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28-11-2015

"Pasajera de la tormenta", nuevas poesías de Marta Magdalena Ferreyra

Editó un libro artesanal, que le rinden un homenaje a la Naturaleza. Reflexiona sobre la palabra como puerta de la historia.

Como una fuerza que la tironea, que la envuelve y la concentra, como un viento. Vuelve a la poesía, a la naturaleza como centro de la vida, a la mujer que en la tormenta se deshace y se arma. Marta Magdalena Ferreyra regresa a esos temas que la apasionan, que la cruzan. En este nuevo poemario, "Pasajera de la tormenta", la docente de la Facultad de Humanidades retoma ideas de su primer libro, "Labios de retama". Y lo hace siempre de manera artesanal, en un libro pequeño, anillado, realizado con papel vegetal que contiene textos cortos y sencillos.

"A veces surgen desde una imagen", asegura a LA CAPITAL sobre el nacimiento de sus poemas. "Otras, los sentidos comienzan a enhebrarse como hilos de colores en un telar, o una idea ronda hasta que tengo tiempo para moldearla y liberarla", sigue. Siempre, asegura, escribir es un paréntesis de intimidad, "un momento con vos misma, un tiempo sin tiempo", indica Ferreyra, Magíster en Letras Hispánicas.

Su poética se va tejiendo con temas como el paso del tiempo, la supremacía de la naturaleza, a la que considera su verdadera religión, el vacío y la fuerza de la tierra, entre otros elementos. "Como caminitos en el bosque o piedras en una cascada, te parecen (los poemas) que nada los relaciona y sin embargo, después, te asombra sentir cómo se vinculan, cómo uno completa a otro? en una tarea que nunca acaba, que siempre comienza", describe.

-¿Cómo nació "Pasajera de la tormenta"?

-Nace en el mismo deseo de la escritura. Poemas que van invitando a otros poemas y así se trenzan textos con inquietudes similares, con obsesiones que los emparentan.

Y "Pasajera en la tormenta" es mi celebración del camino en la palabra cotidiana, la conciencia de que "las raíces del viento" o el caminar "a tientas de mi sombra" me acercan a simples certezas, simples y enormes, como la vida. Y nace así: después de transitar la tormenta. Veo continuidades con "Labios de retama": la voz íntima mezclándose con el humus y la construcción de la identidad femenina; la diferencia que percibo es una escritura más sintética, que busca la semilla de la palabra, la intensidad del sentido; me encanta el poema que es como un relámpago: llega, te impacta y, luego, ¡el trueno!

-Tus textos están atravesados por la naturaleza y por la observación que hacés de ella.

-¡Ah! La Naturaleza (y la pronuncio con mayúscula) se puede decir que es mi "credo"? Me gusta sentir la poesía como un universo donde conviven las fuerzas de la vida y la convivencia no es exactamente pasiva, sino intensa, a veces caótica, dramática, pero siempre es germen, semilla en la hojarasca. Por eso la tormenta me pareció una imagen redentora: la mujer que se renace con las plumas de su dolor y la convierte en alas para remontar el vuelo en su propio cielo, ya libre, completándose en el lenguaje del alma.

-Estos poemas pasan de la sutileza de "La textura del pétalo", donde lo natural es más armónico a los apartados "Caballos para la noche" o "En la cornisa de los huesos", donde tu voz se complejiza, se problematiza y aparecen cuestiones vinculadas al vacío y al abismo. ¿Considerás que hacés un recorrido, un viaje desde la simpleza a los dolores del alma?

-Tu lectura me permite ver cuestiones que quizá trabajé intuitivamente? Sí, y es como ir adentrándose en la tormenta, pero la pasajera no es una habitante, atraviesa la tormenta y esa experiencia la modifica. Es un viaje, como dijiste, un viaje al jardín interno de la voz, un viaje a la trastienda de la razón, un viaje que exhuma dolencias para oxigenarlas, para encontrar senderitos en medio de la noche sin luna, quizás para descubrir la noche, la sombra. Un viaje que desea los deseos, que acaricia las caricias y se hermana con el silencio y hace las paces con el olvido? Como todo viaje es una aventura de autoconocimiento, una travesía golosa de abismos y curiosa del vacío. Un viaje para encontrarse.

-También el tema del tiempo aparece de manera firme al final, decis "el tiempo es un felino que merodea la cornisa de los huesos". ¿Qué podés decirme sobre el tratamiento de este tema?

-Tu pregunta da en el centro de una obsesión: ¡el tiempo! La sensación de lo efímero quizás me ayudó a percibir lo impostergable. Y la poesía es una manera de reflexión que procura escapar del pensamiento lógico; te invita a recorrer estos desafíos por otras sendas, abre otras puertas y te tienta con su lenguaje de pétalos y arañas, de gatos y chimangos, de caballos iracundos en medio del insomnio. El tiempo se abre camino en el olvido y el recuerdo corporiza una memoria hecha de imágenes que se convierten en palabras? y así retengo en un instante perfecto toda la eternidad de un abrazo. Quizás por eso escribo, por disfrutar de un abrazo manuscrito o de la pluma de la urraca o de esta fragilidad que junto a otra fragilidad me llena de amor y vitalidad.

-Un aspecto insoslayable de "Pasajera de la tormenta" es la forma que tiene el poemario, su concepción artesanal e independiente. ¿Por qué la decisión de anillarlo? ¿Por qué usás el recurso de aumentar y disminuir el tamaño de letra?

-La intención es hacer un objeto "sensible", cálido, manuable? que proponga una intimidad y acorte las distancias con el lector; que el lector lo experimente, lo perciba cercano, casi como propio. También que se exprese su artesanía, su condición de "hecho a mano", en sintonía con los poemas y con el mundo que ellos construyen. La manualidad como algo cercano al cariño? a la caricia. La diseñadora del libro, Fernanda Ferraro, es una mujer creativa que inmediatamente hizo una fascinante conexión con el poemario (con este y con el anterior) y lo nutrió con sus intervenciones gráficas. Algo que me encantó y que compartí entusiasmada, pues me di cuenta cómo se intensificaba el sentido de muchas palabras con el juego gráfico, muy al modo vanguardista.

-Contame por qué usás los disminutivos...

-Los diminutivos me dan una idea de lo querible, lo íntimo y lo cotidiano. Los relaciono con la ternura; generalmente, cuando los utilizo hago una suerte de cruce entre el objeto y la ternura y el diminutivo sería el resultado.

-Hacés toda una reflexión sobre el valor de la palabra, ¿es la palabra transmisora de memoria y de historia?

-Sí, claro? la poesía está hecha de palabras. Y la reflexión sobre la materia prima de la artesanía lo siento como intensamente relacionada con el acto creativo. Tomar conciencia de la potencialidad de la palabra es comprender la tarea poética. La palabra es personal y es colectiva, y en esa interacción está el vínculo que establecés con el lector; el puente mágico de la comunicación está construido con palabras que tienen la memoria de otras palabras, que ya fueron dichas y escritas durante siglos, eso me parece fascinante? La palabra acarrea su historia y, a la vez, se carga con tu historia. Y se renueva en el mismo momento que es pronunciada o escrita. Siento cómo la palabra adquiere cuerpo en el poema y ocupa un espacio, un tiempo que conecta los extremos y se vuelve un círculo, como los que deja el humo en el aire. Y luego se silencia.