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La Ciudad 1 de agosto de 2016

Su alianza con Bill Gates convierte en noticia a un laboratorio marplatense que nació en un quincho

Se trata de Laboratorios Gihon, que funciona en el Parque Industrial de Mar del Plata. La fundación de Bill Gates, que promueve la inmunización contra enfermedades en los países más pobres del mundo, la apoyará financieramente para garantizar el suministro de vacunas.

Los hermanos Chevalier, en su laboratorio del Parque Industrial de Mar del Plata.

Por Gabriel Coronello Aldao

La vinculación entre Laboratorios Gihon y la fundación del magnate Bill Gates será uno de los pilares que asegurará que millones de niños de los países más pobres del mundo tengan acceso a vacunas contra distintas enfermedades en Africa, Asia y América Latina.

Gihon es una empresa marplatense que funciona en el Parque Industrial de Mar del Plata y que es reconocida por ser el prinicipal proveedor del mundo de un conservante para vacunas.

De ahí que, ante el reto de inmunizar a millones de personas en condiciones de vida extremas, la fundación de uno de los millonarios más reconocidos del mundo haya posado su atención en la empresa local, apoyando su actividad.

Tiempo atrás, LA CAPITAL entrevistó a sus dueños, quienes describieron de qué manera su compañía llegó a transformarse en lo que es.

Aunque conserva todas las características de una empresa familiar, Laboratorios Químicos Gihon llegó a convertirse en una de las compañías de vanguardia dentro de la industria local. Dedicada al desarrollo y a la elaboración de productos químicos, nació hace más de 20 años cuando los Chevalier -una familia en la que abundan los químicos de profesión- convirtieron al quincho de su propia casa en un pequeño laboratorio. Ahí mismo se propusieron elaborar una sustancia utilizada como conservante de vacunas, bactericida, antiséptico y desinfectante, que hasta ese momento sólo era fabricada por una multinacional europea.

A fuerza dedicación, los hermanos Alberto y Ricardo Chevalier, junto a su padre -Tito para todos los que lo conocieron y mentor del proceso de elaboración primario-, lograron descubrir de qué manera elaborar algunas muestras.

A partir de ahí montaron una pequeña empresa que con el tiempo llegó a convertirse en la única fabricante de thimerosal del mundo. Si bien el thimerosal sigue siendo el principal compuesto que elabora la empresa, con los años Gihon ganó prestigio internacional y fue estimulada por sus propios clientes y como consecuencia de su estrategia de crecimiento, a desarrollar y a elaborar otros compuestos de síntesis compleja.

Es así como hoy en día la compañía produce más de 20 productos químicos que se utilizan como insumos e intermediarios de otras industrias afines, principalmente la farmacéutica, médica, veterinaria, agroquímica y alimenticia. Tras el fallecimiento de Chevalier padre, la empresa quedó en manos de Ricardo, técnico químico, y de Alberto, doctor en Ciencias Químicas, investigador del Conicet y docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

– ¿Cuál es el origen de esta empresa?

– Ricardo: esta es una empresa familiar que nació en el año ’89, luego de varias charlas con nuestro padre que era un químico con gran experiencia en el desarrollo de nuevos productos. Nosotros crecimos jugando con él en el laboratorio y todo fue confluyendo para que en un determinado momento nos decidiéramos a hacer un proyecto familiar propio. No sabíamos bien qué hacer pero estábamos resueltos a iniciar algo entre nosotros con bastante entusiasmo y audacia. Así que empezamos charlando y llegando a la conclusión de que teníamos que aprovechar la experiencia de cada uno para elaborar un producto que no se fabricara en el país, porque era un momento muy complicado para importar ciertas cosas.

– ¿Y qué se les ocurrió hacer?

– Ricardo: en lo que primero pensamos fue en el thimerosal, un producto que se utiliza como conservante en la mayoría de las vacunas, entre otras cosas. Hicimos estudios de mercado, investigamos cuál era la producción en el mundo, cuánto se compraba en el país, quiénes eran los importadores, para qué se usaba y nos lanzamos a investigar. Nos juntábamos en el quincho de casa a la madrugada hasta que finalmente logramos algo.

– ¿Y cuál fue el resultado?

– Ricardo: la verdad es que sabíamos que habíamos logrado hacer thimerosal pero al principio no teníamos ni idea de cuál iba a ser la repercusión. Recién cuando enviamos a analizar algunas muestras nos dimos cuenta de que el producto tenía una aceptación altísima y que hasta superaba la calidad del mismo producto que hasta entonces sólo se hacía en una multinacional europea.

– ¿Cuál era el mercado para el cual ustedes estaban desarrollando este producto?

