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La Ciudad 14 de mayo de 2017

Sugerencias y cuidados a la hora de podar

Vecinos de distintos barrios de la ciudad se quejaron por el estado en que quedaron algunas especies después del paso de la motosierra o el serrucho. La importancia del cuidado del arbolado urbano.

Aunque la poda no debe realizarse en alguna estación específica del año, en esta época muchos vecinos se deciden por achicar las copas de sus árboles aunque la tarea debería “ser parte de un plan previsto de forma estratégica por Estado, porque más allá del cuidado del medio ambiente también se trata de una cuestión económica”, opinó el paisajista Nicolás Antoniucci.

Es que muchos vecinos del barrio Pinos de Anchorena o Constitución, por ejemplo, se comunicaron con el vivero que lleva el apellido del paisajista debido “a las carnicerías que hicieron con sus árboles”, quejándose por el estado en que quedaron las especies arbóreas en la zona, que fueron podadas por personal de EDEA.

Si bien desde la empresa reconocieron que “en algunas zonas se mandó podar porque los ramas de los árboles golpean los cables de media tensión y se cae el servicio”, no pudieron precisar las zonas geográficas en las que actuaron.

Por su parte, Antoniucci aseguró que la poda del arbolado urbano debería convertirse en “política de Estado, empezando porque se encarguen de la misma personas que conozcan el tema y cuenten con los medios necesarios, como sucede con los servicios urbanos restantes y que la misma no quede librada al criterio de cada frentista”, señaló.

El especialista describió que Mar del Plata no cuenta con especies arbóreas autóctonas y que se foresta con “las que mejor se adaptan al clima”, como pueden ser “tilo, plátano, robiña, fresnos. Es importante que se adapte tanto la estructura como la copa”.

Características

Así, el arbolado urbano debe tener “follaje caduco, porque queremos sombra en verano pero en invierno necesitamos sol. La copa debe ser alta y a partir de un único tronco, porque necesitamos que sobrepase la altura de los artefactos de alumbrado público para que no eclipsen su iluminación. Tampoco los comerciantes querrán que una copa baja le tape la fachada de sus negocios ni sus marquesinas”.

En cuanto al tamaño de los mismos, Antoniucci consideró que el tamaño “debe ser acorde al tipo de vereda donde será plantado. No es lo mismo una vereda céntrica, sin banda de césped, que una de un barrio residencial o una avenida. Una incorrecta elección puede influir en roturas de veredas por raíces superficiales o escaso tamaño para alcanzar el efecto de abovedado con las planta de la vereda de enfrente”.

Antoniucci describió la técnica correcta para podar: “Tiene que ser de abajo hacia arriba y formar una especie de hueco en el centro, por eso el nombre de copa. Tiene que quedar el tronco pelado y arriba el follaje y los cortes deben ser al ras, para que no se genere una cicatriz en el árbol que permita el ingreso de enfermedades oportunistas”. Además resaltó la importancia de que “la tarea quede en manos de profesionales”.

Beneficios

El arbolado impacta positivamente sobre la actividad humana y la contaminación resultante de la misma.

Por ejemplo, de dicha actividad resultan los ruidos estridentes de los motores -el ruido más generalizado de todos- y la masa vegetal actúa como amortiguador de las ondas sonoras. Por el contrario, los edificios y las calles, o sea, el hierro y el hormigón, funcionan como caja de resonancia aumentando el ruido, haciendo chocar las ondas sonoras sobre sus superficies duras y multiplicándolas por efecto del eco.

También ayudan a “limpiar” el aire, como el del hollín de los escapes de los vehículos o los provenientes de las fábricas o la tierra que vuela de los caminos por falta de cobertura vegetal.

Una enorme cantidad de ese polvo en suspenso en el aire es atrapado en las copas de los árboles y luego disuelto por la lluvia, llegando al suelo sin pasar por nuestros pulmones.

También los árboles ayudan a moderar las temperaturas de la ciudad.

“Está demostrado por la universidad de Entre Ríos -reseñó Antoniucci-, con estudios comparativos que hicieron entre ciudades como Buenos Aires (una de las capitales mejor forestadas del mundo) y la de Ezeiza. que está a la misma latitud pero mal forestada y tienen una diferencia térmica de 9º”.

En cuanto a las edificaciones, recordó que “las estructuras de hierro y cemento tienen la capacidad de hacer rebotar las ondas de calor y también de absorberlas para ir largándolas de a poco como una loza radiante, mientras que los árboles impiden que el sol llegue al cemento y se evita todo ese proceso”.

Finalmente se preguntó “si pensamos alguna vez cuánto nos cuesta un árbol y cuánto dinero nos hace ahorrar”.



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