CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
10-06-2009

El día que la pelota no dobló

por Vito Amalfitano

[email protected]

La pelota no dobló, efectivamente, aquel tórrido mediodía de junio de 1996. Daniel Passarella, el técnico de aquella Selección Argentina de fùtbol, inmortalizó la frase: "acá la pelota no dobla". Y, efectivamente, ese día en el Atahualpa de Quito, la pelota no dobló. Pero sí se nos doblaron las piernas cuando intentamos subir las escaleras del estadio hacia los pupitres de prensa. Había que pasar entre la multitud, subir entre la gente, como en el viejo San Martín, por ejemplo. Pero no entre plateas. Entre una popular atiborrada de espectadores. Tan apretados subimos, que cuando bajamos, al cabo del 0-2 en contra, teníamos 400 dólares menos en los bolsillos.

Pero antes de eso, un cóctel revulsivo: la falta de aire por las escaleras y la altura; el sol embriagador del mediodía en un estadio, el Atahualpa, que es un olla; y el smog y la humedad de Quito en el punto más alto. Cuando ya estuvimos ahí arriba, con las piernas dobladas y con menos aire que en La Paz,-veníamos de la derrota en Bolivia-, justo nos tocó un sector ubicado en línea recta hacia el vértice desde dónde Ariel Ortega lanzó los tiros de esquina en el segundo tiempo. La pelota nunca le dobló. Salió derecha y disparada. El cóctel revulsivo y la densidad de la atmósfera también afectaban la velocidad y la dirección del balón. Passarella tuvo razón. Y después de ese viaje "negro" en las alturas, vinieron viajes con más futbol y más alegrías, la Selección se recuperó y terminó primera en las eliminatorias para Francia 98.

Pero allí, dónde la pelota no dobla,-aunque en un horario más "normal", las 16 de Quito-, hoy volverá a jugar Argentina. Allí dónde la pelota tiene que estar siempre bien cerca o tratar de que corra siempre ella y casi nunca sus ejecutores. En Quito, casi o tanto como en La Paz, hay que administrar la energía y el aire, y es imperioso achicar la cancha,-esa olla-, hacia adelante o hacia atrás, pero siempre con la pelota al pie.

Para ello, ¿será la mejor elección apelar a dos volantes de largo trayecto como Maximiliano Rodríguez y Jonás Gutiérrez en los extremos? Eso, justamente, opciones hacia los laterales, es lo que faltó en la cancha de River el sábado, más allá de las corridas desenfrenadas y desordenadas de Jonás. Pero en la altura no hay que "disparar". Todo lo contrario.

Y es cierto, como dicen Diego y Bilardo, que parece que la pelota es parte del cuerpo de Messi. Por eso no debería faltar hoy, como en ningún partido de Argentina. Aunque bueno sería que le llegue la pelota al pie para ejecutar y no que tenga que bajar tantos metros para salir disparado y terminar yendo al choque. En la Selección no tiene a Iniesta y Xavi. Siguen sin ponerle interprétes de características similares para asistirlo. Quizá Fernando Gago, justamente el más castigado de los jugadores argentinos del sábado,-porque lo hicieron jugar en una extraña posición-, pueda ser ahora la "llave" para tener la pelota y distribuirla con criterio desde el medio hacia adelante. O una de las pocas alternativas.

Ese es el diagnóstico, para el partido dónde la pelota no dobla. Pero todo esto puede autodestruirse en cinco segundos a partir de las 18 de hoy. Ojalá, los que le insuman a una genialidad de Messi o a una "patriada" de Tevez. Ojalá que no, los que tarde una corrida de Ayoví para llegar hasta Andújar y definir. Cualquiera de esas dos situaciones o muchas otras parecidas pondrán en marcha la Dinámica de lo Impensado, siempre presente en el fútbol. Pero para la que también hay que estar siempre preparado, con orden e identidad de juego, dos atributos que todavía no tiene el equipo de Maradona. Por lo menos hasta aquí. Hasta hoy...