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26-05-2010

Identidades

por Vito Amalfitano

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"Todos somos parte de una cultura futbolística (?) Y en muchos sentidos, muchos países que antes no tenían identidad, como algunos de Africa, adquieren identidad a través del fútbol. Porque es más fácil imaginarse como parte de una gran unidad a través de once personas en una cancha que a través de abstracciones", dice Eric Hobsbawn en un reportaje de la revista Ñ de 2007.

El historiador marxista británico, el más importante historiador vivo (92 años) trata fundamentalmente a este tema en el libro Guerra y Paz en el Siglo XXI, de Editorial Crítica. Hobsbawn reforzó la cuestión en una entrevista de Verónica Glass en San Pablo, cuando se refirió a "la capacidad del fútbol para convertirse en un símbolo de identidad nacional".

Quizá el escenario dónde más se manifiesta es este fenómeno es justamente en Argentina. Pero, lejos de ser nocivo, en esta fiesta del Bicentenario del país, se transformó en un elemento integrador, no excluyente. Se utilizaron los símbolos del fútbol, sí, pero se expresó la identidad y se hizo manifiesto el deseo de expresarla en el más amplio y mejor sentido nacionalista.

Por caso, en uno de los tantos espectáculos de primerísimo nivel brindados en el escenario montado junto al Obelisco en la 9 de Julio para millones de personas en cuatro días, el reconocido compositor argentino Emilio Kauderer, dirigió una suite propia, basada en sus creaciones para las películas El Secreto de sus Ojos y Un Lugar en el Mundo y la miniserie Vientos de Agua, y condujo a la orquesta para su interpretación vestido con la camiseta 10 de la Selección Argentina con la inscripción "Messi". En ese mismo episodio, detrás de él, en pantalla gigante, se pasaron imágenes de la muy lograda escena de "El Secreto?" montada en la cancha de Huracán.

Al cabo del partido Argentina Canadá en la cancha de River, para la despedida antes del Mundial de Sudáfrica, Fito Páez cambió la letra de su propia canción para decir "Argentina dale alegría a mi corazón?". ¿Hacía referencia a la Selección , o al país todo a la hora del Bicentenario? Probablemente a ambas cosas.

Y hay más. Inmediatamente después del Himno desde el Valle de la Luna , a la hora 0 del Bicentenario, y tras el impresionante show de fuegos artificiales que todos vimos por televisión, con Soledad sobre el escenario mayor, el más de millón de personas que celebraron en torno al Obelisco lo primero que cantaron fue el futbolero "el que no salta es un inglés?" y, enseguida, se escuchó el famoso "Vamos, vamos, Argentina?/ que esta barra, q?". El fútbol, en este caso, fue una herramienta. Pero ya no el fin. Todos estaban allí por la fiesta patria, por el Bicentenario, no por la pelota.

Y no parecía, por cierto, ni la plaza de una dictadura, ni la de un país crispado y caótico. Nada de lo que nos quieren hacer creer. Se trato de una fiesta de todos en serio, sin antinomias, pero también sin las hipocresías políticamente correctas que hubieran llevado a la Presidenta a sentarse a una mesa que la invitaron avisándole que no se iban a sentir cómodos con ella al lado. Sí el país, todavía, del "chiquitaje" de algunos, que quisieron resaltar esa anécdota por sobre la fiesta de millones.

En esta celebración, al cabo, que fuimos capaces de disfrutar, en esta gran fiesta popular que desmiente sin más explicaciones al país crispado, inseguro y caótico que nos quieren vender, el fútbol y el deporte estuvieron, pero no fueron el fin. Por encima estuvo la reafirmación de argentinidad e identidad que todos o casi todos, en el Obelisco o por la tele, quisimos expresar con fervor.

Y así como el fútbol fue una herramienta para manifestar esa identidad, y en este Bicentenario supimos ponernos por encima, para que la argentinidad supere aun a la pasión futbolera, aunque sin excluirla; es de desear que este Peñarol y este básquetbol que vuelven a ser una formidable herramienta para reafirmar la identidad marplatense, sean sólo eso, un instrumento, para que efectivamente, ese orgullo de ser marplatenses se ponga por encima, sin excluir a nuestros representantes deportivos y culturales, y se pueda expresar y demostrar sin cortapisas, en cualquier circunstancia.