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Interés general 17 de junio de 2016

Una visita al Museo del Mañana

Ubicado en Río de Janeiro, ofrece una narrativa sobre cómo podremos vivir y moldear los próximos 50 años.

 

por Fernando Martin

De frente a la magnífica bahía de Guanábara, en la ciudad de Rio de Janeiro se inauguró recientemente el llamado Museu do Amanha (Museo del Mañana) un espacio para pensar el planeta. Este predio traduce en su forma y en su proyecto arquitectónico la preocupación por la sustentabilidad.

Un museo de ciencias diferentes, un ambiente de ideas, exploraciones y preguntas sobre la época de grandes cambios que estamos viviendo y los diferentes caminos que se abren para el futuro; orientados por valores éticos de “sustentabilidad y conciencia”. El edificio ofrece una narrativa sobre cómo podremos vivir y moldear los próximos 50 años.

Por medio de ambientes audiovisuales, instalaciones interactivas y juegos digitales disponibles al público en portugués, español e ingles, transforman a este espacio en un universo donde la ciencia, el arte, la razón, la emoción, el lenguaje, la tecnología, la cultura y la sociedad se encuentran.

El recorrido nos lleva a un paseo por el Cosmos, la Tierra , el Antropoceno, la Galería de las Formas, el Mañana y La Galería del Tiempo hasta llegar a Nosotros.

La estructura fue proyectada por el célebre arquitecto español Santiago Calatrava y ocupa un área de 30 mil metros cuadrados con jardines y bici sendas, forma parte del proyecto de revitalización de la zona histórica – portuaria denominado “Porto Maravilha”.

Al final de la galería del tiempo, se observa una frase del escritor Jorge Luis Borges: “A unos trescientos o cuatrocientos metros de la Pirámide me incliné, tomé un puñado de arena, lo dejé caer silenciosamente un poco más lejos y dije en voz baja: Estoy modificando el Sahara. El hecho era mínimo, pero las no ingeniosas palabras eran exactas y pensé que había sido necesaria toda mi vida para que yo pudiera decirlas“.

El predio del museo posee 15 mil metros cuadrados, en dos plantas conectadas entre si por rampas de acceso, la generación de energía para hacer funcionar esta verdadera nave proviene de más de 6 mil placas de captación de energía solar colocadas en los arcos y alas de la estructura, estas placas se mueven y orientan de acuerdo a la posición del sol aumentando la eficiencia en almacenar calor. El proyecto también valoriza la entrada de luz natural en los ambientes internos.

En su área externa se plantaron especies nativas de restingas típicas de la costa del estado de Río de Janeiro como el Jeriva que componen el jardín del museo y le dan ese aire tropical junto a los espejos de agua que es extraída del mar para abastecer las piscinas y el sistema de refrigeración del predio donde contribuye al intercambio de calor. La misma después de ser usada en la climatización del museo es devuelta más limpia al mismo mar de la Bahía de Guanabara.

(*): Especial para LA CAPITAL.