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El País 8 de diciembre de 2016

Cambiemos: un primer año en el poder con altibajos y la urgencia por un triunfo en 2017

Por Daniela Mozetic

(DyN) – La alianza oficialista Cambiemos logró cumplir su primer año en el poder con algunos altibajos, como consecuencia del escaso camino recorrido en conjunto previo al triunfo de Mauricio Macri, y ya comienza a trazar los primeros objetivos de cara al desafío electoral de 2017.

El lanzamiento de la Mesa Nacional de Cambiemos en octubre pasado, con Macri, Elisa Carrió y Ernesto Sanz a la cabeza, fue uno de los hitos en la consolidación del espacio que tuvo que superar varios cortocircuitos originados, en su mayoría, en diferencias por cuestiones de gestión y de posicionamiento.

El PRO tuvo un innegable protagonismo en la definición del rumbo de las políticas del gobierno y si bien el radicalismo comenzó como un tímido socio destinado a aportar únicamente su despliegue territorial, con el correr de los meses pudo defender su lugar en la construcción oficialista.

Distinto fue el perfil que adoptó Carrió durante el primer año de Cambiemos. Desde el principio dijo que no estaba dispuesta a aceptar cargos en la conducción nacional pero no por eso resignó sus impulsos morales que la pusieron en más de un aprieto con el Presidente.

Corte por decreto, no. Lorenzetti y Angelici, afuera. Blanqueo de capitales, de ninguna manera. Aumentos de tarifas, excesivos.

“Inmanejable”, fue el calificativo que utilizó la vicepresidenta Gabriela Michetti para referirse a una Lilita explosiva, que también se cruzó con el ministro de Energía Juan José Aranguren, pidió la salida del jefe de la Policía Bonaerense, Pablo Bressi y cuestionó al vicecanciller Carlos Foradori, que ya está con un paso afuera del ministerio que comanda Susana Malcorra.

El radicalismo, por su parte, cumplió con su parte al dar un fuerte respaldo a los proyectos del Ejecutivo en el Congreso, aunque con algunas disidencias en temas como la reforma electoral -no quería eliminar las PASO-, el rechazo a la incorporación de funcionarios en el blanqueo de capitales o la presión para incorporar la paridad de género en las listas electorales.

Este delicado equilibrio que Macri fue manteniendo durante todo el 2016 en Cambiemos, a fuerza de gestos internos como las citas informales que mantuvo con Carrió en Olivos, la incorporación de Sanz en reuniones del gabinete nacional o la consideración a los ministros radicales de su equipo, deberá profundizarse el año próximo para superar las elecciones de medio término.

Es que Macri tiene presente que la continuidad sin sobresaltos de Cambiemos depende de una victoria en las legislativas, que le den un pasaporte a una eventual reelección en 2019, anhelo que ya no oculta.

Al igual que en 2015, ninguna de las tres fuerzas que integran la coalición gobernante tiene peso propio para ganar una elección y por eso es necesario que la sociedad siga teniendo vigencia.

Además de la mesa nacional de Cambiemos, durante este año se conformaron las representaciones provinciales de la alianza oficialista, con un gran protagonismo del jefe de Gabinete, Marcos Peña y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, como principales impulsores del armado territorial.

El dilema para el próximo año será definir si Cambiemos se mantiene con los integrantes originales o si escucha sugerencias de referentes como el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, que piden incorporar a ciertos sectores del peronismo para reforzar la oferta electoral.



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