CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
20-01-2011

"Las maestras tienen un gran problema para escuchar"

Juan Pablo Geretto, la educación, los niños y sus personajes. Siempre desde el humor, el actor propone en la obra "Yo amo a mi maestra normal" pensar en cómo se educa a las nuevas generaciones. "Socialmente estamos acostumbrados a un modelo de país un poco dictatorial", dice.

En "Yo amo a mi maestra normal" (teatro Lido) Juan Pablo Geretto reconstruye la historia de una directora de escuela, de esas que caen en la sonrisita falsa y que tienen el reto siempre listo en los labios. "Es una mujer quebrada, es otra muñeca rota de las que me gusta coleccionar como personajes, la educaron con un dedo entre ceja y ceja y eso no lo pudo superar, lo recibió y lo transmitió, no lo reelaboró", describe el actor a su creación, que no es reciente para él.

Nacido en Santa Fe, radicado en Buenos Aires y con casi 37 años, Geretto propone en este espectáculo pensar en la educación, en lo que hace la escuela con los niños y en lo fácil que es caer en modelos que sirven para muy poco. Y lo hace siempre desde el humor, su compañero de ruta. "Me parece que éste es un drama enorme y no hay manera de hacerlo sin humor, no hay manera de bancarse esto sin humor, el humor es un amortiguador enorme", dice.

Preocupado por la relación madre e hijo y por lo que la sociedad hace con los chicos, el artista dice que el sistema, ya no las maestras, tratan muy mal a los pequeños, aunque se niega a caer en generalizaciones. "No todas mis maestras fueron iguales, pero sí hay un sistema, hay un pensamiento común que nos trata como nos trata, nos trata mal, nos cuida poco", entiende.

-¿Cómo llegás al personaje de la maestra?

-Es un personaje de hace unos quince años, fue mutando, fue adquiriendo cositas nuevas, es un personaje que atraviesa generaciones, es súper identificable con la gente, todos han pasado por un colegio y han tenido una maestra, así que supongo que era un personaje fácil de abordar desde ese lugar, desde el lugar de la identificación. Y socialmente una problemática que viene aumentando año a año, década tras década, que es el vaciamiento de la educación. Se reciclan los problemas, algunos tapan a otros y cuando se soluciona algo se destapa lo anteior y es así, lamentablemente la problemática docente siempre va a estar presente, vigente.

-¿Abordás al personaje porque es fácil, no sos un artista que se acerque al teatro por facilidad...?

-No, lo abordo porque es trascendental para nosotros como sociedad, y porque el personaje es el símbolo, de lo que se habla en la obra es de una forma de transmitir la educación, de una forma de llevar adelante una idea y de transmitirla, de una manera que han tenido de educarnos a través de ese símbolo, de la maestra. Son modelos que no sé quién los dicta, modelos de país, socialmente estamos acostumbrados a un modelo de país un poco dictatorial, un poco militarizado, con esto no quiero decir que sea malo, es malo en el colegio, porque estamos hablando de niños, así que supongo que por todo esto me gustó mucho.

-Tu maestra es, sobre todo, hipócrita.

-No sé si lo pondría en términos de hipocresía, las maestras normales vienen de una generación que también se replicaba en la familia, donde la demostración del sentimiento también significaba falta de autoridad, debilidad ante el otro, eso se fue superando, por lo menos familiarmente, no sé cómo estará esto en el colegio, en realidad algo sé, hay cosas que han cambiado y otras que se han agravado. Esas ideas que se tenían en algún momento de la vida y que estaban socialmente bien vistas, tengo amigos de mi edad a los que he escuchado decir eso de "una mirada de mi papá bastaba para que... porque le teníamos respeto". Bueno, se podría discutir si era respeto o era miedo, porque el respeto también se puede ganar abrazando, llorando juntos, riéndonos juntos.

-Es también un personaje desbordado por la tecnología y atravesado por la soledad.

