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Opinión 27 de mayo de 2016

Tiempo de descuento

por Walter Schmidt

El gobierno de Mauricio Macri ingresará en unas semanas en el esperado “segundo semestre” que debería reflejar, según lo manifestado por los habitantes de la Casa Rosada, en un mejora en los índices de la vapuleada Economía.

La estrategia comunicacional del Poder Ejecutivo se basó en las últimas semanas en una catarata de anuncios de inversiones, subrayando la consecuente generación de cientos de empleos, pero cuyo efecto en el ánimo de la sociedad es todavía un interrogante.

No es necesario teorizar demasiado para comprender que la ciudadanía percibirá una mejora en la Economía cuando el consumo aumente y se convierta en una tendencia; cuando la inflación baje y se transforme en una tendencia; y cuando los trabajadores dejen de padecer el temor al despido.

En una Argentina de una cultura triunfalista, el futuro del gobierno de Macri podría estar atado al éxito o al fracaso, según cómo le vaya en este semestre.

Si el Ejecutivo logra trasladar a la opinión pública y al clima social la idea de que la Economía finalmente arrancó, no sólo es probable que Cambiemos se consolide en la cima del poder y avance en la aprobación de leyes clave sino que es factible que encare las elecciones legislativas del próximo año con muy buenas perspectivas, con aires triunfalistas.

El oficialismo necesita un logro electoral no sólo para consolidar el rumbo que le implementó al país sino para hacerse de legisladores nacionales y bonaerenses, y dejar de lado la dependencia que hoy tiene de otras fuerzas, como el Frente Renovador de Sergio Massa, para cogobernar en la provincia o aprobar leyes en el Congreso Nacional.

Sin embargo, si el macrismo no logra mostrar un avance en la alicaída economía, es probable que algunas fuerzas recrudezcan su oposición (el peronismo en sus distintas vertientes), de la mano de un aumento de la conflictividad social.

De hecho, en diálogo con DyN, el titular del PJ nacional, José Luis Gioja, advirtió que “la olla va tomando temperatura”, en alusión a los niveles de conflictividad social a partir de los múltiples aumentos de tarifas y productos de la canasta básica.

El problema del presidente Macri no radicaría en la falta de interés en potenciales inversiones sino en los tiempos. Por eso el gobierno apunta a los proyectos avanzados que se frustraron en 2015 y puedan ser reactivados inmediatamente.

No obstante, una vez mas, el recurso de la obra pública parece ser la herramienta mas eficaz y rápida que tiene a mano la administración central, para empezar a mostrar esas señales que le hagan creer a la sociedad que “lo mejor está por venir”.

DyN.



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