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19-09-2014

Francisco y el "milagro" de Cristina

por Natalia Kidd (*)

El papa Francisco ha logrado un verdadero "milagro", revertir el resquemor con que le miraba la presidenta argentina, Cristina Fernández, y labrar con ella una relación más personal en un momento complicado en el país que preocupa al sumo pontífice.

Este sábado se concretará el cuarto encuentro con Fernández desde que Jorge Mario Bergoglio llegó al Papado, en marzo de 2013. Será un almuerzo privado, en la residencia Santa Marta, en el Vaticano, adonde la mandataria llegará con una nutrida comitiva.

Lejos quedaron los días de las acérrimas críticas del kichnerismo ante las manifestaciones de preocupación en temas sociales, económicos y políticos del entonces arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de Argentina.

Para nadie era un secreto que ni Néstor Kirchner ni su esposa y su sucesora en la Presidencia, Cristina Fernández, tenían una buena relación con Bergoglio, a quien el kirchnerismo llego a acusar de operar políticamente a favor de la oposición.

Todos los resquemores parecen haberse incinerado junto a las papeletas que en el último cónclave se transmutaron en una fumata blanca con el nombre del cardenal argentino.

"Previo a la elección de Bergoglio, la relación siempre había sido muy tensa. Una vez electo, Cristina termina asumiendo que enfrentarse al Papa sería ridículo porque, además, Francisco en poco tiempo empezó a adquirir una imagen positiva a nivel mundial quizá como ningún Papa en los últimos tiempos", dijo a EFE el analista Patricio Giusto, de la consultora Diagnóstico Político.

Pero la notable mejora en la relación de quienes podrían solo verse como dos jefes de Estado ha ido más allá de una mera cuestión de conveniencia política o una "pax romana" artificial.

"Cristina termina construyendo una relación con Bergoglio, con intercambio de cartas y cuatro encuentros. Esto es algo que no se esperaba y tiene mucho que ver con las actitudes de Francisco para acercarse a ella y llegar a su interior, como persona, más profundamente, algo que ningún otro referente político, tanto del oficialismo como de la oposición, ha logrado", apuntó Giusto.

Según el analista, el Papa logró derribar las casi infranqueables barreras de la fuerte personalidad de Fernández, quien tiene un reducido círculo de confianza, gracias a sus dotes como político y diplomático, que las tiene más allá de su liderazgo religioso.

La cita de este sábado se da en un contexto complicado para la presidenta, con un año electoral a las puertas que siempre levanta la temperatura política y social, y un escenario económico acuciado por la inflación, el estancamiento de la actividad y el dolor de cabeza del litigio con los fondos buitre por la deuda soberana.

Uno de los más estrechos colaboradores de Francisco en el Vaticano, el obispo argentino Guillermo Karcher, dijo días atrás que al Papa le "preocupan la gobernabilidad y la sana democracia" en Argentina.

Karcher no descartó que el sumo pontífice y Fernández dialoguen sobre la crisis de la deuda, asunto sobre el que Francisco, según el prelado, "tiene una posición y siempre fue crítico de los sistemas que no favorecen el bienestar de los pueblos".

Por casualidad, o no, el viaje a Roma antecede a la llegada de Fernández a Nueva York, donde asistirá a la Asamblea General de la ONU, organismo que la semana pasada aprobó mayoritariamente una resolución para crear un marco para las reestructuraciones de deuda soberana y evitar así casos como el que agitan a Argentina.

Por eso, la cita del sábado puede darle a Fernández un apoyo exterior fundamental en un momento álgido.

"¿Qué otro jefe de Estado importante recibiría a Cristina hoy? Nuestras relaciones bilaterales con los principales países del mundo, incluso con los vecinos, se han enfriado. A Cristina le sirve apoyarse en una de las personalidades más influyentes del mundo, que es argentino", dijo Giusto.

Del lado del Papa, la invitación tendida a Fernández para un nuevo encuentro denota su fuerte preocupación por la situación del país y por lo que puede pasar en los próximos meses, con una economía en deterioro y la lucha por la sucesión presidencial en ciernes.

Esta preocupación es expresada a través de la voz de algunos obispos y de los documentos de la Conferencia Episcopal argentina, que no han dejado de advertir sobre las consecuencias de la falta de diálogo político y problemas como la inseguridad, la pobreza y el narcotráfico.

"Desde la elección de Bergoglio como Papa, la Iglesia en Argentina está hablando más que nunca sobre la situación social. Detrás está la preocupación de Francisco, quien legítimamente quiere aprovechar este vínculo con la presidenta para que su mandato termine de la mejor manera", consideró Giusto.

A esta misma preocupación y el deseo de no perderle pisada a su tierra natal se asocian las puertas abiertas que Bergoglio tiene para cuanto referente político o social argentino, sea del signo político que fuere y sin importar el tenor de su relación en el pasado, aterriza en Roma con la pretensión de que el Papa le conceda una audiencia.

(*): EFE.