– Ricardo: la idea era sustituir la importación prioritariamente, aunque teníamos la ilusión de poder abastecer a países de la región como Brasil. En ese momento en el Mercosur todavía no se fabricaban vacunas, así que pensábamos que nuestro thimerosal iba a servir para otros usos, como antiséptico, bactericida o desinfectante hospitalario y doméstico. Además, ingresar al mercado de vacunas no es sencillo porque se trata de una actividad muy delicada y altamente regulada en los países del primer mundo. Por eso al principio apenas pensábamos en sustituir las importaciones.

– ¿Cómo se financiaron para encarar esta actividad?

– Ricardo: tuvimos muchos padecimientos, porque empezamos a vender autos, la casa de fin de semana y esperar durante horas en los bancos para que alguien nos atendiera. Por eso hoy sentimos un gran orgullo al ver que se pudo crear una empresa reconocida, que cuenta con un personal de doctores en química, licenciados en química, ingenieros químicos, ex investigadores del Conicet, profesionales que han trabajado en el exterior, y que además cuenta con un laboratorio de investigación y desarrollo y control de calidad que no posee ninguna otra empresa en su conjunto.

– ¿Y qué sucedió una vez que comenzaron a comercializar el thimerosal?

– Ricardo: nos empezamos a encontrar con gratas sorpresas que al mismo tiempo nos generaban un aprieto importante porque seguíamos trabajando en el quincho de mi papá y teníamos una demanda creciente. La verdad es que nosotros nos conformábamos con suplantar la importación. Pero cuando vimos que esto funcionaba y el producto era bueno nos dimos cuenta de que necesitábamos convertirnos en industria. Y ahí empezamos a buscar préstamos, llegando a los bancos con pelo largo y con nada de respaldo porque teníamos todo vendido o hipotecado.

– ¿Encontraban apoyo?

– Alberto: era un proyecto ambicioso y con gran proyección en el campo de la farmoquímica pero que era muy difícil de explicar. Los gerentes de los bancos no entendían a qué nos dedicábamos realmente y qué era lo que queríamos producir. Lo que nosotros hacemos, que en una de sus facetas se llama síntesis organometálica fina, es algo muy específico y complejo. Trabajamos construyendo moléculas y pegando átomos o grupos de átomos a través de enlaces químicos por diferentes tipos de reacciones, y cada paso tiene un costo que fundamentalmente se realiza con mano de obra especializada. Es como una línea de montaje imposible de mostrar. Por eso cuando les explicábamos esto, que para nosotros era muy importante, los gerentes de los bancos nos miraban sin entender lo esencial del proyecto. Recién cuando les decíamos que podíamos ser los únicos en el mundo en hacer esto se entusiasmaban un poco.

– ¿Cómo llegaron a ser los únicos productores de thimerosal en el mundo?

– Alberto: a comienzos de los ’90 la industria argentina estaba muy desprestigiada en el exterior porque no se cumplía con los compromisos y se había ganado una muy mala fama. Lo primero que tuvimos que hacer fue derribar el mote de chantas. Nadie creía que una empresa de Argentina radicada en una ciudad turística como Mar del Plata fuera capaz de hacer un producto de alta complejidad y calidad, de síntesis orgánica fina para formar parte de las formulaciones de las vacunas que se distribuían por todo el mundo. Ese fue uno de los escollos que hubo que saltar y lo hicimos con conducta y honestidad, cumpliendo siempre con la calidad del producto y la formalidad en las entregas.

– Ricardo: tuvimos que pedir por favor que nos tuvieran confianza. Cuando nosotros logramos después de mucho trabajo construir la planta en el Parque Industrial y empezamos a sacar las primeras partidas a Europa un día se contactó con nosotros el productor europeo. En resumidas cuentas reconoció que nuestro producto era de mejor calidad y más estable que el suyo, e hicimos un acuerdo estratégico por el cual esa empresa se convirtió en nuestro distribuidor mundial a excepción de Sudamérica, donde hoy distribuimos nosotros mismos para no correr el riesgo de tener un solo cliente. Hoy los clientes son los principales laboratorios del mundo, que nos auditan permanentemente.

– ¿Y de qué manera pasaron de elaborar thimerosal a desarrollar y producir otros compuestos químicos?

– Ricardo: a partir del thimerosal empezamos a tener un nombre y un reconocimiento. Las empresas veían que cumplíamos, que el producto era de calidad, tenía buen packaging y que cualquier duda técnica era explicada de manera inmediata por nuestros científicos. A partir de ahí los mismos clientes nos pidieron que además de thimerosal comenzáramos a producir otros productos similares complejos que les costaba conseguir. A partir de eso comenzó a desarrollarse el corazón de esta empresa, que es el laboratorio de investigación y de desarrollo, lo que nos transformó en una empresa científica.

