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La Ciudad 28 de julio de 2017

Cheverry: de la receta heredada a consagrarse como una de las mejores cervecerías de Sudamérica

De Roberts a Mar del Plata. De contadores a cerveceros. Del departamento familiar al bar de fábrica. De la peña con amigos a cervecerías de la ciudad y el país. De “una porquería” a medallas de oro. Del sueño del bar propio a la cervecería tipo tonel. De pies a cabeza un emprendimiento 100 por ciento familiar. Conocé la historia de Cheverry.

Por Alvaro D’Elia

Federico y Juan Ignacio Echeverry son dos hermanos oriundos de Roberts, localidad bonaerense del partido de Lincoln, que llegaron a Mar del Plata para comenzar sus estudios universitarios. Pero no lo hicieron solos, sino que también arribaron con “la intriga” y “el bichito” de poder fabricar su propia cerveza artesanal en la ciudad. Ese “bichito”, cual mosca zumbando al oído constantemente, fue por el interés que les despertó una herencia familiar.

Allá por el ‘96, en Roberts, la abuela recibió una receta de cerveza de su tía en parte de herencia. “Cuando me entero, inmediatamente se la pido y digo ‘voy a hacer cerveza’”. Desafortunadamente, “la receta nunca la encontró”, relató Federico.

Pasaron los años y finalmente, a principios del 2010, los hermanos Echeverry lograron realizar sus primeros litros de cerveza después de tanto buscar los insumos necesarios y con la poca información que pudieron recolectar de internet. Las primeras cocciones las hicieron en su departamento, aquel que recibió a varios de la familia en sus comienzos universitarios. Para armar el equipo cervecero, solo fue necesario una heladerita de playa y una olla de 30 litros de aluminio. ¿El resultado final de la primera cocción? “Una porquería”, describió.

Lo anecdótico fue que, tras más de veinte años y con la cervecería Cheverry ya instalada como una de las mejores del país y de sudamérica, la abuela llamó llorando a su nieto y le dijo: “Federico, no sabés, encontré la receta de la cerveza”.

¿Cuándo fue que hicieron el click y se dieron cuenta que debían estudiar, investigar, y hacer otra cocción y otra y otra?, preguntó Indy Marini, conductor de Pasión Cervecera.

Los hermanos Echeverry tenían una peña con amigos los domingos y empezaron a llevar la cerveza en botellas, de fermentación natural, “esa que te queda el barrito abajo”, explicó el brewmaster -aunque reconoció que no le gusta que lo llamen así-.

Además, uno de sus amigos, dueño de un restaurant en la ciudad, les propuso llevar la cerveza a su negocio. Según Federico, “se la jugó”. “Estaba más loco que nosotros. Quiero esa cerveza en mi bar es muy fuerte. Evidentemente, ninguno sabíamos nada de cerveza”, deslizó entre risas.

Fue allí cuando inició la “aventura”. Dejaron el hobbie de lado y comenzaron con las cocciones “en serio”, hasta que llegó un momento que no podían abastecer a su amigo por temas de infraestructura.

Si ya estaba loco desde un principio, aún más cuando le ofreció a Federico y a Juan Ignacio usar las instalaciones de una fábrica que tenía abandonada y poner en marcha una cervecería propia. “Era una vieja fábrica de dulces artesanales”, recordó el secretario de la Cámara de Cervecerías Artesanales de Mar del Plata.

Finalmente, se asociaron. Solo faltaba lograr los productos que podrían a la venta. Tarea para nada sencilla. Y vaya si lo consiguieron… Es que después de estar más de dos años sin vender cerveza, cocinando a nivel industrial buscando el producto, salieron a la cancha con diferentes estilos y llegaron los reconocimientos.

En 2013 en Capital Federal se presentaron por primera vez en la South Beer Coup, la Copa Libertadores de cervecerías, con tres estilos y conquistaron medalla de plata con su Blonde Ale.

Al año siguiente, en Belo Horizonte, los cerveceros de Mar del Plata dieron cátedra. En tierras brasileñas, Cheverry sacó oro con la Barley Wine y los marplatenses ganaron “muchas” medallas, detalló Federico, al tiempo que “fue la ciudad del país más premiada”.

La edición de 2015 se organizó por primera vez en nuestra ciudad y, a diferencia de 2014, la alegría en suelo argentino fue completamente carioca. Pese a ello, Cheverry realizó una muy buena performance y conquistó tres medallas.

