Los argentinos hemos elegido la democracia como el mejor camino para lograr el bien común de toda la Patria. Este camino reclama la participación de todos. La intervención directa en partidos y espacios políticos, el aporte en organizaciones sociales y ONGs, los servicios de los distintos ámbitos educativos y religiosos, los sindicatos y gremios, los equipos empresariales y los organismos gubernamentales son algunos de los espacios donde se puede trabajar en esta línea.
Sin embargo, el espacio más universal e inclusivo sigue siendo el voto. En él todos quedamos representados. El voto, de alguna manera, nos “hermana” a todos. Vale lo mismo el voto de una persona instruida y una no instruida, el de un joven y un anciano, el de un pobre o un rico, el de una persona creyente o un ateo. Sí, el voto nos “hermana” y vale lo mismo para cualquier argentino que le corresponda hacerlo. Podríamos afirmar sin ambages: “su voto vale”.
Este domingo 22 de octubre volvemos a votar. Cada uno elegirá, desde su concepción ideológica y desde su punto de vista sobre la realidad, aquellos candidatos que considere que representan lo humanamente mejor posible los valores que quiere acentuar. Recordemos entonces, y recuerde al entrar al cuarto oscuro que “su voto vale”. ¿Qué “vale” su voto? Vale justamente todos los valores que usted desea para nuestra Patria. Me permito solo recordarle un valor fundamental y que puede y debe abrazar a todos los otros: la paz. Por eso, a la hora de elegir, tenga presente qué representantes nos pueden llevar de forma más decidida por el camino de la paz. Una paz que no es abstracta. Una paz que no es superficial. Una paz que va de la mano de la verdad, el bien y la justicia; que es inclusiva y tiene en cuenta la totalidad de los derechos humanos. Una paz “viva”, comprometida con la realidad y la historia: no necesitamos ni queremos una caricatura de la paz.
La pluralidad ideológica es saludable si no rompe con el valor universal de la paz auténtica. Que todos los argentinos, el próximo domingo al acercarnos a las urnas recordemos que “nuestro voto vale” y apostemos por la paz.
Obispo de Mar del Plata*
