Treinta años del primer descenso de un "grande"
14:53 | por Fernando Serra (*)
Mientras el descenso de River Plate a la B Nacional aún conmueve al fútbol argentino, dos semanas atrás se cumplieron treinta años de la primera pérdida de la máxima categoría por parte de un “grande”. El 15 de agosto de 1981, San Lorenzo bajaba de la Primera División a la entonces Primera B.
Dos años después llegó el descenso de Racing, y más tarde, en 1986, el de Huracán. Hoy tan sólo dos clubes, Boca Juniors e Independiente, conservan el privilegio de haber permanecido siempre en el círculo superior desde que en los albores del fútbol amateur pasaron a jugar en él.
El Metropolitano de 1980 resultó un verdadero calvario para San Lorenzo, que arrancó muy mal en cuanto a resultados y nunca pudo recuperar terreno, a tal punto que evitó la pérdida de la categoría recién en la penúltima fecha, venciendo a un Tigre ya descendido y gracias al triunfo de Colón sobre Quilmes, que acompañó a la B a All Boys y a los de Victoria.
El Nacional pasó sin pena ni gloria y en el cierre del año, las elecciones y la posterior asunción del nuevo presidente, Vicente Bonina, le daban al cuadro de Boedo un aire de esperanza para encarar 1981 con otra motivación.
San Lorenzo llevaba un año jugando como local en el estadio de Huracán, porque el legendario Gasómetro -cerrado desde 1979- estaba próximo a desaparecer. Para la nueva temporada cambió de escenario y pasó a utilizar la cancha de Ferro Carril Oeste.
Un hecho sucedido a comienzos de enero auguró un año nefasto para el "Azulgrana", ya que en un accidente hogareño fallecía el jugador Hugo “Tomate” Pena, quien se estaba recuperando de una operación en un tobillo.
Se trataba de uno de los emblemas de la defensa y -por qué no- de todo el grupo, por lo que su muerte significó un golpe duro para el plantel.
En plena pretemporada convivieron lo luctuoso y lo deportivo, ya que con Racing y la Selección Juvenil Argentina, San Lorenzo disputó y ganó la Copa Ciudad de Villa Gesell, con motivo de la inauguración del estadio Municipal de la ciudad balnearia.
Arribaron como refuerzos varios jugadores que superaban los treinta años, como Rubén Suñé, Armando Capurro, Omar Larrosa, y viejas glorias del pasado, caso Rubén Glaría y Héctor Scotta.
A ellos se sumó la presencia de Victorio Nicolás Cocco con el buzo de DT. Además, se incorporaron Daniel Aparicio Godoy, José Luis Ceballos, Armando Quinteros y Eduardo Delgado, quien sobre el final se erigiría en el principal protagonista de esta historia.
El inicio del torneo se caracterizó por la irregularidad del equipo, que alternó derrotas, empates y triunfos. No demostraba un juego atildado, capaz de competir por ejemplo con el Boca Juniors de Diego Maradona, que le ganó 2-1 en la séptima fecha, aún sin la presencia del astro.
A mediados de la primera rueda, San Lorenzo hilvanó algunos triunfos sucesivos, muy ajustados, que le permitieron alcanzar en la 12ª fecha la quinta ubicación en la tabla de posiciones, superado por Boca, Ferro, Newell`s y River. Pero la recuperación fue fugaz y ese puesto sólo se mantuvo hasta la jornada siguiente.
A partir de allí, el declive se hizo casi indetenible, con derrotas muy categóricas (0-4 ante Boca y Racing Club; 2-6 con Instituto). La consecuencia lógica fue la renuncia del técnico, Victorio Cocco, muy resistido por los simpatizantes, y la inmediata asunción de otro histórico, Juan Carlos “Toto” Lorenzo.
El "Toto" debutó oficialmente en la 27ª fecha frente a Sarmiento de Junín en el estadio de Ferro, y la euforia del principio no alcanzó más que para un agónico empate, concretado por el centrodelantero Delgado, hasta entonces el punta más eficaz que tenía el plantel.
La esperada recuperación futbolística no tuvo lugar en lo que quedaba del torneo: hubo tres empates, tres derrotas y apenas un triunfo (2-1 frente a River Plate). Así se llegó a la última jornada, con un San Lorenzo seriamente comprometido con la posibilidad de descender, pero con la ventaja de un punto sobre Argentinos, con quien el fixture había determinado que se cruzara en el cierre del certamen en el estadio de Caballito.
Un empate le bastaba a San Lorenzo para permanecer en Primera. Parecía un hecho consumado, pero el fútbol siempre depara lo impensado, lo justo para unos e injusto para otros, alegría en una tribuna y tristeza en la de enfrente.
Delgado tuvo en sus pies la posibilidad de sacar ventaja en el marcador a través de un tiro penal, quizás el más famoso de la historia (decisivo y comparable al de Roma y Delem en 1962).
Sin embargo, el cuerpo de Mario Alles le dijo que no hasta en el rebote. Aunque las crónicas e imágenes de la época hayan demostrado lo antirreglamentario del adelantamiento del arquero, el destino parecía sellado, porque unos minutos después Carlos Salinas abría el marcador, también de penal, para Argentinos.
El 1 a 0 se mantuvo sin variantes y salvó al conjunto de La Paternal, condenando al Ciclón a bajar de categoría ante una concurrencia de 20.000 personas.
Después vinieron los reclamos desde la dirigencia por la supuesta indebida inclusión de Alles, que no prosperaron en el ámbito judicial, y hasta la amenaza de desafiliación por parte de algunos directivos e hinchas, pero la realidad, afortunadamente, se asumió como tal y San Lorenzo disputó en 1982 el campeonato de Primera B.
Tras algunos años de pobreza futbolística y de falta de protagonismo, su única campaña en el Ascenso en el profesionalismo significó, paradójicamente, el comienzo de la recuperación deportiva e institucional.
(*): Socio del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF). Página web: www.cihf.org.ar. Télam.