Nuevamente primer puesto para su Barley Wine y segundo puesto para la Old Ale y Doppelbock. Además, compartió segunda ubicación como mejor cervecería del año junto a Alturian, también de Mar del Plata.

Un año más tarde y nuevamente en Brasil, pero esta vez en Curitiba, Cheverry logró subirse al podio en dos oportunidades. Obtuvo medalla de oro por su tan premiada Old Ale y una de bronce por la Indian Pale Ale (IPA). Asimismo, las cervecerías argentinas ganaron nueve medallas y tres las aportó la producción local.

También en 2016, pero en el marco de la primera edición de la Copa Argentina de Cervezas, la empresa marplatense fue elegida como la mejor microcervecería del país y recibió cuatro medallas: una de oro por su versión Old Ale, dos de plata -Porter y English Brown Ale- y una de bronce por la Barley Wine.

Finalmente, este año Mar del Plata volvió a ser sede de la máxima competición cervecera. Jugando de local, las muestras de los hermanos de Roberts lograron un oro por su American Red Ale, una plata por su Session India Pale Ale (IPA) y un bronce por la Porter. Al igual que en 2015, pero esta vez junto a Berlina de Bariloche, fueron elegidos como segunda mejor cervecería de sudamérica.

Mar del Plata, la capital nacional de la cerveza artesanal
“El slogan de que Mar del Plata es la capital nacional de la cerveza artesanal es un poco egoísta y nació jugando”, manifestó Federico. Para él, también hay otras ciudades que se destacan en el rubro, como por ejemplo: “Bariloche, Capital Federal, Gran Buenos Aires y La Plata”.

“Lo planteamos como un juego en la South Beer Coup del 2015 que se realizó en la ciudad y dijimos: ¿Por qué es la capital nacional? ¿Por qué es dónde se produce la mayor cantidad de cerveza? ¿Por qué acá se hace la mejor?”, se preguntó.

Al fin y al cabo, Mar del Plata daba con algo de todo eso al ser la mayor productora en litros de cerveza artesanal en el país. “Faltaba demostrar en la competición de que realmente era la capital nacional por tener la mejor cerveza también, y lo logramos”.

En esa edición, Mar del Plata se consagró nuevamente como la ciudad argentina con más medallas. “Entonces, este juego no pudo ser refutado en ningún momento”, señaló el oriundo de Roberts, quien propuso con otros colegas que la capital nacional “sea móvil”, es decir, que la cantidad de galardones obtenidos en la South Beer Coup defina la ciudad del país que será durante todo un año la capital nacional de la cerveza artesanal.

El sueño del bar propio

“El sueño cuando empezamos a vender cerveza comercialmente siempre fue tener el bar propio. Después de 3 años lo logramos”, describió el brewmaster.

En 2016, el deseo se hizo realidad y se abrieron las puertas de la primera cervecería de Cheverry.

Ubicada en la calle Olavarría, el bar “es muy particular”, contó. “Es un tonel que en su interior está montada la cervecería con gastronomía dedicada a la cerveza”, y, lo más importante, “con toda la impronta de la familia Echeverry”. A Federico y Juan Ignacio se le suman Juan Enrique y Juan Esteban, y primos y tíos.

Además, como si todo esto fuera poco, en marzo de este año inauguraron el bar de la fábrica -ubicado en Libertad 6050- para que la gente pueda probar las cervezas en el lugar donde se producen. El espacio cuenta con 25 canillas con alrededor de 15 estilos de Cheverry y otros 10 productos de distintas cervecerías de Mar del Plata y del país. También existe la posibilidad de realizar visitas guiadas para que la gente pueda conocer de cerca cómo es el proceso de elaboración.

¿Cómo se mantiene el nivel de calidad durante tantos años?, consultó Indy.

“Muchísima suerte”, bromeó Federico. Ya en serio, planteó que “buscamos el producto y tratamos de repetirlo lo más fielmente posible. Hay parámetros que no modificamos mucho o ya sabemos donde tenemos que cambiar o ajustar para lograr el efecto deseado y seguir manteniendo calidad”.

Para uno de los fundadores de la marca, otro factor importante es la materia prima con la que trabajan, la cual “nunca” reciben de igual manera por factores externos. “Eso es lo hermoso de la profesión y de un producto artesanal. Te mantiene activo todo el día”, concluyó.