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02-04-2013

Rosita de la Plata, una estrella argentina en el mundo

por Jorge Boccanera (*)

Una de las primeras figuras argentinas del espectáculo reconocida a nivel internacional fue mujer: la ecuyere Rosalía Robba, una existencia plena y de leyenda que narra la investigadora Beatriz Seibel en la flamante biografía "Vida de Circo. Rosita de la Plata".

Bajo ese nombre artístico, Robba, nacida en Buenos Aires en 1869 y fallecida en la misma ciudad en 1940, recorrió el mundo con sus números de acrobacia a caballo siendo aclamada por distintos públicos, tal cual lo narra Seibel en este libro, editado por el sello Corregidor.

A los 18 años, Rosita era considerada en Europa "la primera ecuyere del mundo" por la revista alemana Der Artist, que publica su figura litografiada en la tapa y en su interior informa que en el circo Herzog en Dresden, la argentina ejecuta pasos hasta ese momento nunca vistos "con absoluta seguridad y una gracia inimitable".

Hija de modestos comerciantes, Rosita y su hermana Dolinda -quien también destacará como ecuyere- se inician en la arena del circo a los 9 años y parten a Europa con la Compañía Ecuestre Cottrelly, de paso por Buenos Aires, uno de los más afamados elencos circenses de la época, cuya principal atracción son las acrobacias a caballo.

A partir de allí se van a suceder numerosas giras por escenarios locales tanto como de España, Alemania, Inglaterra, Brasil, Chile, Portugal, Italia, y Francia; ovacionada por el público y por un periodismo que no ahorra calificativos para ensalzarla: "amazona", "campeona", "intrépida", "original", "maravillosa", "primera ecuyere de jockey del mundo".

Seibel, a quien le dedicó a su pasión por el tema varios libros, entre ellos "Historia del circo" y "Los artistas trashumantes", cuenta que dentro de su interés por aquellas "mujeres olvidadas", se inscribe Rosita de la Plata, famosa en su época y hoy prácticamente ignorada.

La gran popularidad de Rosita se evidencia en que fue tomada en su tiempo como personaje para libros, filmes, poemas y obras de teatro; además, dice Seibel, está la sospecha de que fue la amante secreta de Pablo Picasso, a quien el pintor retrató como "Rosita de Oro".

Sobre las características que llevaron a esta artista del circo a tal nivel de popularidad, comenta en entrevista con Télam: "Las mujeres ecuyeres, graciosas bailarinas y fuertes acróbatas a caballo, aparecen en los orígenes del circo moderno. Hay que recordar que en el siglo XIX el circo es el templo de la equitación y el arte ecuestre es el centro del espectáculo".

Añade Seibel que este arte fue relegado del circo en el siglo XX por el avance tecnológico: "La electricidad, el automóvil, las motocicletas, el cine, hacen que el circo se adapte a los nuevos tiempos y aproveche esas posibilidades para sus espectáculos; no olvidemos que el caballo -con jinetes, carros, coches, calesas, diligencias- era casi el único medio de transporte hasta el siglo XX".

Pero Rosita es más que una virtuosa montando caballos en pelo: es una joven impulsada por un sentimiento de libertad inusual en las mujeres de la época, sujetas a roles pasivos en sociedades patriarcales.

"Ella fue una mujer independiente que logró desenvolverse con autonomía en una sociedad patriarcal; una mujer valiente que no tuvo temor de innovar en su trabajo, ni de ir y venir por tantos países, pese a las dificultades que implicaba viajar en esa época", sostiene Seibel.

Tiempo, además, de estigmatización sobre las mujeres dedicadas al espectáculo: "En las primeras décadas del siglo XX las mujeres artistas de circo y teatro eran marginales; aunque muy aplaudidas en los escenarios; no eran aceptadas por parte de la `buena sociedad`, y aun de gente de clase media o baja que no permitían que sus hijas fueran artistas".

"Aun hoy -agrega Seibel- una carrera profesional en el circo no se considera igual que una carrera profesional en medicina o abogacía, aunque en algunas universidades se imparten carreras de circo".

Tras una relación complicada con su marido Antonio Podestá -del clan uruguayo fundador del teatro rioplatense-, Rosita formó pareja con el payaso inglés Frank Brown, otra gran figura del circo afincado en Argentina, con quien arma una gran dupla de labor circense hasta 1924.

"Rosita trabaja en la compañía de Brown y vive con él hasta su muerte en 1940. Evidentemente los unió un gran amor, vínculo que dio lugar a artículos novelescos que exaltaban el amor romántico de los dos celebrados artistas", explica Seibel.

Reconstruir la historia de Rosita de la Plata, le llevó a la autora varios años de investigación: "Gracias a la valiosa ayuda del bisnieto de Frank Brown y su nieta Mabel, pude consultar en Buenos Aires los libros de recortes del famoso payaso; y con Ray Perkin -bisnieto de Dolinda de la Plata, la hermana de Rosita- que vive en Inglaterra y es un apasionado de la historia de su bisabuela, pude intercambiar información; además de consultar publicaciones de la época que comentaban sus actuaciones".

Rosita de la Plata dejó sus actos ecuestres en 1907 y pasó a desempeñarse como directora artística del circo de Frank Brown y a presentar números de menor riesgo como el "Sporting Act" -con un pony y dos perros-, y el de caballos en libertad, denominado "acto ultra elegante".

La plenitud de su vida cabe en una de sus frases, dicha a modo de balance: "he vivido la vida que he soñado".

(*): Télam.