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16-06-2009

A diez años de la esperada demolición de la manzana 115

La decisión adoptada por la administración Aprile requirió un abordaje complejo, realizado con éxito y sin inconvenientes. La decisión de demoler con explosivos es, prácticamente, inédita en Argentina.

por Carlos Crespo

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Habían transcurrido más de 50 años de propuestas e iniciativas fallidas. Proyectos caídos antes de consolidarse. Varias administraciones comunales, de diverso signo ideológico y partidario, habían pasado por el palacio de Hipólito Yrigoyen y avenida Luro sin poder cristalizar un sueño eterno. Finalmente, en la madrugada del 16 de junio de 1999, hace diez años, una detonación controlada demolía parte de la manzana 115. Poco más de un mes después se completaría la tarea con el derrumbe de dos edificios, contemplados en la segunda parte del plan.

La administración radical de Elio Aprile, con el decisivo respaldo político y económico del gobernador justicialista Eduardo Duhalde, logró eliminar ese obstáculo y construir una fuente para darle continuidad al corredor verde que conforman la plaza Colón, la plaza del Milenio y la plazoleta de las Provincias, en un sector emblemático y neurálgico de la ciudad.

Intentos fallidos

En noviembre de 1984, la Ordenanza N° 6104 limitó las posibilidades de modificaciones en la manzana, permitiendo únicamente las construcciones limitadas a su altitud ya fijada y sin cambios de uso de suelo. Fue una decisión política consensuada en todos los partidos de la ciudad para intervenir arquitectónicamente en la manzana y hacer un corredor verde frente al casino.

La iniciativa definitiva comenzó a germinar durante una visita del gobernador Duhalde, en 1996. Aprile le indicó la necesidad de modificar el paisaje. A poco más de diez años de esa conversación, el ex intendente la recuerda: "´Si me das una mano, lo podemos hacer´, le manifestó el por entonces jefe comunal. "´¿Y qué necesitan´"; "´Una ley de expropiación y presupuesto para expropiar; del resto me encargo yo´". "´Bueno´".

"A la semana, Vacante (Pablo, diputado provincial del PJ) estaba presentando el proyecto", consignó Aprile.

El 9 de julio de 1998 la Provincia firmó decreto de afectación de fondos para expropiar: 18.500.000 pesos. El proyecto de aggiornamiento estuvo a cargo del estudio Mariani-Pérez Maraviglia.

El artículo 2° de la ley de expropiación estableció la transferencia a la Municipalidad de los inmuebles expropiados con cargo de afectar su destino a la ampliación de espacios verdes, mejoramiento de las condiciones de circulación vehicular y peatonal, renovación del paisaje e imagen urbana del área y ampliación de los espacios destinados a estacionamiento público".

En la manzana 115 funcionaban tres hoteles, dos restaurantes, edificios de departamentos y locales comerciales, además del Emtur.

Una comisión municipal, integrada entre otros por José Fiscaletti, titular del Ente Municipal de Servicios Urbanos (Emsur); José Luis Castorina, secretarios de Obras Públicas y José María Conte, de la dirección de Vialidad, había analizado las opciones para derribar la manzana, asesorada, entre otros, por el ingeniero industrial Julio Caballero, un experto en el tema, que aseguró que la técnica de explosivos era la más "económica y segura".

Alternativas

El 23 de marzo de 1999 la manzana fue entregada a la Municipalidad, que de inmediato la valló e instaló una guardia de seguridad, para proceder luego al desguace de las partes más pequeñas y asequibles.

La Fiscalía de Estado de la provincia de Buenos Aires, entonces a cargo de Juan Carlos García Sarmiento, instrumentó la expropiación.

"Ahí se generaron dos proyectos: uno, la demolición tradicional con una grúa y una bocha de hierro de 3 toneladas llamada "perita", que era riesgosa por la alta concentración urbana y el intenso tránsito de la zona. Para ejecutarlo, había que mover la bocha de afuera hacia dentro y cortar la calle Buenos Aires durante 5 meses y Belgrano y Moreno, por menos tiempo. La otra opción eran los explosivos, pero salvo el caso del Warnes -hecho por una compañía francesa- no había antecedentes en el país", recuerda el por entonces titular del Ente Municipal de Vialidad, José María Conte, hoy a cargo del Emvial.

