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Interés general 18 de diciembre de 2017

Somalia de rodillas

Por Raquel Pozzi Prof. en Historia/Analista en Política Internacional

 

La República Federal de Somalia -antigua colonia italiana y británica- actualmente es considerada como el ejemplo de “estado frágil” en el marco global, ubicada en el cuerno de África comparte frontera con Etiopía; Yibuti; Kenia; Golfo de Adén y Océano Índico, países limítrofes que no pueden regodearse de mejores condiciones sociales, económicas, políticas y DDHH.

A partir del derrocamiento de Mohamed Siad Barre en enero de 1991, Somalia se ha transformado en estado endeble por varias razones: el enfrentamiento interno de clanes y subclanes (Hawiye; Daarood; Isaaq; Dir; Rahanwhayn; Digil/Mirifle); el proceso independentista de Puntlandia y Somalilandia; las esperanzas fallidas con el actual presidente electo en febrero 2017 Mohamed Abdullahi Farmajo; la acción del grupo yihadista Al-Shabaab (ala radical del Consejo de Tribunales Islámicos); el tráfico de personas hacia el mar mediterráneo; la piratería en el golfo de Adén y la imposibilidad de obtener efectiva ayuda humanitaria para paliar los efectos de la peor sequía desde el año 2011 hasta la actualidad.

Ni siquiera la misión de la Unión Africana en Somalia (Amison) comandados conjuntamente entre la ONU y la Unión Africana con más de veintidós mil efectivos puede asegurar la paz en la región en el contexto de la crisis humanitaria que se profundizó por la ausencia de lluvias en los períodos denominados Deyr/de lluvias cortas (octubre-diciembre) y Gu/lluvias regulares (abril-junio).

Las zonas más afectadas por la sequía se encuentran obturadas por la presencia de Al-Shabaab que impide el acceso de alimentos y medicamentos. Al-Shabaab (Harakat al Shabaab al Mujahideen/Movimiento de jóvenes combatientes por el Islam) ha protagonizado dos de los atentados más cruento en la etapa de radicalización severa, el primero en el Hotel Safari (oct/2017) y en la cercanía conocida como intersección K5 la zona turística más importante donde un coche bomba generó una explosión sin precedentes y el segundo en un mercado donde funcionaba la antigua sede Aerolíneas nacional Somalia Airlines, la brutal intensidad del atentado ha cobrado cantidad de víctimas que ascienden día a día por la gravedad de los heridos, hasta ahora contabilizados, 512 muertes.

La peor acción del terrorismo islamista que somete brutalmente despojos de un estado en putrefacción política aun cuando se haya renovado el espacio gubernamental, de hecho, nada funciona en Somalia.

Aniquilamiento de la esperanza

Los conflictos entre el GFS (Gobierno Federal de Somalia) y Al-Shabaab se intensificaron en estos últimos meses con la llegada de combatientes yihadistas del ISIS desplazados de Siria e Irak. La ayuda de Amison si bien es sumamente importante no logra neutralizar el avance impiadoso de las fuerzas islamistas. El control de las áreas rurales en las regiones de Bay, Gedo, Baja Shabelle y Juba Medio mantiene en vilo a los pobladores obligadas a desplazarse por el embate feroz que realizan las milicias con atentados suicidas, la utilización de explosivos improvisados y otras formas de destrucción en ataques selectivos para imponer presencia a través del terror y forzar a niños y jóvenes a unirse a sus filas.

Los niños/niñas soldados conforman una buena parte del ejército forzados a realizar todo tipo de tropelía. Por las calles de Mogadiscio nada conmueve niños mutilados en la mayoría huérfanos son el reflejo de una sociedad destruida por los constantes bombardeos y sometidos a la barbarie política de la corrupción inter-clanes sobornados por financiamiento externo cuyos intereses radican en la perpetuidad del conflicto en Somalia.

Con una población de 14 millones de habitantes, Somalia está ubicada en el puesto 190 por volumen de PIB per cápita (2017). El bajísimo nivel de vida responde a la fragilidad de sus instituciones, la corrupción y el centro operacional del grupo extremista Al-Shabaab. Ninguna de las carreteras están libradas del monitoreo constante de las fuerzas tribales que responden a los yihadistas o clanes que son opositores a Al-Shabaab y que aspiran al control de la zona. De un lado y del otro gravan con impuestos el transporte de alimentos, agua y medicamentos por lo que se transforma inviable la llegada de cualquier ayuda humanitaria.

Desplazamientos y diáspora

Con la llegada de combatientes somalíes desde Yemen el territorio se transforma en un panorama dantesco sobre todo entre Mogadiscio y Afgooye. Pobreza, analfabetismo y la imposibilidad de cualquier contención institucional transforman a los jóvenes en reclutas de los grupos extremistas que pululan en África, desde Boko Haram; Al-Mourabitoun; Mujao o Al-Qaeda; Daesh; Al-Shabaab y talibanes que utilizan la marginalidad y la infelicidad que subsiste en los infantes para transformarlos en soldados. La guerra es contra todos, el eclecticismo de los fundamentos dificulta la posibilidad de ordenar la multiplicidad de causas de la actual situación en Somalia que exporta la incuria hacia las fronteras.

Desbordado el campo de refugiados superpoblado Dadaab en el límite con Kenia agoniza luego de 25 años de funcionamiento. En el desierto al noreste de Kenia Dadaab acoge a los desesperados somalíes que logran llegar con vida luego de travesías de asaltos, violaciones, la ira de los soldados, hambre, sed y enfermedades. Los que superan todas las adversidades llegan en las peores condiciones humanitarias al campo de refugiados que no puede ni siquiera alimentarlos durante los primeros diez días por el colapso y la carencia de todo, sólo les pueden asegurar un poco de seguridad. Los tres campos Dahagaley; Hagadera e Ifo están integrados territorialmente y forman Dadaab, el campo de refugiado más grande del mundo, el más sufrido en la tribulación constante de acotados sectores que dedican abúlicos espacios para concientizar que el ISIS sigue fagocitando embriones dentro de otras células que ya tienen estructuras sólidas como Boko Haram; Al-Shabab y otros.

Somalia es el estado frágil, dónde el ensañamiento tiene objetivos claros: destruir lo que varias veces ha sido destruido, el encono con la vida y la muerte, demoler el pasado arrebatado, aniquilar el presente rapiñado y desvalijar toda perspectiva de futuro. A pesar de ensayos de fórmulas diplomáticas para mitigar tamaño flagelo como la resolución 2387 (Nov/2017) del Consejo de Seguridad de la ONU reafirman, condenan, toman notan y expresan preocupación por los informes de Supervisión, pero sólo son términos, vocablos o pulsiones de deseo, Somalia según la teoría del antropólogo Marc Augé, se ha convertido en el “No-lugar” donde recae la vesania del terror a sabiendas que nada queda ni quedará y que los retumbos de las explosiones más letales no llamarán la atención de la aldea global porque en todas partes del mundo asola algo peor que la desgracia, la ausencia de misericordia y de fe.