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El País 11 de junio de 2016

Macri cumple seis meses de gobierno: medidas económicas antipopulares y permanente negociación con el peronismo

Por Walter Schmidt

(DyN) – Mauricio Macri cumple hoy sus primeros seis meses como Presidente de la Nación, en una gestión signada por medidas económicas como el ajuste de tarifas y la salida del cepo cambiario, de permanentes negociaciones con la mayoría peronista en el Congreso Nacional, y cuyo principal desafío es disminuir la inflación para no sumar a la actual recesión, pérdida masiva de empleo.
Con minoría en el Congreso, y con el estigma de gobernar sin ser peronista, el primer semestre de la administración macrista se caracterizó por una drástica receta económica de la mano de Alfonso Prat Gay: devaluación, salida del cepo cambiario, ajuste fenomenal de tarifas de servicios públicos (con contramarchas) y transporte, y una inflación anualizada del 40 por ciento, acompañado por el aumento de subsidios para los sectores más desprotegidos.
Macri utilizó el handicap de todo gobierno que inicia su camino en el poder para sustentar los decretos y medidas antipopulares que firmó. Acompañado por un permanente “toma y daca”, fondos a cambio de apoyo, con los gobernadores peronistas, el sindicalismo peronista y el massismo.
En medio del desfile por los Tribunales de su antecesora Cristina Fernández y de funcionarios kirchneristas, así como el culebrón de Lázaro Báez, Macri también debió lidiar con la Justicia, por el escándalo de Panamá Papers por figurar como directo de una firma off shore y además, por declarar tardíamente una importante suma de dinero que atesoraba en las Bahamas. Eso sí, contó con los “beneficios” del poder cuando, al asumir, el juez Sebastián Casanello lo sobreseyó por la causa de espionaje que cargó durante varios años.
También tuvo que adiestrar a sus socios políticos, algo no menos complejo: un radicalismo que le aporta la superestructura a Cambiemos pero que exigió mayor protagonismo -porque observa cómo se toman las decisiones peor no participa del proceso- y una Elisa Carrió que se ocupó de denunciar, aunque muchas veces esas expresiones mediáticas y judiciales le trajeron tanto dolor de cabeza al Presidente, que debió recurrir al otro socio, el radical Ernesto Sanz, y armar cumbres de “urgencia” en Olivos con la diputada chaqueña.
Ahora, para el gobierno, se inicia otra etapa (el famoso “segundo semestre”) determinante para el futuro.
Macri pone en juego en el próximo semestre, no sólo gran parte de su credibilidad en los votantes que lo acompañaron en las últimas elecciones sino también su poder político.
El Presidente y su elenco ministerial han puesto todas sus fichas en el famoso “segundo semestre” para justificar los aumentos que golpean principalmente a la clase media. Si la sociedad registra una mejoría de la actividad económica, el oficialismo podrá llegar a fin de año con un resto de aire importante, como para iniciar un 2017 electoral. De lo contrario, el país podría comenzar a observar signos graves de conflictividad política y social.
En estos seis meses, Macri recibió críticas por el perfil del gobierno que organizó, al que se lo catalogó como “Ceocracia”, y se le adjudicó gobernar con una planilla de Excel, pero, ajeno a los cuestionamientos, avanzó con su programa.
El gobierno necesita de un triunfo electoral para consolidar su presencia en el Congreso Nacional y en la Legislatura bonaerense, básicamente. Sólo de esa manera podrá sacarse de encima la mochila de tener que canjear dinero o cargos por votos, cada vez que se sienta a negociar con el peronismo en su diverso espectro.
El ejemplo clave está en la provincia de Buenos Aires que conduce María Eugenia Vidal. Cambiemos debió cederle a Sergio Massa la presidencia de la Cámara de Diputados, comisiones en la Legislatura y algunos puestos en la administración pública provincial para conseguir el apoyo de esa fuerza que, virtualmente, co-gobierna con el macrismo.
El oficialismo utilizó en estos meses una estrategia poco común, que puede ser bien vista por la sociedad pero puede reflejar debilidad ante la oposición u otros sectores interesados: tomar decisiones y dar marcha atrás o corregirlas, cuando la opinión pública las cuestionaba. O cuando los medios lo reflejaban en sus tapas.
La comunicación también fue otro foco polémico de los primeros meses del macrismo. Si bien el contacto de los funcionarios con los medios fue fluido, incomparable con la etapa kirchnerista, tuvo inconvenientes a la hora de informar y explicar el fenomenal ajuste en el que incurrió.
De hecho hace apenas unos días el gobierno se decidió a difundir un informe sobre la “herencia” kirchnerista, cómo había recibido el Estado. Algo que muchos dirigentes de Cambiemos y empresarios reclamaban para las primeras horas de asunción del gobierno de Macri.
El caso de la salud del Presidente fue otro caso de la falencia comunicacional oficial.
Tal fue la dureza de las medidas económicas que el gobierno debió anunciar medidas mas propias de la etapa kirchnerista que de una gestión macrista: una pensión universal para los que no cumplan con los años de aporte, un blanqueo de capitales que su antecesora Cristina Fernández intentó sin grandes resultados, el pago de la deuda a jubilados o el aumento de los planes asistenciales, la distribución de alimentos, sobre todo en el Conurbano bonaerense.



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