Colaboración externa

"En 1998, en un congreso en Estados Unidos donde había representantes de la industria de la construcción, me encontré con un cubano, que era el titular de la asociación de demoliciones de ese país y el responsable de los primeros hoteles demolidos en Las Vegas. Este hombre me dio consejos muy interesantes y aceptó participar como asesor y fiscalizador ad honorem", señaló el funcionario.

Cuando Conte volvió de Las Vegas, le presentó a Aprile las dos alternativas. En reunión de gabinete, el jefe comunal estableció un plazo perentorio de 30 días para tomar la decisión, mientras tanto se avanzó con el anteproyecto. El Ejército, a través del encargado del Batallón de Ingenieros 601 con asiento en Campo de Mayo, coronel Juan Martín Merediz, estableció las pautas técnicas y el asesor cubano hizo ligeras correcciones. Con esta información, Aprile tomó la decisión de demoler con explosivos.

En definitiva, sólo se cortó media calzada. La Municipalidad erogó poco más de 300 mil pesos en la demolición, incluyendo el pago al Ejército (58 mil pesos) y los explosivos (80 kilos de gelamita), utilizados en la tarea.

Lo cierto es que más allá de algún imprevisto -solucionado rápidamente-, la demolición fue exitosa y tuvo inmediata repercusión mediática. "Finalmente, la hicimos de madrugada y sin público por razones de seguridad. Cuando apreté el gatillo, viví los diez segundos más eternos de mi vida, pero me emocioné al comprobar que todo había salido bien", admitió Conte.

A continuación, el intendente Elio Aprile consiguió un fuerte respaldo de la compañía de teléfonos Telecom, de más de un 1 millón de pesos, para esponsorear la construcción de la fuente con sus aguas danzantes en la plaza del Milenio, a cambio de un espacio de publicidad por cuatro años. "En la demolición y la limpieza de la manzana participaron 60 personas, entre miembros del Ejército y de la Municipalidad. Fue la primera iniciativa de este tipo hecha íntegramente por argentinos", señaló José María Conte. "En cinco meses se hizo la demolición y en tres meses y medio, la plaza con una fuente de 400 kva de potencia y más de 80 motores funcionando, con un sistema de conmutación que comanda todo", especificó.

Las dos etapas

La demolición de la primera parte de la manzana 115 comprendía a los dos edificios ubicados sobre el Boulevard Marítimo y había sido pautada para el sábado 12 de junio a las 11, con público. Empero, una protesta de trabajadores de la pesca abortó esa posibilidad e instó a los funcionarios municipales a realizarla de madrugada y sin testigos ajenos al emprendimiento.

Asimismo, se había descartado suspender la tarea por lluvia.

Entre las medidas de seguridad adoptadas, se hicieron zanjas alrededor de los edificios de 50 centímetros de ancho por 1,50 metros de profundo. Se colocó una barrera de geotextil de 6 metros de alto y sobre Buenos Aires, una red con núcleo metálico y una pantalla de madera de 100 por 4 metros con terminación de geotextil.

A las 4.27 del miércoles 16 de junio sonó la bocina de alarma y se activó el disparador, accionado desde el hotel Orion por José María Conte.

Poco menos de un mes después, el jueves 15 de julio sucedieron dos explosiones en 15 minutos -entre las 2.50 y las 3.05 AM- que tiraron abajo al propio Orion y luego al hotel Cini. En minutos, apenas se disipó el polvo, la manzana 115 era una pequeña montaña de escombros.

Controlada, con explosivos

"Gracias a los consejos recibidos, salió técnicamente perfecto. No hubo juicios, no se rompió ningún vidrio, no hubo demandas ni accidentes. Claro, tomamos recaudos. Por ejemplo, certificar el estado de los edificios aledaños con escribano, entre otras medidas", remarcó José María Conte, titular entonces de la Dirección de Vialidad.

Entre el día que la Municipalidad se hizo cargo de la manzana y se demolieron los dos últimos edificios transcurrieron cinco meses. Conte recuerda esa época y admite que hubo mucha presión, a sabiendas de que se afrontaba una empresa compleja y riesgosa. "Se tomó el asunto como un desafío, porque se sabía lo que se ponía en riesgo", evocó.

"Para este tipo de demolición se suelen utilizar dos barreras de protección; nosotros pusimos siete. Cuando cayeron los edificios, el grado de vibración en el suelo y la vereda enfrente, en Buenos Aires entre Moreno y Belgrano, fue la misma que la que provoca el paso simultáneo de dos ómnibus de pasajeros. Lo medimos con un registrador cronológico y lo dejamos asentado con un escribano. Eso y las barreras de onda expansiva, sísmica y aérea lo hicimos asesorados, para evitar juicios. Queríamos el máximo de seguridad y esta intención nos abarató el 30 por ciento la demolición", aseguró Conte.

