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Arte y Espectáculos 12 de noviembre de 2017

“El Marionetista es mi película más personal”

Actores y técnicos marplatenses trabajaron junto a Carlos Lascano para dar vida a un puñado de personajes que juegan entre la melancolía y el olvido. Filmada en el Puerto, se estrenará esta semana.

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“Hay mucho de mí en ese marionetista que intenta desafiar al tiempo y al olvido”, reflexiona el director de cine Carlos Lascano sobre su nueva película, un cortometraje de media hora que llamó “El marionetista” y que se estrenará este jueves a las 18 en el auditorio del Museo MAR (Félix U. Camet y López de Gomara).

Marplatense, radicado mitad de tiempo en España desde hace dieciséis años, Lascano suele pasar varios meses en esta ciudad. Con actores y técnicos locales armó un equipo para dar vida a Javier, personaje que encarna Lalo Alías.

“Javier es un titiritero que vive encerrado en su pasado, reviviendo cada día a través de sus marionetas, lo que fue su más bella historia de amor”, cuenta a LA CAPITAL, entusiasmado porque este filme y el anterior, “Lila”, también podrán verse el 25 de este mes en la Melany (San Luis 1750). Ese día, además, se proyectará “Refuge”, de la directora francesa Pamela de Massias y en el que Lascano participó como productor.

“El trabajo con los actores fue una de las partes que más disfruté, fue en los ensayos que fuimos definiendo los personajes, el trabajo de Lalo fue impecable y lleno de magia. Con Laura Federico, que tiene un rol misterioso irreal, no queríamos caer en algo caricaturesco, Mariana Vidal fue una revelación como actriz, Daniel Coelho aportó una solidez y presencia en la pantalla y Teo Carrer tiene un rol muy misterioso”, repasó sobre actores y actrices.

Su familia, a su vez, no quedó afuera. “El teatrito de marionetas y toda la estética de ese pequeño mundo la trabajé junto a mis padres”, dice. Su papá es artista plástico y maquetista y “fue el encargado de convertir un teatro de marionetas en una especie de máquina del tiempo”. Los muñecos pertenecen a la creación de Lucas Manso y Sol Lavítola, también marplatenses.

“Mar del Plata está llena de gente talentosa y creativa, hay mucha energía y ganas de hacer cosas y eso es maravilloso para un artista -observa-. Cualquier emprendimiento artístico necesita toneladas de pasión para ser llevado a cabo y eso es algo que aquí sobra”.

– ¿”El marionetista” es una película sobre el amor perdido?

– Es una historia de amor impregnada de melancolía. Una historia que habla de ausencias, de la idealización de lo pasado, nos habla del olvido y la memoria, del paso inexorable del tiempo. Abordar esta temática tiene que ver con una madurez propia, donde la idea del paso del tiempo se hace cada vez más y más presente.

– ¿Por qué decidiste darle al filme esa dimensión antigua?

– Procuro ser muy ambiguo en las fechas y la ubicación de las historias que escribo, me gusta abstraer a los personajes desligándolos de un contexto que pueda crear preconceptos. Sin embargo, y a pesar de que no se mencionan un tiempo ni un lugar, es una película claramente Argentina, una historia que transcurre en una difusa década del ’70 y eso no es casual. De todo lo que he hecho hasta ahora creo que “El Marionetista” es mi película más personal, comprometida y autocrítica. La situación coyuntural en la que se encuentra el protagonista, el conflicto que lo mantiene atrapado tiene mucho que ver con nuestra historia colectiva. Es, de algún modo, una metáfora de la identidad argentina.

– ¿Cuánto de autorreferencial tiene esta historia?

– Hay algo especial y familiar muy fuerte que me une con el mundo de las marionetas, mi abuela tenía un teatrito de marionetas, que usé en mi primer filme que hice en el ’97 en VHS. Veinte años más tarde estreno una película que habla del misterioso personaje que maneja las marionetas. Hay mucho de mí en ese marionetista que intenta desafiar al tiempo y al olvido. Las obras son de alguna forma las únicas herramientas que los artistas tenemos para rebelarnos contra el tiempo y la muerte.

– ¿Cómo fue el rodaje?

– Fue en Mar del Plata con el apoyo de Kiper Films y junto a un equipo de gente con ganas de trabajar. En total habrán sido unas doce jornadas de rodaje, divididas en varias semanas. Junto a Candela Chirino, la directora de arte, íbamos ajustando las cosas a medida que rodábamos para poder ser más flexibles y adaptarnos a lo que íbamos encontrando. La mayoría de las escenas se rodaron en “Mundo Dios” que está en un viejo edificio del Puerto. Tuve que respetar una estética definida, por eso cuidamos mucho el maquillaje y el vestuario.



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