El show de la improvisación
Ante un escaso marco de público, Intoxicados se presentó en el Polideportivo, en un recital repleto de rarezas y que tal vez sea olvidado rápidamente por la mayoría de los que fueron testigos. ¿No es sólo rock and roll?
por Leandro Aprile
El señor se llama Cristian Alvarez, pero es más conocido como Pity, una especie de héroe y poeta suburbano del alocado Siglo XXI. Y las masas van tras él, dispuestas a todo, como si el señor Alvarez fuese un dios. ¿Quién es en verdad este personaje tan particular y atractivo que mueve miles de personas en base a simples melodías y palabras? Un sociólogo urgente...
"Vamos a tratar de que esto suene a Bob Dylan", rugió Pity ni bien salió al escenario, vestido de elegante saco y exhibiendo sus atributos de siempre: sinceridad, personalidad, esencia y carisma, imprescindibles en el mundo del rock and roll. Era su vuelta a Mar del Plata después de varios años de no rodar por estos pagos. Otro día en el maldito planeta Tierra.
Un escenario humilde y sin gran producción, pero con algún detalle interesante (por ejemplo el "tornillo eterno" colgado en la parte superior, siempre girando ) y unas fuertes luces rojas que parecían robadas del mismísimo infierno.
Empezó bien el asunto, con una versión extraña y muy sólida de "Lo artesanal", una de las muy buenas canciones vomitadas por Viejas Locas en los años '90. Por desgracia, el deseo inicial de Pity respecto al gran Dylan quedó ahí, inmerso en la nada. Por momentos dio la sensación de estar presenciando un fallido ensayo de una banda separada y acabada, en lo que fue claramente el show de Pity, sin ninguna duda, una vez más. En un largo jamming que improvisaron los músicos, el hombre de Villa Urquiza agarró un bajo y comenzó a tocarlo con su mano izquierda, en otro momento particular y especial de la cita. ¿Paul McCartney estaría ahí? "No molesten a los dioses", advirtió Mr. Alvarez, quien además dejó un par de buenos mensajes relacionados con el amor, la paz y el respeto por la naturaleza y la madre tierra.
Intoxicados lució como un grupo diezmado, sin dos de sus integrantes originales y que apeló a la improvisación y al caos de principio a fin (dos baterías, dos teclados, sonidos muy extraños y músicos de sesión sobre el escenario, entre otras cosas).
De a ratos fue una suerte de parodia-homenaje -tal vez inconscientemente- a Los Doors, a Pink Floyd y a Radiohead. Y no está mal, la música como arte explora también ciertos terrenos teatrales, pero algunos no lo supieron entender y nunca lo entenderán.
Entre todo el descontrol y la tensión (Pity criticó y cuestionó a su propia gente) hubo también instantes musicales para destacar, en los que el grupo se dejó llevar por las vibras del lugar y liberó una densa y atractiva energía musical que rozó el jazz, la psicodelia, el funk y el reggae. Algo de blues ("Volver a casa") y otro himno rocanrolero de Viejas Locas llamado "Chico de la oculta" (en el que se cuenta el triste e inevitable destino de un joven desamparado) fueron para muchos los picos altos de un recital muy raro, en el que mucha gente decidió irse antes de su epílogo. "This is the end, my friend", diría el difunto
Jim Morrison desde alguna turbia tumba. Un pequeño set acústico con algún viejo amigo y no mucho más, unas cuantas grandes canciones brillaron por su ausencia. Esta vez no hubo fuego, Let it be.
¿Intoxicados llegó a su fin y ya se cocina el regreso de Viejas Locas? Puede ser, teniendo en cuenta lo visto en la calurosa noche marplatense. No importa en realidad, el tiempo lo dirá y no vale la pena deshacerse en rumores. Felicidad-depresión, el ciclo de la vida misma.
En alguna vieja entrevista, Cristian Alvarez se explayó de la siguiente manera: "Me gustan los cambios, porque tornan todo más divertido y menos monótono... Y me molesta que la gente vaya detrás del confort sin darse cuenta de que la vida es mucho más que un celular. El que te puso en este planeta se debe querer matar cuando ve que vas detrás de un telefonito con luces o trabajás toda tu vida para comprarte un Mercedes Benz". Tómenlo o déjenlo, no hay término medio.
En medio del recital, el cantante (en el show tuvo poco de eso, pero lo puede hacer muy bien) lanzó como un dardo venenoso una buena frase que lo pinta de cuerpo y alma: "Soy dueño de mis propias dudas". Buen día joven, está saliendo el sol y el mundo sigue rodando.
