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06-09-2010

"Mandela es un claro ejemplo de cómo unir a la gente en vez de dividirla"

John Carlin, autor del libro sobre Nelson Mandela que Clint Eastwood llevó al cine con la película "Invictus", describe al líder sudafricano como a un "zorro de la política" que supo reconstruir a su pueblo "sin ánimo de venganza ni sectarismo".

No contento con haber tenido padre escocés, madre española, nacionalidad británica y haberse criado en la Argentina hasta los 13 años, John Carlin decidió dedicarse al periodismo y salir a ver qué pasaba por el mundo. Como redactor de distintos diarios relató las desventuras políticas y sociales de varios países desde finales de los ?70 hasta que le ofrecieron ir a Sudáfrica.

Llegó ahí justo cuando se iniciaba el proceso político que llevaría a Nelson Mandela al poder, desde donde emprendería la difícil tarea de reconstruir a una sociedad fragmentada por la segregación a la que la minoría blanca había sometido durante siglos a la mayoría de la población negra. Carlin fue testigo de eso años difíciles desde un lugar privilegiado, muy cercano al presidente Mandela. Aquella experiencia la narró en el libro El Factor Humano que más tarde terminó siendo el guión de la película Invictus, estrenada el año pasado y dirigida por Clint Eastwood, en la que se cuenta cómo Mandela sacó provecho del Mundial de Rubgy de 1995 para levantar la estima de su pueblo. Esta semana Carlin expuso parte de esta historia en el congreso de CREA realizado en Córdoba, donde aceptó dialogar con LA CAPITAL.

- ¿Por qué razón cree que usted que Nelson Mandela despierta admiración en políticos de diversa ideología y origen, incluso los que tienen un pensamiento muy diferente al de él?

- Cada uno elige sacar las conclusiones y las lecciones de la conducta de Mandela que quiere y a veces se lo hace con motivos mezquinos. En definitiva es un claro ejemplo de cómo unir a la gente en vez de dividirla. Es también un ejemplo de pragmatismo político. Mandela no es un santo sino un zorro de la política. Cualquiera de estos listos que andan dando vueltas por el mundo puede recibir lecciones de cómo ser un político astuto que logra sus objetivos. Quizás por eso sea admirado independientemente del punto de vista ideológico de cada uno.

El apartheid, un genocidio moral

- Hay quienes quieren encontrar similitudes entre las etapas más desgraciadas de la historia argentina y sudafricana ¿Comparte esa idea?

- Yo viví en la Argentina durante el gobierno militar y en cierto modo acá también hubo un claro antes y un después de eso. En Sudáfrica hubo una tiranía antidemocrática que duró muchos más años y posiblemente en lo que se igualan ambos países es en haber sido capaces de haber dado un salto hacia un lugar mejor. Pero la división en la sociedad sudafricana fue bíblica. Los argentinos ni los ciudadanos de casi ningún otro país pueden darse una idea de lo que fue eso. Mandela decía que después del holocausto nazi el gran crimen del siglo XX fue el apartheid. Fue un gran genocidio moral. Se hizo algo muy cercano al exterminio físico de las personas, exterminando su moral. Con ese punto de partida Mandela convenció a todos de optar por la sensatez. Sudáfrica estuvo a punto de tener una guerra civil. Cada día, mientras yo vivía allí, oscilábamos entre la esperanza y la desesperación, pensando que esto iba a terminar muy mal. Mandela apeló a lo mejor de la gente. Así lo hacía cuando se sentaba ante sus rivales, que habían sido sus carceleros, recurriendo a su nobleza y a su generosidad y a las cosas que los unían como seres humanos. No se fijaba en lo que los separaba o en circunstancias fortuitas como diferencias ideologías. También apeló a su pragmatismo y racionalidad. Con eso el país lo siguió y se consolidó un país democrático e integrado en muy poco tiempo que durante el último mundial le ha mostrado al mundo su madurez.

- Si hoy echa una mirada sobre la sociedad sudafricana, ¿qué rasgos reconocería como legados de Mandela?

- El concretó algo increíble y ejerció un enorme liderazgo ante su propia gente. Tal vez su mayor logro fue el de convencer a su propia gente de que no siguiera sus impulsos lógicos y naturales de venganza tras haber sufrido 350 años de humillaciones. Los convenció con firmeza de actuar como gente seria, madura, que buscara el bien de todos, apartando impulsos de venganza y sectarios y uniendo fuerzas para el bien común.

- ¿Cómo imagina que vivirá la sociedad sudafricana una vez que Mandela ya no esté?

- El motivo por el que escribí el libro fue porque entendí que en ese momento ese hombre dejó un ejemplo digno de imitar por toda la humanidad. Los seres humanos somos una especie muy poco evolucionada y es perfectamente posible que Sudáfrica caiga dentro de 10 ó 20 años convirtiéndose en un Estado más corrupto y menos eficaz. Hoy por hoy las instituciones se respetan, el Estado de derecho es fuerte y hay una total libertad de prensa. Esas son cosas que él ha legado y no sabemos hasta cuándo.

- ¿Cuáles fueron los defectos de Mandela?

- Le gustaban demasiado las mujeres y tal vez eso sea un defecto para la gente que parte de una premisa moral para analizar su figura. Pero hablando en serio recuerdo que una vez le pregunté a su gran amigo de toda la vida cuál era el defecto de Mandela y me dijo que quizás tenía una tendencia a confiar demasiado en la gente. Pero después de pensarlo un poco mejor se corrigió y dijo que en realidad eso era una virtud. La verdad es que Mandela se sentaba ante sus enemigos, ante los que lo habían humillado a él y a su pueblo, regalándoles su confianza. Partía de la base de que sus oponentes actuaban de buena fe. Por eso incluso lo han traicionado y se ha puesto rabioso. Insisto en que se ponía rabioso para que la gente también sepa que de ninguna manera él fue un santito al estilo Buda sino que se ha enojado furiosamente y mucho.

- ¿No cree que todas las sociedades anhelan tener a su propio Mandela?

- Mucha gente que vio la película y ha leído el libro en todo el mundo me ha dicho justamente que desea tener en su propio país a un Mandela. Pero lamentablemente yo creo que un personaje así aparece cada 100 años, si tenemos suerte. El ha combinado un carisma extraordinario, con cualidades que nadie puede aprender. Es como un Sheakespeare en la literatura o un Maradona en el fútbol. Gente así hay muy poca.