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14-10-2009

Las primeras escuelas del Puerto

Hacia 1912 aproximadamente, iniciadas las obras de construcción del puerto de nuestra ciudad, comienza a poblarse el barrio conocido como “Pueblo de los pescadores”.

Por Analía Duffó*

Hacia 1912 aproximadamente, iniciadas las obras de construcción del puerto de nuestra ciudad, comienza a poblarse el barrio conocido como “Pueblo de los pescadores”.

Sus primitivos habitantes serán los empleados de la empresa francesa a cargo de las obras, como así también familias de inmigrantes italianos que se trasladaron, a instancias de las autoridades locales, desde el centro de la ciudad, donde desarrollaban sus actividades de pesca, a la altura de la actual playa Bristol.

Ellos vivían en condiciones muy precarias, en casillas de chapa y madera, carecientes de todo tipo de servicios. Las casas de los obreros de la Empresa eran  grandes galpones con subdivisiones para varias familias.  En muchos casos, bajaban el cielorraso y lo forraban con arpillera pintada con cal, que se endurecía y permitía mantener mejor el calor.

Ante la falta de escuelas en el incipiente barrio portuario, la Empresa Francesa encomendará la tarea de enseñar las primeras letras a los hijos del personal jerárquico, a un maestro francés, Monsieur Bizel, quien  aparentemente se habría desempeñado como administrativo de la empresa cuando ésta construía el puerto de Montevideo.

Entretanto, se solicitaba al Ministerio de Educación de la Pcia. de Buenos Aires una escuela primaria común mixta. Así, en 1913 se abre la primera escuela del Puerto, la Escuela Provincial N° 12 Florisbelo Acosta (recordando a quien promoviera la creación de la primera escuela del centro, hacia 1869). La Escuela 12 ya funcionaba desde 1899 como escuela rural, en el cuartel segundo del partido, en un paraje conocido como “La Loma”. En 1901, fue trasladada a la estancia “La Caldera”, próxima a la estación Cobo. Hacia 1912, se cierra por falta de matrícula, y al año siguiente se traslada al Puerto.

Es así  que comienza a funcionar en un galpón fiscal de chapa y madera, con techo a dos aguas. Tenía cuatro aulas: dos destinadas a las clases, la dirección y la habitación del director, el Sr. Pedro Taboada, quien será reemplazado al año siguiente por la Srita. Josefa Raffo (luego Sra. de Muelas), quien ejercerá esta función hasta 1928. El terreno fue cedido por la Empresa Constructora, en las proximidades del Arroyo del Barco. Será la única escuela oficial en la zona. En 1949, se trasladará al edificio que actualmente ocupa en la calle Cabildo 265 (hoy calle Padre Dutto).

La cantidad de alumnos se incrementaba año tras año, lo que dificultaba la realización de los actos escolares bajo techo. Para solucionar  este problema se recurrió al ingenio: las paredes divisorias de las aulas fueron reemplazadas por “portones”, de manera que, cuando era necesario, éstos se abrían y permitían disponer de un gran salón.

El viaje de las maestras desde el centro era una verdadera odisea. Viajaban en tranvía, cuyo recorrido finalizaba en el Golf Club; allí descendían y tomaban un ómnibus que sólo circulaba en los días buenos, pues cuando llovía los caminos eran intransitables. Entonces, debían cruzar la cancha de golf a pie, bajo el viento y la lluvia…

Las jornadas de trabajo de los hombres de las familias del barrio, quienes trabajaban en la pesca o en las obras de construcción, eran largas, riesgosas y muy agotadoras. Por su parte, las mujeres, a causa de la falta de comodidades, como el agua, la electricidad, lo alejado de los comercios, etc., debían invertir todo el día en las tareas del hogar. Por esta situación, los niños pasaban gran parte del día solos, siendo necesario brindarles contención y educación.

Así  lo observaron las Damas Vicentinas en sus visitas periódicas a los barrios periféricos de la ciudad. Éstas integraban una sociedad de beneficencia conocida como Consejo General de la Sociedad de Conferencia de Señoras de San Vicente de Paul, formado por mujeres pertenecientes a la más alta sociedad, de gran poder económico, muchas de ellas esposas o parientes directos de quienes entonces gobernaban el país. Algunos ejemplos: María U. de Alvear, Inés D. Unzué, Rosa S.P. de Saavedra Lamas, Carmen O. de Zuberbüller, Julia Elena A. de Martínez de Hoz, Atalia S. de Fresco, entre otros ilustres apellidos…

En 1922, un grupo de señoras de la Comisión Auxiliar de Obras Vicentinas de Mar del Plata, presidida por la Sra. Elisa Alvear de Bosch, aprovechando una visita de Don Orione a nuestra ciudad, lo acompañan a recorrer el barrio del Puerto, y éste queda convencido de la urgente necesidad de concretar la creación de una escuela que contuviera a estos niños, y de una Iglesia que cubriera las necesidades religiosas y sacramentales de estas familias.

Es así  que los misioneros de la Congregación de Don Orione “La Pequeña Obra de la Divina Providencia” se harán cargo de la escuela de varones y de la iglesia, quedando las hermanas de la madre Michel a cargo de la escuela de mujeres.

De esta manera, surgen las dos primeras escuelas confesionales del Puerto: la Sagrada Familia, para los varones, inaugurada el 28 de febrero de 1927, y la Escuela Profesional de Niñas (a partir de 1954, Instituto Inmaculada Concepción) que comenzó a funcionar en un edificio alquilado el 1° de marzo de 1928.

La mayoría de los niños eran de familias muy humildes. En estas escuelas se les proveía de libros, útiles, medias, calzado y guardapolvo. También se servía un almuerzo consistente en pan y leche con mate cocido o café.

La presencia de estas escuelas en el barrio contribuyó a ir forjando la peculiar identidad del puerto, surgida de la mezcla de diversas culturas, dialectos y ritos populares, sobre los cuales se pretendió imponer una impronta de argentinidad, y el resultado fue una  identidad nueva, única en nuestra ciudad.

 

 

 *Profesora, docente de nivel medio, investigadora UNMdP