Prisión perpetua para la pareja que asesinó al policía Garrido
La pareja que confesó haber matado al policía durante un asalto fue condenada a prisión perpetua por orden de un tribunal que llevó adelante el juicio.
BUENOS AIRES.- Ernesto Daniel Luque (29) y Débora Gisella Acuña (30) -quien se encuentra embarazada- escucharon impasibles la sentencia, ya sabiendo que iban a ir a la cárcel porque ellos mismos habían confesado cómo mataron al policía Aldo Garrido (61) el pasado 17 de febrero.
Ayer, los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal 5 de San Isidro -Mario Kohan, Raúl Neu y Ariel Introzzi Truglia- sólo debían anunciarles a los acusados cuál sería la pena que tendrían que cumplir en prisión. Todas las partes descontaban que se trataría de una perpetua.
El fiscal Diego Callegari, quien encabezó el grupo de fiscales de San Isidro que investigó el hecho, los imputó por homicidio doblemente calificado por "criminis causa" -matar para lograr la impunidad-, y por tratarse la víctima de un miembro de una fuerza de seguridad.
El tribunal también ordenó abrir una investigación para probar si Luque sufrió apremios ilegales, según lo que denunció en su declaración.
El ministro de Justicia bonaerense, Ricardo Casal, calificó de "ejemplar" el fallo por la celeridad y lo justo de la resolución, y señaló que esa decisión genera "esperanza en la sociedad". Afirmó, además, que esta sentencia será un mensaje para los delincuentes, "para hacerles saber que resulta incomprensible que para un robo menor utilicen armas de fuego letales y, que es intolerante que lo hagan sobre un policía que cuida a toda la ciudadanía".
Apenas salió del tribunal, Marta Barberis, la viuda del policía, dijo que se sentía "reconforme" con esta resolución. "Yo creo que a partir de ahora los juicios van a ser más rápidos, que todo va a mejorar", se esperanzó la mujer al ser consultada sobre el tiempo récord que demandó proceso, a contramano de la gran mayoría de los procesos penales.
En las afueras de los tribunales, en la calle Ituzaingó al 300 de San Isidro, se habían congregado un grupo de vecinos y comerciantes a la espera del veredicto.
Apenas se enteraron de la sentencia, los manifestantes comenzaron a aplaudir y a gritar "justicia, justicia", mientras intentaban abrazar a la viuda del policía.
Acusando de "asesinos" a los condenados, algunos de los vecinos incluso comenzaron a golpear el móvil del Servicio Penitenciario Bonaerense en el que fueron trasladados hasta sus respectivos centros de reclusión.
"Para esta gente la pena de muerte", gritó uno de ellos, mientras que otro exigía que "los menores también sean sentenciados" y que "no maten más policías en San Isidro".
"Hay que terminar con estos crímenes -dijo otro de los manifestantes-. Si no existe la pena de muerte, perfecto, pero que no salgan nunca más. Así vamos a ir puliendo este país".
El ministro Casal afirmó que "pese a la desgracia, es una muy buena noticia este fallo ejemplar, que genera dos efectos: esperanza en la sociedad bonaerense, en cuanto a que la Justicia actúa con esa diligencia, y la garantía de que la Justicia no concede impunidad".
La capitana Adriana Peve, jefa de la comisaria 1ra. de San Isidro donde revistaba Garrido, dijo que "la comunidad de San Isidro ha quedado muy satisfecha" con la condena.
También afirmó a la prensa que "detrás de cada uniforme hay distintos Garrido; cada uno cumple una función diferente, y la de Garrido era una función que estaba a la vista de toda la comunidad" sanisidrense.
Garrido fue asesinado el 17 de febrero último cuando recorría la zona comercial de San Isidro y advirtió una situación sospechosa en un negocio de ropa "Kevingston" de Chacabuco 361, de esa localidad del norte del Gran Buenos Aires.
El policía vio que las dos empleadas no estaban y lo atendió Acuña, que se encontraba embarazada. El policía sospechó y fue hasta el fondo del negocio, de donde salió Luque, que le efectuó dos disparos con un revólver calibre 32 a la altura del vientre.
El policía cayó, y mientras estaba arrodillado la mujer le quitó su arma y lo remató de dos balazos.
La pareja escapó pero fue detenida al día siguiente, en la casa en la que vivía junto a su pequeño hijo, en la localidad de Pablo Podestá, donde se hallaron las dos armas usadas en el crimen.
La policía llegó hasta los culpables porque en el lugar del crimen se les habían caído un boleto de colectivo y un llavero con la foto de su nene. Según se determinó, Luque había salido de prisión quince días antes del crimen de Garrido, excarcelado en una causa por robo calificado.
