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25-01-2016

Talleres, el club que nació por el fútbol y se convirtió en social

Durante sus primeros años competía mano a mano con Aldosivi. Pero con el paso del tiempo, el fútbol perdió fuerza y la institución incorporó numerosas actividades que hoy le permiten tener una amplia vida social.

Cuando los operarios metalúrgicos del Puerto decidieron en la década del veinte fundar un club dejaron marcado en su nombre el deporte que iba a justificar su existencia: le pusieron Talleres Fútbol Club. Pero con el paso del tiempo, la pelota dejó de ser la gran protagonista y ocho décadas después la institución tiene una amplia vida social que le permite seguir existiendo.

Talleres tiene su sede ubicada en el corazón del Puerto: Magallanes al 3600. La institución sólo alquila el gimnasio de pesas que está ubicado en el primer piso a una empresa privada y el gimnasio de planta baja para que se hagan fiestas privadas. Después, el club se hace a cargo de la amplia lista de actividades que practican los más de 400 socios. Fútbol, boxeo, hockey, gimnasia artística, patín artístico, judo, yoga, handball, tang soo do, circo y danza son algunas de las actividades que le dan vida social a la institución.

El jardín de infantes también es clave. "Nosotros a diferencia de otros clubes, tenemos muchas actividades más que el fútbol; el fútbol es muy importante pero esta es una institución social y deportiva. Lo que nosotros tratamos de hacer es brindarle a los socios un abanico de actividades. Queremos que desde chicos sientan pertenencia con el club", le dice a LA CAPITAL Alejandra Bonsi, presidenta de la institución.

El sentido de pertenencia de los más jóvenes es uno de los principales objetivos en Talleres. Por eso, para este año la institución espera poder comprar una pantalla para que los chicos vayan a ver películas un sábado a la tarde y para los adolescentes armar una matiné. "Queremos que sientan al club, que no estén en la calle y estén acá adentro", cuenta su presidenta.

Además de la sede social, el club tiene su villa deportiva, ubicada en Rufino Inda y Mario Bravo. Ahí, más de 200 jóvenes juegan al fútbol. "Hay seis personas que se ocupan de mantener todo el predio y de la coordinación del fútbol. Hacen un esfuerzo muy importante", destaca la presidenta.

Y, enseguida, cuenta: "Es un esfuerzo muy grande el que hace la institución por mantener ese predio. El año pasado hicimos una cancha nueva, pero lo queremos seguir mejorando: este año soñamos con poder hacer los vestuarios nuevos".

Un poco de historia

La historia de Talleres Fútbol Club la comenzaron a escribir trabajadores de los talleres metalúrgicos "Llorente" del Puerto, cuando el 25 de mayo de 1927 fundaron la institución. En esos primeros años, la mayoría de sus integrantes eran españoles, por lo que decidieron llamar al club Barcelona.

Luego de participar de torneos barriales, el 23 de julio de 1931, la institución se afilió a la Liga Marplatense de Fútbol y empezó a llamarse Talleres. Desde ese momento, lució los colores rojo y amarillo.

Durante esos años, el club peleó mano a mano con Aldosivi por el reinado del Puerto y hasta en 1950 llegó a salir campeón. En esas épocas, el fútbol era la estrella de la institución, pero a sus famosos carnavales no se los quería perder nadie de la ciudad. Las calles del Puerto se llenaban de gente para asistir a las tradicionales celebraciones que hacía la institución.

Con el paso del tiempo, el fútbol y los carnavales fueron perdiendo importancia y el club comenzó a tener los mismos inconvenientes que la mayoría de las instituciones. Muchos socios se alejaron y su mantenimiento se hacía cada vez más difícil.

Pero, en la década del '90, el sindicalista Diego Ibáñez le dio un enorme impulso al club al remodelar toda la sede social y hasta cumplió el sueño de que abriera el jardín de infantes. En la actualidad, una placa en su puerta de ingreso lo recuerda en agradecimiento. Ibáñez murió en un accidente de tránsito y no llegó a ver su inauguración. Pero su obra aún perdura. Su hijo Guillermo -asesinado en un secuestro- también fue homenajeado y un gimnasio lleva su nombre.

"A partir de ahí no tuvimos más apoyo de nadie. Todo lo que hacemos acá es ad honorem. Trabajamos en equipo por el bien del club. Toda la plata que tenemos sale de la cuota que se le cobra a los socios y a la gente que practica actividades", cuenta Bonsi, quien llegó a la presidencia el año pasado luego de reemplazar a Marta Zumpano, integrante de otra de las familias históricas de la institución. "Hoy soy la única mujer presidente de la ciudad", le dice a LA CAPITAL. Y comenta que antes de asumir durante más de 20 años ocupó cargos en la comisión directiva del club. "Paso muchas horas del día acá adentro. Conozco cada lugar como si fuera mi casa", sostiene.

A diferencia de otros clubes, en Talleres no hay preocupación por el futuro de la dirigencia: "Acá hay mucha gente joven que se involucra con el club y quiere participar. El futuro está asegurado porque ellos mismos son los que invitan a gente de su edad a acercarse a la institución y si tienen hijos también les inculcan el amor por el club".