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09-01-2015

Tristán encabeza junto a Sergio Gonal "Regatos salvajes"

El experimentado actor cómico habló de su juventud, sus primeros veranos en Mar del Plata y su presente.

Tristán protagoniza con Sergio Gonal "Regatos salvajes", la obra de Guillermo Camblor dirigida por René Bertrand con producción de Javier Faroni que se presenta los miércoles, viernes y domingos a las 21 y los martes, jueves y sábados a las 23 en el Teatro Provincial.

Con humor y salidas ocurrentes, mientras realizaba las compras en verdulerías y despensas, el actor mantuvo este diálogo telefónico con LA CAPITAL.

Poco se conoce de su vida íntima. Tiene 78 años. Divorciado hace siete, tiene tres hijos, dos de ellos dedicados al mundo artístico, uno de ellos radicado en Mar del Plata, uno en Perú y otra en Córdoba. "Estoy solo, a la espera. El día que aparezca la mujer que me contenga, ahí volveré a formar pareja", aseguró entre bromas.

Su nombre completo es Tristán Antonio Díaz Ocampo y su infancia y parte de su juventud se ubica en Pergamino, donde es mejor reconocido como "Puloil", donde se desempeñó como lavacopas y como mozo, siempre a la pesca de una oportunidad en la Capital.

Su carrera artística inició a principios de los '70 en "Farandulandia", en Radio Belgrano, al ser seleccionado en una audición junto con Juan Carlos Calabró. "Empezamos juntos en Radio Belgrano", recordó. Hacía el personaje de un periodista que acostumbraba a ver el otro lado de las cosas.

Después siguió por "Telecómicos" (canal 9) con el número "Cómo me falló el horóscopo", "La revista dislocada", "Operación Jaja", "El botón", y muchos éxitos televisivos, además de participar en 32 películas.

Su primer viaje a Mar del Plata fue a sus 17 ó 18 años con tres amigos. Vendía gaseosas en la playa, siempre esperando la oportunidad de que algún productor lo hiciera partícipe de un espectáculo. Dormían debajo del Torreón del Monje y abarataban al máximo los costos en comida, aceptando cuanta invitación y obsequio se les presentaba.

En sucesivas temporadas, con trabajos más o menos formales, se fue haciendo amigos y un verano, ya convertido en una figura con nombre propio (aunque sin apellido) llegó con el gran éxito de sus temporadas a La Feliz: "Con Stray, Moria, Gogó y Tristán, La Campana hace tan-tan" obra que protagonizó en el 79 en el teatro La Campana.

-Pasó distintas épocas, productores, temporadas en Mar del Plata. ¿Cuál fue la época dorada, a qué asocia las mejores temporadas?

-Esta debe ser la décima temporada y ocho o nueve temporadas debo haber hecho en Carlos Paz. Pero la mayoría han sido en Buenos Aires. Yo le recalqué al intendente (Gustavo) Pulti que el creador de la temporada en Mar del Plata se llama Darío Víttori y no entiendo por qué no hay un monumento al hacedor de todo esto. Ahí hizo una temporada genial y en Buenos Aires, como reguero de pólvora se extendió la noticia de que iba bien. Y así fueron llegando las compañías a esta ciudad que les fue abriendo las puertas, como al turismo. A veces a alguno se le escapa la tortuga con los precios y lo espanta.

-En general, pudo mantener su vida privada a resguardo de los escándalos. ¿Fue su intención lograr ese perfil?

-No me gustan los escándalos, para nada. Pero sí, tuve uno, que recordará, con una señorita, Cintia Fernández, que quiso hacerse famosa conmigo, y dijo que yo le había pegado. Y a mí me enseñaron desde muy niño que levantarle la mano a una mujer es lo más indignante que pueda tener un ser humano. Se equivocó conmigo. Tal es así que en un juicio fueron Adriana Salgueiro, Natalia Fava, Gabriela Mandato y varios compañeros que fueron testigos de que en ningún momento le pegué. Perdí a mi padre muy chico, pero mi madre me ha enseñado muy bien. A los once años ya me levantaba a las 5 de la mañana para atar un carro y traer a mi casa seis pesos y medio kilo de pan y pagar la pieza con cocina con piso de tierra que me enorgullezco de haber tenido, así como una madre que me aconsejó muy bien en la vida. Así que esa mancha la va a tener que pagar, además de declarar, como corresponde, que fue una broma que le fue beneficiosa para su carrera. Porque la mía me la gané con sacrificio. Yo venía de mis pagos, de Pergamino, para ganar 600 pesos por mes gastando 1.200 en viaje. Hasta que Aldo Camarotta, por intermedio de una persona, me hace entrar en el correo, de 0 a 6, y así pude instalarme en Buenos Aires. Pero no me cansaba, así que entré a trabajar en una panadería en la calle Pueyrredon. Durante tres años y medio hice los dos trabajos.

-Al principio de su carrera logró capitalizar un defecto (visual) e incorporarlo como marca de sus personajes. ¿Fue iniciativa propia o a sugerencia de alguien?

-De chico, mi madre me hacía poner un anteojo que tenía un agujero en el medio, y no se sabía si era tuerto, bizco, estrábico o qué, así que le decía "chau, mamá" y me lo sacaba para ir a la escuela y me lo ponía cuando volvía de la escuela. No creo que haya sido así. Cuando yo trabajaba en el Crema café, acá, un médico me quiso operar. Yo le dije: "No, dejame así que estoy fenómeno" y después, a los 24 años entré a trabajar en "Farandulandia" y de la radio pasé a la televisión y al teatro con obras muy importantes, todas con una morisqueta distinta, y tantas películas, como "Camarero nocturno", rodada en esta ciudad. Creo que la gracia estaba en otro lado, ¿o vamos a decir que el gordo Porcel era gracioso porque era gordo? No, tenía sus virtudes, igual que yo las tendré.

-¿Qué actividades hace en Mar del Plata? ¿Playa?

-¡No! Yo me voy más blanco de lo que vine. Ayer (por el martes), con Federico Bal y la "Tota" Santillán fuimos, como los Reyes Magos, a repartir juguetes a barrios carenciados, tan ilusionados con el regalo que se les hacía.

Y voy a comer, hago las compras, leo el diario, voy a tomar un cafecito a algún lado. Lo que no tomo es alcohol. Nunca tomé, porque mi viejo se tomaba hasta la humedad de las paredes. Tuvo problemas con el alcohol. Y hace cinco años que no fumo más, gracias a mi hijo Federico Tristán, que está en el Teatro Olympia con Agustín Souza ("Todo por tu risa").