El vicepresidente brasileño, Michel Temer, consideró que es difícil que la mandataria Dilma Rousseff pueda concluir su mandato teniendo en cuenta el índice de popularidad del 7% que tiene ahora, pero descartó su aspiración a ocupar la primera magistratura y subrayó que no moverá "una paja" para perjudicar al gobierno.

"Hoy realmente el índice de aprobación del gobierno es muy bajo, nadie va a resistir tres años y medio con ese índice", argumentó Temer, quien no obstante confió en que ese registro podría subir y volver a ser razonable "si la economía mejora, por lo que vamos a hacer hinchada para que eso suceda".

Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT) y Temer, del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), fueron electos en octubre de 2014 para un mandato que concluye el 31 de diciembre de 2018.

El mes pasado, Temer declaró que el país necesita a una persona que logre "la unidad" nacional, lo que en las filas del PT fue interpretado como un intento de suceder a Rousseff, que tiene el 71% de rechazo en la opinión pública y una preocupante inestabilidad política.

El Tribunal Superior Electoral analiza una denuncia contra la fórmula Rousseff-Temer presentada por la oposición, que exige la anulación de la victoria.

"Si el Tribunal caza la fórmula yo me voy a casa feliz de la vida, bueno no sé si feliz", dijo durante un encuentro con un grupo de empresarios en San Pablo.

Uno de los emprendedores le preguntó a Temer si es un "estadista o un oportunista" a lo que el vicepresidente respondió que tiene una biografía política intachable y que no moverá "una paja" para perjudicar al gobierno.

La reunión fue convocada por la empresaria Rosangela Lyra, que lidera un grupo que impulsa la salida de Dilma y participó de las marchas en favor del juicio político a la presidenta, la última de ellas realizada el 16 de agosto, cuando se movilizaron 875 mil personas, informó ayer el diario Folha de San Pablo.