Los boliches abren sus puertas a la medianoche, pero suelen poblarse bastante más tarde, aunque en sitios como Sobremonte "tenemos tandas, porque hay diferentes espacios, entonces hay gente que viene temprano a comer a Coyote y después se queda a la disco", explicó Pedro Eugenio del Buono, de Sobremonte.

"Nosotros trabajamos con un promedio de edad entre 25 y 30 años, grupos de amigos especialmente, que quieren pasar un buen momento escuchando buena música", detalló el manager de Esperanto, Milton Carballo.

En la pista, los cuerpos no abandonan el movimiento frenético mientras que la barra no cesa de despachar todo tipo de tragos -"los caribeños se imponen", explicó Carballo- y especialmente vino espumante o champagne con algún energizante.

Lejos de allí, en otra zona de la ciudad, se desarrolla uno de los controles de alcoholemia. Se detienen los autos, los conductores soplan la boquillas y de acuerdo al resultado siguen o dejan el vehículo. A algunos se les indica que se abrochen el cinturón de seguridad.