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17-09-2014

Los escoceses discuten su futuro

Mientras las encuestas muestran una nación dividida y los principales diarios del país registran un final de campaña al rojo vivo, la mayoría de los escoceses debaten con respetuosa pasión, en las horas previas a decidir, hoy, si Escocia seguirá siendo parte del Reino Unido.

"La espera está siendo difícil, mucha gente está ansiosa. Lo mejor es que pase de una vez, porque luego seguiremos todos juntos hacia adelante", afirmaba Laura Arey, investigadora de 38 años, mientras almorzaba con una amiga en un restaurante vegetariano de Hanover Street, en Edimburgo.

"Creo que todos queremos una Escocia mejor, sólo hay que ponerse de acuerdo para elegir el camino", remarcaba. Su visión parece contrastar con la imagen que da el diario The Independent al publicar en su primera plana que Escocia es "Una nación dividida contra sí misma".

El diario británico, considerado progresista, se refería a que, con los sondeos mostrando una paridad entre separatistas y unionistas, los líderes de ambos bandos elevaron el tono con acusaciones cruzadas en base a supuestas mentiras.

Además, el martes también se registró un incidente protagonizado por el líder laborista Ed Miliband, quien tuvo que abandonar un centro comercial de Edimburgo, increpado por un grupo de partidarios del sí.

No obstante, antes de que se produjeran estos hechos, salvo unos huevazos que recibió el diputado laborista Jim Murphy en Glasgow a finales de agosto, y algunos cristales de autos rotos o peleas aisladas, no hubo agresiones graves que lamentar ni de un lado ni del otro.

En general, en las calles, pero sobre todo en los pubs, restaurantes, y en el entorno familiar, el referéndum separatista ha generado discusiones, algunas profundas y otras acaloradas, sin llegar al extremo de la violencia.

Solo unas horas antes de que se abran las urnas, Laura se había citado con su amiga Rachel Adams para comer y ambas conversaban sobre el referéndum desde el respeto y el afecto que se tienen, a pesar de discrepar. Laura aclara que ella nació en Inglaterra pero votará por el sí: "No estoy feliz con el déficit democrático que tiene Escocia.

Tenemos derecho a la autodeterminación, y creo que es una oportunidad para que las cosas se hagan de otra manera y haya más justicia social", explica. "Es verdad que hay elementos de riesgo y sería tonto negarlo, pero hay otros principios fundamentales para no dejarme llevar por el miedo que imponen los mercados. También creo que Escocia es un país rico", añade. En cambio, Rachel, de 53 años, también investigadora y madre, votará por el "no". "Tengo varias razones pero la más importante se basa en los riesgos económicos que vienen asociados a la independencia", dice. "Además, creo que podemos hacer más por los desfavorecidos si nos mantenemos unidos.

Soy votante laborista y estoy desilusionada, por eso espero que todo este debate sirva para que también cambien los partidos de Londres", apunta.

Rachel asegura que todo lo ocurrido alrededor del referéndum ha sido "muy productivo y políticamente enriquecedor". "En general ha sido respetuoso, aunque los medios de comunicación fueron más beligerantes; allí hubo más gritos que en las discusiones familiares o en los bares", sostiene.

Quizás una muestra del comportamiento que han tenido los escoceses lo refleje el lema con el que los unionista respondieron al desafío separatista: "No, Thanks" (No, gracias).

Del lado del sí también se actúa con respeto. Al margen de los actos del líder independentista Alex Salmond, artífice del referéndum, hay muchos ciudadanos de a pie involucrados en la campaña.

Por ejemplo, Ross Davidson, de 27 años, intentaba interceptar transeúntes este mediodía en el centro de Edimburgo, en Princes Street, para "tratar saber si son indecisos y, en ese caso, intentar convencerlos". "Les pregunto cuáles son sus preocupaciones, porque hay montañas de pruebas para convencerlos de que voten 'sí'.

Todo lo que viene del lado del 'no' son preocupaciones individualistas como el tema de las pensiones, la pérdida de puestos de trabajo y dinero. Pero hay que ver la imagen completa. No es solo lo individual. En el corto plazo habrá algunos problemas pero en largo plazo será mejor una Escocia independiente", asegura.

El ambiente en el que los escoceses esperan el referéndum es de relativa calma, pese a la ansiedad que genera la enorme decisión que deberán tomar. Y aunque toda la discusión parece muy civilizada, hay algunos que no se sienten tan cómodos a la hora de expresar su opinión. "Voy a votar 'no', pero mis amigos no lo entienden, así que no lo digo mucho en voz alta", afirma Boutosz Karpeta, un estudiante de origen polaco que trabaja en un bar de Court Garden.

"Creo que si gana el sí en los próximos años habrá más problemas económicos en Escocia, los precios subirán y será peor para los inmigrantes", sostiene.

En pleno siglo XXI buena parte del debate entre los escoceses, por supuesto, transcurrió en las redes sociales, incluso más allá de la utilización que hicieron los promotores de las campañas separatista "Yes Scotland" (Si, Escocia) y unionista "Better Together" (Mejor Juntos).

Facebook contabilizó en las últimas cinco semanas 2,05 millones de interacciones electrónicas a favor del 'sí' y 1,96 millones del 'no'. "Ha sido impresionante, y se han generado discusiones muy interesantes, pero ya no puedo abrir más el Facebook porque me vuelvo loco", decía B.J. O' Neil, de 36 años, y votante del 'no'. Tras tanto debatir, 4,3 millones de escoceses deberán responder mañana a una pregunta: ¿Debería Escocia ser un país independiente, sí o no? Junto con la respuesta sabremos también qué pasará cuando una parte de la población se sienta decepcionada.