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10-10-2015

Se terminó la transición, empieza la Era Martino

La derrota ante Ecuador adelantó los tiempos y el DT deberá ajustar la mira en la búsqueda de los intérpretes adecuados para que siga siendo sustentable su idea.

Por Vito Amalfitano

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Desde Buenos Aires

La Era Martino empieza el martes, en Asunción, en el Defensores del Chaco. En la fría noche del jueves en el Monumental se terminó una larga transición.

Este plantel de la Selección Argentina de fútbol alcanzó en el Mundial de Brasil su punto culminante en materia de resultados,-incluso por encima de sus reales cualidades y posibilidades- y en un par de partidos de la Copa América llegó a la vara más alta en términos de rendimiento y juego. Entre la final perdida en Chile 2015, los amistosos posteriores y la preocupante derrota del jueves ante Ecuador empezó la curva descendente que hay que parar rápidamente para que el camino al Mundial no sea increíblemente una quimera.

Si la curva descendente de este plantel se abrió inexorablemente con la eliminatoria empezada, ahora habrá que acelerar el recambio con tiempos diferentes a los que imaginaba el entrenador, que asumió respetando literalmente una lista tras el Mundial y después insistió con mantener una nómina exacta tras perder la final de la Copa América, como si en el fútbol no pudiera existir una escala de premios y castigos.

Aun con el partido ante Paraguay a la vuelta de la esquina se tendrían que ensayar cambios urgentes, en el marco del plantel que hoy tiene la Selección para esta doble fecha de eliminatoria o incluso apelando a algún nombre nuevo del medio local por las lesiones de Agüero y Biglia. Acaso Marco Ruben, con 20 goles en Argentina, pero tras una larga experiencia en el exterior, ¿no debería estar ya en la consideración?, por citar un ejemplo.

Esta Selección necesita revulsivos ya. Y encontrar urgente los intérpretes adecuados para llevar adelante la idea del entrenador.

Porque no está mal tratar de sostener una idea, más bien es mejor. Los equipos que las tienen trascienden más en la historia. Pero siempre y cuando cuenten con los protagonistas adecuados para ejecutarla.

Por caso, es halagüeño que una Selección Argentina pretenda salir jugando, que el proyecto sea sustentable a partir de la tenencia del balón desde atrás y hacia adelante, que se vuelva a jugar con un enganche como Javier Pastore (de rendimiento tan irregular como el resto de sus compañeros, ni más ni menos), pero quizá hoy el DT se este equivocando en la elección de la mayoría de los intérpretes para llevar esa idea al éxito.

Si hay que salir jugando siempre, ¿son Garay y Otamendi los centrales adecuados para ello?. Si no se renuncia a esa salida por abajo, ¿es aconsejable jugar con un "doble-cinco" Biglia-Mascherano?. Para descargar por afuera, ¿es Roncaglia el mejor lateral posible, más allá de la ausencia de Pablo Zabaleta? Si Pastore es el enganche, ¿de qué sirve dejarlo aislado por adelante de esos dos volantes centrales, sin volantes y laterales por afuera como alternativa de pase?

Todo eso está en cuestión. Para que no este en cuestión el entrenador. El martes, ante Paraguay, empieza la verdadera Martino. De su capacidad y autonomía para decidir los cambios necesarios, sin obligación de renunciar a su idea (que es lo mejor de su proyecto) dependerá si esa Era es tan efímera como la de Barcelona o si llega al Mundial de Rusia.

Y con una urgencia extra que agrega el proceso de turbulencias que se vive en la AFA. El presidente que sucede a Grondona y que quiere renovar, Luis Segura, necesitará sobreactuar autoridad y que no le tiembla el pulso también en el tema Selección. El presidente que quiere llegar, Marcelo Tinelli, probablemente quiera también "seducir" a votantes con promesas de vientos de cambios también en el equipo nacional, asignándose quizá además la atribución de elegir su propia gente si finalmente es ungido en el cargo. Podría decir "yo no lo traje" y "discontinuar" un contrato, para ser condescendiente con cierto humor popular. Por eso, también en medio de esas turbulencias, el volantazo de Martino debe ser inmediato y radical.

Y las decisiones a tomar no pueden esperar la vuelta del "as de espadas", de Lionel Messi, capaz de resolver cualquier problema en una jugada. Porque las finales de Mundial y Copa América son la prueba de que no hay tampoco garantía absoluta de ello. El puede dar el salto de calidad individual, pero no podrá generar mágicamente el talento colectivo que hoy brilla por su ausencia.