-Me parece que es un momento muy difícil para los docentes por la cuestión tecnológica. Todas las nuevas generaciones de verdad se separan mucho, de verdad que hay una brecha donde la tecnología superó todo, la tecnología no fue creciendo con las generaciones, se disparó de una manera enorme: un pibe de 20 ya no sabe manejar esto como uno de 10. Y esto en la docencia preocupa mucho, básicamente los chicos solos están comprendiendo cómo se suma y cómo se resta, lo que se enseña en un colegio no es eso, con lo que uno se va de un colegio no es con eso.

-¿Qué debería enseñarse, entonces, a tu criterio?

-Cuando preguntás qué te acordás de tu paso por la escuela nadie te va a decir que recuerda haber aprendido la redondez de la "o", o la tabla del 8. Te acordás de quién fue tu maestra, de cómo te trató y a partir de ahí valorás el vínculo. La escuela es el primer lugar donde el chico sale a una vida de adulto. Y si te ponés a pensar es un lugar donde el chico va a mirar el trabajo de una señora durante muchas horas al día, es ridículo... entonces el niño no tiene por qué sufrir ese estrés y si lo tiene que pasar, si lo tiene que sufrir tiene que ser de la manera más amorosa posible, porque lo que le estamos enseñando es que hay otro mundo, con otra gente que no es tu familia y que también lo va a querer, también lo va a cuidar.

-¿Realizaste un trabajo de investigación para realizar esta obra?

-No, no estuve cuatro meses conviviendo con docentes... Pasa que el personaje tiene tantos años y durante todo ese tiempo le fui agregando comas, puntos, tics, detalles, cositas, información que me llegó. Es un personaje probado, trabajo mucho para el día del maestro en eventos, lo probé mucho y creo que las maestras tienen un gran problema para escuchar, fundamentalmente.

-¿Cómo lo notaste?

-Me doy cuenta en las risas, están agradecidas de que alguien hable de ellas y de su problemática, pero no sé si están muy dispuestas a hacerse cargo de que algo cambie a partir de ellas. Esto de que todo cambia a partir del Estado, del gobierno, de los niños, pero no sé si están muy dispuestas a ser parte del cambio.

-Al principio del espectáculo abordás el tema de la femenización de la educación, ¿por qué se llega a esto?

-Nos conectamos con un historiador que se llama Pablo Pineau, que es un historaidor especialista en educación e hicimos un brevísimo y nada certero video sobre la introducción de la femenización de la docencia, más que nada porque a mí siempre me interesó el tema de la mujer y de la mujer frente al niño, para entender por qué nos educan, por qué no te educa la naturaleza, ese sería otro paradigma, no sería tan errado, hasta hace poco pasaba eso. Sarmiento dijo que era una forma barata de hacerlo, pero más allá de eso creo que él se dio cuenta de que se necesitaba una figura femenina, de que la figura femenina es la que lleva adelante la palabra de por sí en la vida, la formación es lo que hace orgánicamente una mujer, educa, enseña, me parece que eso lo entendió perfectamente Sarmiento, por lo menos para los niños blancos.

-¿Qué otras muñecas rotas coleccionás?

-De mi espectáculo anterior tengo varias: Ana María con su perro que vive con su soledad construida, su perro está imposibilitado de caminar y prácticamente comparten el mismo cuerpo, Nelly que es un viuda bastante brava, son personajes escondedores y me parece que con la maestra se nota esto también. Su fascismo, su dureza, su inflexibilidad y su intolerancia están en la cáscara, no están en el fondo, porque si no sería realmente insoportable. Por eso mucha gente sale del espectáculo y escribe "me gustaría una maestra así para mis nietos". Yo me pregunto qué habrá visto, qué vio, porque yo no querría que esa mujer estuviera cerca de mis hijos. Pero hay algo que se ve que trasciende: hay amor en lo que se dice, esta maestra está desgastada, capaz que con un par de mimos se salva.