por Gabriel Imparato

Si alguna vez los shows musicales funcionaran como claustros de enseñanza, sin dudas a Virus le correspondería la cátedra de pop grupal, una especialidad donde la mayoría de los supuestos artistas que se creen tales supone tener aprobada, por más que a primera audición el bochazo sea la nota más piadosa.

La banda oriunda de La Plata vivió incesantes reinvenciones, alguna por la muerte de algún músico, otras por miembros originales que al mutar los tiempos o costumbres decidieron abandonar la nave y también aquellas oxigenantes renovaciones artísticas que el trío sobreviviente (los hermanos Moura y Daniel Sbarra) se propuso a fin de no convertirse en clones de sí mismos. El deslumbrante y contundente concierto que Mar del Plata atesoró semanas atrás con el grupo tocando en el Auditorium, es la prueba formal del grupo que más le aportó al pop conceptual en estos últimos 35 años. La gira nacional se clausuró con la presencia de esta banda en el Movistar Free Music y este último fin de semana en dos funciones sold-out hechas en el ND Teatro.

Disponiendo un listado de 24 obras que incluye una remodelación vocal en tono acústico para temas como ?Tomo lo que encuentro?, ?Dame una señal? y ?Mirada Speed?, en la performance se agregó una muy demoledora secuencia tecno-bailable sin cortes de ?Sin disfraz? y ?Encuentro en el río? con beats muy David Guetta. El recital puso de manifiesto un nivel interpretativo realmente muy por encima de la media en conciertos en vivo.

Marcelo Moura es un cuidado y sensible front-man que no merece las absurdas comparaciones con el pasado que algunos insinúan, mientras que la genial dupla de Julio y Daniel son los mejores arietes para servirle el infinito caudal de centros melódicos al cantante para que cada tema sea un gol desde el primer pase realizado.

Rescatando canciones que muestran su vigencia y seducción en cualquier arreglo expuesto, el grupo crea climas pop de una factura deslumbrante y nadie se anima a discutirles el tono hipnótico que provoca meterse en esa película musical de un show que transcurre mucho más rápido a bordo de esa orgía interpretativa. Con tres pura sangres remando desde la base rítmica y los teclados, Virus propone sin inmutarse bucear en una fenomenal reinvención pop en tiempo real, donde la magia es elemento constante y sus artífices, discípulos de algo que Copperfield jamás lograría mezclando sonidos y ritmos con su galera llena de conejos oyendo ?Me puedo programar?.