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El Mundo 18 de marzo de 2017

Holanda respira por la derrota de Wilders, que pagó por su apoyo a Trump

El triunfo de Mark Rutte en las elecciones trajo tranquilidad a la sociedad holandesa. "La locura en la política llegó demasiado lejos", afirman.

por David Morales Urbaneja

LA HAYA, Holanda.- La pluralidad de la sociedad holandesa y el alto índice de participación (81,4%) en las elecciones de esta semana frenaron el avance del ultraderechista Geert Wilders, quien se vio afectado por su apoyo al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a tenor de los testimonios recogidos por la agencia de noticias EFE.

El ambiente en La Haya, sede del Gobierno de Holanda, es de auténtica normalidad tres días después de las elecciones e, incluso, el buen tiempo que había reinado durante la semana ha dado paso a las habituales nubes y temperaturas bajas.

“Al menos no llueve”, comenta a EFE Mitch de Droog, un estudiante de 23 años que reparte periódicos en una calle del centro de la ciudad. Está satisfecho con el resultado de las elecciones y asegura que volvió a votar al VVD del liberal Mark Rutte, ganador de los comicios.

“Creo que hizo un gran trabajo en su anterior Gobierno, no vi ninguna razón para no volver a votarlo”, explica.

Preguntado si se sintió atraído por el ultraderechista PVV, se encoge de hombros.

“La verdad es que no, y creo que no lo ayudó la victoria de Trump en Estados Unidos. A casi nadie le gustó lo que pasó allí, pero Wilders dijo que estaba muy contento”, añade.

Esa opinión es compartida por Ingrid Vermeeren, una mujer que pasea con su pareja y sus dos hijos, de uno y tres años, por una plaza que da al Parlamento.

A la pregunta de qué le parecen los resultados de Wilders, responde con una sonrisa: “Estoy muy satisfecha de que su partido no haya sido el más votado”.

“Creo que en Holanda la gente ha visto lo que pasó en el Reino Unido con el brexit (la salida británica de la Unión Europea) y en Estados Unidos y lo pensó dos veces. Hay que votar con el corazón, pero también con la cabeza”, dice mientras se lleva un dedo a la sien.

“La locura en la política llegó demasiado lejos y queremos volver a la normalidad”, agrega.

El ultraderechista PVV (Partido de la Libertad), al que las encuestas encumbraban hace dos semanas, se desinfló durante la campaña electoral y obtuvo veinte escaños (13% de los votos), cinco más de los que consiguió en 2012, pero sin llegar a su máximo histórico, los veinticuatro de 2010.

Sin embargo, al sur del país, en la provincia de Limburgo, el PVV de Wilders superó al VVD en algunos municipios, como en la ciudad de Maastricht, cuna del tratado que sentó las bases para una mayor integración política en la Unión Europea.

“Quizás no se sientan escuchados y muchos allí están molestos con los democristianos porque durante sus gobiernos no cumplieron con sus promesas”, opina Maxime, pareja de Ingrid, quien recuerda que esta región es de mayoría católica y que Wilders es de Limburgo.

El resultado de las elecciones genera sentimientos encontrados entre los votantes de izquierda como Yosha Visser, que coordina una visita escolar al museo Mauritshuis y lidia con un numeroso grupo de niños a las puertas de la pinacoteca.

Yosha declara con orgullo que votó por los Verdes de Izquierda (Groenlinks), el partido que más creció al pasar de cuatro a catorce escaños.

“No estoy muy contenta con los resultados finales, pero sí satisfecha porque la extrema derecha no haya ganado. A mí Wilders me da miedo, ha ido demasiado lejos en sus posiciones”, considera.

Según Yosha, “Rutte, en cambio, genera sensación de estabilidad en mucha gente, sobre todo después del brexit y de Trump en Estados Unidos. Tengo amigos que no fueron a votar en las elecciones anteriores, pero que esta vez sí lo hicieron por miedo a que aquí pasara algo parecido”.

Mecu Ginting, trabajadora de una librería y votante declarada de izquierda, es menos optimista.

Argumenta que Wilders no tenía posibilidad alguna de gobernar porque, aunque el PVV hubiera sido el partido más votado, las principales formaciones habían anunciado que no pactarían con él.

“El liberal VVD ha perdido ocho escaños, pero ganó por tercera vez”, comenta Mecu con resignación.

Volviendo la vista atrás, dice que le molestó especialmente una carta abierta que publicó Rutte hace unas semanas en la cual invitaba a irse del país a aquellos que “no estuvieran de acuerdo con los valores holandeses”.

“Rutte no es un político populista, pero usó frases propias del populismo en esa carta”, asegura Mecu.

EFE.