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16-10-2014

El secreto de una vida

por Nino Ramella

Hace hoy tres décadas moría a los 49 años José María Vilches en un accidente automovilístico en Las Flores. Había llegado a la Argentina en 1962 para actuar en la puesta de Yerma que hizo Margarita Xirgu en el Teatro Odeón. Su compromiso era para una sola temporada. No se fue más.

Había nacido en Alcalá de Henares. Tenía diez hermanos siendo él uno de los menores. Era lo único que sabían de él hasta sus más íntimos amigos. Nunca hablaba de su infancia ni de se familia ni de nada que lo conectara con España, como si su vida hubiera empezado al llegar a Argentina. Se sabía que había estudiado en su país en el Teatro Popular Universitario y en la Real Escuela Superior de Arte Dramático, de su participación en tres películas y en dos obras de teatro, pero sólo porque era inevitable mencionarlo en las entrevistas que le hacían.

España, su cultura, sus escritores estaban, claro está, muy presentes en cada una de las obras que él escribió, protagonizó y dirigió en sus inolvidables unipersonales como ?El Bululú?, ?A las mil maravillas? o ?Donde madura el limonero?, que lo convirtieron en ese actor de culto que terminó sellando para siempre un prestigio que sigue vigente a pesar de su ya larga ausencia.

Tan clausurados en sus comentarios estaban su familia y su pasado que por eso era un tema tabú y nadie se animaba a explorar las razones de esa negación. Estuve muy cerca de él en cada temporada que hizo en Mar del Plata. Lo conocí gracias a Willy Wullich, su amigo y productor -que resultó malherido en el accidente en el que Vilches murió- y esa cercanía derivó en una amistad que enriqueció mis vivencias de juventud. Entre sus allegados formulábamos hipótesis sobre las razones de esa ruptura.

La más popular era que Chemari (así le decían sus amigos) pertenecía a una familia muy conservadora que no veía con buenos ojos su condición de artista -con la suma de liberalidades que en determinado imaginario ello implica-, y que al optar por seguir su carrera rompió definitivamente con ellos y con todo lo que en esa época lo había hecho sufrir. Fuimos así sus amigos alimentado una antipatía hacia gente que no conocíamos producto de nuestra mera fantasía que, al menos en mi caso, duró hasta hace muy poco.

Cierta vez el colega Hugo Paredero me dijo que había conocido a un sobrino de Chemari. Al desconocer Hugo la historia que aquí comento no pudo menos que sorprenderse con mi excitación. Inmediatamente tomé contacto con él, luego con un primo y también con una sobrina. Les adelanté en tono humorístico que no me caían simpáticos. Y allí intentamos desentrañar una historia que tiene un océano de por medio. Nosotros no sabemos nada de su vida en España y ellos nada de lo que Vilches hizo y significó en la Argentina a partir de 1962.

Lo primero que pusieron en claro es que no hubo rechazo alguno por parte de ningún integrante de la familia. Álvaro De Toca Vilches, hijo de la hermana menor de Chemari, recuerda que tanto su madre como sus tías siempre le escribieron y lo buscaron. Nunca contestó. "Mi tío Ángel fue a verle a Buenos Aires y se negó a recibirle. Era bailarín de profesión, hacía muchas giras y no lo consiguió". En cualquier caso, estoy convencido de que si no hubiera fallecido tan joven, antes o después se hubiera reconciliado con su familia.

Le comenté esto a Willy Wullich. Recuerdo que una vez estábamos en Posadas, de gira. Atendí en el hotel una llamada desde la Recepción. Me comunicaban que en el lobby estaba el hermano del señor Vilches. Chemari dijo ?dile que no estoy, que me he ido a las cataratas?. Traté de disuadirlo pero no fue posible. No lo atendió, acotó Willy coincidiendo con lo que yo le conté. Según cree Álvaro tal vez en este caso no haya sido Ángel sino Carmelo, su hermano mayor y probablemente el más reaccionario.

"Ser una persona moderna, no era muy fácil en la España franquista, católica y mojigata. Lo que sí te puedo asegurar es que en mi casa siempre se hablaba de él con mucho cariño y muy orgullosos del tío artista", concluye Álvaro.

Juan Vilches, otro sobrino, escritor, me contó más: "La familia de José Mari (así le llamaban en España) siempre ha sido muy de derechas, y la guerra civil les tocó en Madrid. El padre de José Mari y su hermano Vidal (de 14 años) fueron metidos en la cárcel por los comunistas durante 3 años (de milagro no fueron fusilados). Después de la guerra, vivieron en la abundancia, como te podría comentar cualquiera de sus hermanas o la gente de Alcalá. De la familia Vilches, sólo puedo decirte que mi abuelo fue una de las personas más ricas de Alcalá de Henares, con muchos negocios y propiedades. José Mari tuvo una infancia y juventud maravillosa".

Al igual que su primo Juan tiene la misma percepción de lo que el tío significaba para la familia; "Jamás hubo rechazo de sus hermanos hacia José Mari, ni mucho menos. Todos le querían muchísimo porque era el más pequeño. Lo único que sé es que con el tiempo fue dejando de escribir a sus padres y a sus hermanos. Las relaciones con él fueron siempre fantásticas. Mis hermanas tienen unos recuerdos increíbles de él, muy simpático, muy cariñoso, muy irónico".

Que se sepa nadie conoce la razón por la que Vilches cerró la puerta a su pasado, que todos coinciden en señalar como ?fantástico?. Una actitud que no discriminó entre tirios y troyanos. No hubo parientes o amigos que escaparan a su forzado olvido. Acaso entre los de allá y los de aquí podamos algún día saber qué le pasó. Cómo fue que un hombre construyó una vida partida en dos historias que no se mezclan.

A mí no me convence del todo aquello que su sobrino afirma: Creo que José Mari no tenía rechazo hacia su familia, sino que era un espíritu libre que quiso vivir la vida de esa forma.

Creo que más cerca estaba su venerado Antonio Machado de lo que realmente ocurrió: En el corazón tenía la espina de una pasión. Logré arrancármela un día: ya no siento el corazón.