– Alberto: la estrategia de la empresa consiste en sintetizar compuestos químicos de alto valor agregado y bajo volumen, esto facilita la etapa de desarrollo y el salto a la escala industrial. Siguiendo con la línea del thimerosal, nuestro laboratorio de investigación y desarrollo se encontraba especializado en algunos tipos importantes de reacciones de síntesis aplicadas a la formación de moléculas, de allí en más y con estas capacidades pudimos satisfacer las necesidades de nuestros clientes en un campo que en la jerga denominamos “síntesis a pedido”.

– Si tuvieran que explicar de manera sencilla a qué se dedica hoy esta empresa, ¿qué dirían?

– Ricardo: investigamos y hacemos desarrollos para luego producir y vender. Trabajamos con un concepto científico y comercial porque diseñamos productos químicos complejos para que sean utilizados en la actividad industrial.

– Alberto: nosotros generamos “know how” para producir algo, enfocado a un producto. Para ello contamos con un laboratorio con equipamiento e instrumental muy específico y variado, donde hacemos los ensayos iniciales de desarrollo a escala de laboratorio y contamos además con una planta piloto muy completa y versátil. Finalmente esto nos permite proyectar la producción al nivel de una planta industrial. Por supuesto, Gihon tiene un laboratorio de control de calidad altamente equipado con diversas técnicas de medición y determinaciones. Nosotros tenemos capacidad para atravesar estas tres fases de manera fluida y escalable y eso es algo singular dentro de esta actividad.

Incursiones en bío y nanotecnología

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En los últimos años Laboratorios Gihon comenzó a incursionar en nuevos campos de desarrollo, ligados a la biotecnología y la nanotecnología, dos disciplinas en auge a nivel mundial vinculadas al trabajo y la manipulación de moléculas y átomos. Según explicó el doctor Alberto Chevalier, la empresa de dedica a la producción a pedido de “linkers” que son utilizados para realizar síntesis peptídica en fase sólida,

“En el campo de la Nanotecnología hemos cerrado una alianza con una empresa de base tecnológica en Estados Unidos para instalar en Mar del Plata un plataforma para la producción de nanopartículas que pueden encerrar desde citotóxicos, antibióticos o radioisótopos pasando por una gran variedad de moléculas activas en su interior”, dijo Chevalier, quien subrayó que además existirá la posibilidad de “funcionalizar la superficie de la nanocápsula para direccionarla casi a voluntad, lo que tendrá un gran impacto en variados campos de investigación como la medicina, el diagnóstico o la alimentación. ”

La experiencia de la Stevia

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Laboratorios Químicos Ghion fue la primera empresa argentina que logró obtener a partir de las hojas de una planta llamada Stevia Rebaudiana Bertoni (SRB), un endulzante natural que es cada vez más utilizado en el mercado mundial. Los principios activos endulzantes son los llamados glicósidos de esteviol y entre los más importantes se encuentran el rebaudiósido A y el Steviósido. Años atrás, la empresa se vinculó, entre otros, con la Cooperativa Tabacalera de Misiones, productora de las hojas de la SRB, con quienes formalizaron un acuerdo para que Gihon desarrollara en su laboratorio una tarea que hasta entonces nadie había logrado concretar con éxito en el país: extraer de las hojas de la SRB y mediante un método natural, las moléculas endulzantes que, a diferencia del azúcar (sacarosa) no poseen calorías y no tiene los problemas de toxicidad atribuidos a otras sustancias artificiales (edulcorantes) como la sacarina, acesulfame o el aspartamo. Si bien en Sudamérica ya se podían extraer los principios activos endulzantes de la SRB, los métodos utilizados aplicaban solventes, con los consecuentes problemas originados al medio ambiente y al producto mismo. El logro de Gihon consistió en alcanzar el mismo resultado mediante un procedimiento natural, utilizando agua ultrapura como medio de extracción. Este desarrollo dio pie para que en 2005 Gihon se asociara con la Cooperativa Tabacalera de Misiones con el fin de montar en Mar del Plata una fábrica productora de este endulzante natural. El proceso fue patentado y hoy en día se utiliza en otras partes del mundo. La Planta Productora Mar del Plata operó durante algunos años hasta que finalmente la elaboración de este producto se trasladó íntegramente a la provincia de Misiones, donde crece la Stevia.

Según le explicó a LA CAPITAL el doctor Alberto Chevalier, esta experiencia pone de manifiesto una de las principales cualidades de la empresa, la de poder realizar investigación científica en el laboratorio, generando conocimiento para aplicarlo a la producción. “Cuando decimos que hacemos desarrollo nos referimos a que esta compañía tiene la posibilidad de hacer ciencia aplicada gracias a contar con personal altamente calificado, con formación de grado y posgrado”, subrayó. “Nuestra tarea consiste en descubrir de qué manera se obtienen y se generan compuestos químicos de manera sintética siguiendo un camino propio para hacerlo”, explicó.