este cuadro se suma también el testimonio de los instructores franceses que han podido acceder a las agendas del ex ministro libio de Petróleo, Choukri Ghanem, fallecido en extrañas circunstancias en Viena, el 29 de abril de 2012, en la que también alude a esos pagos a Sarkozy.

“Que Sarkozy devuelva el dinero que ha aceptado de Libia para financiar su campaña electoral”, había dicho en 2011 Saif el Islam Kaddafi, el segundo hijo del asesinado líder libio que se presentará en las próximas elecciones (sin fecha) de Libia.

Las relaciones entre Kaddafi y Occidente tuvieron épocas muy buenas, y también períodos de hostilidad, como cuando el 14 de abril de 1986 el gobierno de Ronald Reagan bombardeó Libia en represalia por un atentado contra una discoteca en Berlín, por el que Washington acusó al líder libio.

El objetivo de esos ataques fueron los palacios presidenciales de Kaddafi, en uno de los cuales se encontraba su hija adoptiva, Jana, que resultó muerta.

Kaddafi, sin embargo, fue rehabilitado por Occidente a principio de 2003, cuando abandonó su programa de armas de destrucción masiva, y empezó a firmar una serie de contratos sobre petróleo y armamentos.

En 2013, la justicia francesa abrió una investigación luego de que el sitio de noticias Mediapart publicó unos informes basados las declaraciones del empresario Takieddine que aseguró haber trransferido cinco millones de euros de el ex jefe de inteligencia de Kaddafi, Abdullah Senussi, al gerente de campaña de Sarkozy, Claude Gueant.

Para Norberto Consani, director del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI), dependiente de la Universidad Nacional de La Plata, “ahora está saltando la mugre de aquellos años en Francia”.

“Siempre Occidente utilizó un doble discurso con los países africanos y Medio Oriente. Lo mismo hicieron los norteamericanos en Irak para derrocar a Sadam Hussein, y los europeos que rindieron honores a varios dictadores”, dijo Consani.

“Por ejemplo, le permitieron a Kaddafi montar una carpa en pleno Palacio Elíseo (cuando visitó París en 2007). El líder libio les exigía cualquier cosa porque les daba dinero”, opinó este analista.

Consani señaló, además, que hay una dependencia del neocolonialismo -tal como la definió el filosofo francés Jean Paul Sartre- que no pasa por tener el control del himno o la bandera, sino por tres elementos centrales: las fuerzas armadas, la economía y la educación.

Sarkozy se defendió de las acusaciones en su contra y, en una declaración, dijo que vive “el infierno de la calumnia” desde marzo de 2011, y atacó al comerciante de armas e intermediario Takieddine, uno de lo cuatro imputados en el sumario.

El ex presidente francés dijo que ese intermediario “miente” y aseguró: “Yo fui el jefe de la coalición que destruyó el sistema de Kaddafi y pagué un fuerte tributo por esta campaña raramente igualada de barro, de calumnias y de insensateces”.

Lo cierto es que después del asesinato de Kaddafi por una turba de rebeldes, el 20 de octubre de 2011, Libia cayó en la anarquía y tiene por lo menos tres gobiernos en distintas regiones del país.

A tal punto llegó el descontrol en ese país africano, que posee las más grandes reservas de petróleo de África y las novenas del mundo, que Barack Obama dijo que la intervención de la OTAN fue el peor error de su presidencia.

“Probablemente (nos equivocamos en) no planear el día después de lo que creo fue la decisión correcta de intervenir en Libia”, dijo el ex mandatario estadounidense.

Télam.



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