"Se trató de una demolición controlada. Si se ponen explosivos en cantidad suficiente en las columnas de un edificio -mediante un estudio, en lugares específicos de la planta baja y primer y segundo piso- se genera una especie de espiral ascendente. En una mínima fracción de tiempo, millonésimos de segundos, desaparece la base de la estructura, que cae dirigida hacia donde uno desea", explicó Conte al recordar cómo cayó, por caso el hotel Orión hacia el centro de la manzana, sin desperdigar ni siquiera un pedazo de escombro hacia la calle.

"Cuando nos hicimos cargo, limpiamos las propiedades chicas y quedaron cuatro edificios. Lo hicimos en dos partes, empezando por los que estaban sobre el boulevard, para garantizar que no hubiese inconvenientes, y tener el terreno despejado para la segunda parte. El índice de riesgo para terceros era ínfimo", evocó el funcionario.

"Se colocaron explosivos en los dos primeros pisos, en algún caso se llegó hasta el tercero. Los edificios se quedaron sin base y cayeron por su propio peso, porque no tenían nada debajo. La propia masa rompió todo. Por eso sólo se encontraron escombros, que fueron llevados a un depósito de Vialidad", detalló Conte.

Gelamita, el explosivo utilizado

La gelamita es un barro explosivo con sales orgánicas que contiene 15 por ciento de agua. Es un producto barroso parecido a la dinamita, seguro y manipulable, que sólo se activa con un detonante.

Se hicieron agujeros en las columnas de los edificios a demoler -entre la planta baja y como máximo el tercer piso-, se colocó la gelamita y se protegió esas zonas con bolsas de arena para evitar la dispersión de escombros.

El detonador conectado a los caños que debían permitir el paso del gas activador de la gelamita tenía una velocidad de propagación de 2.000 metros por segundo.

"Lo usamos asesorados por el Ejército, tomando en consideración la más reciente tecnología mundial", señaló Conte, que explicó el mecanismo: "El detonante recibe la información de detonar de un gas especial, que está en una cápsula y se activa introduciéndolo y disparándolo con un pistola. Entonces, se propaga por el circuito de caños, que tienen retardos uno y otro. La distribución siguió una lógica radial de conexión. Había pocas unidades del cartucho y estaban guardadas en lugares que sólo dos personas sabíamos. Yo lo detoné; fueron los 10 segundos más largos de mi vida. Dicen algunos testigos que dije varias veces ´no explotó´, pero, la verdad, no me acuerdo".

Ese 16 de junio de 1999, a las 4.27 AM, se prendieron las sirenas durante dos minutos, se escuchó la secuencia de diez a cero y entonces Conte apretó el gatillo. A los seis segundos se sintió la detonación y a los 20 segundos comenzó a caer la estructura.

"La intervención urbanística más importante en décadas"

A diez años de un suceso que permanece en la retina de los marplatenses, pocas personas deben estar tan orgullosas de la demolición de la manzana 115 como Elio Aprile, intendente radical en cuyo gestión se desarrollaron los acontecimientos referenciados en estas líneas.

"La veo como la intervención urbanística más importante en décadas. Creo como intervención en un sector, para transformar la ciudad, ese proyecto y el de la plaza del Agua fueron los que más modificaron un entorno. Ambas iniciativas fueron fantásticas porque permitieron recuperar espacios muertos", señaló Aprile.

"Cuando era estudiante universitario, en los '60 y '70, ya se hablaba de la 115, incluso los estudiantes de Arquitectura e Ingeniería armaban proyectos al respecto. Cuando surgió la posibilidad -un poco por azar- tuve la certeza de que lo íbamos a hacer, a pesar de los escépticos que nunca faltan y siempre abundan", añadió el ex intendente.

"Nuestra gestión siempre tuvo excelente relación con (el gobernador) Duhalde, lo que demuestra que se puede gobernar con la Provincia y la Nación estando bajo administración de otro signo político, sin renunciar a la propia creencia", añadió Aprile.

El ex intendente remarcó: "Tengo dos reconocimientos muy importantes para hacer: uno, para José María Conte, que trabajó mucho; otro, para José "Coco" Fiscaletti", que también fue muy importante.