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17-10-2010

Toda una vida en el aire

Es díficil encontrar una mujer aviadora, mucho más si desarrolló la actividad durante la segunda mitad del siglo pasado. Una adelantada a su época, la francesa Charito Germanó eligió la ciudad para bajarse del avión.

Charito nació en Lyon (Francia) en 1937 con el nombre de Marie Rosie Jeanfreu. Su padre era aviador y "sirviendo en la Segunda Guerra Mundial, cuidando el cielo francés, los nazis lo mataron y cayó al mar. Cuando los nazis ocuparon Paris capturaron a mi madre y quedé solita a los 2 años", comienza el relato Charito, enfundada en un saco colorado que combina tanto con el esmalte de sus uñas como con el color de sus labios pintados, sentada en su silla de ruedas.

"Por efecto psicosomático -explica su actual condición- se me paralizaron las piernas, después de la muerte de mi segundo marido. Estaba duchándome, me caí y me fracturé. Estuve tres meses enyesada y me acobardé, pero Estelita me hace masajes y me va a hacer caminar".

Viuda por partida doble, Charito vive en su casa de Punta Mogotes, la misma que eligió con Julio, su segundo marido y también aviador, en 1996 cuando decidieron radicarse en Mar del Plata.

Esta mujer rubia, menuda, de 73 años, habla mientras enciende un cigarrillo, invita una bebida espirituosa porque "el `champucito´, como decimos en Fuerza Aérea, es un gusto mio", y sigue con su apasionante historia de vida.

Así fue que, en esa época de tempestades políticas y sociales, quedó al cuidado de las "religiosas, que trajeron a los huerfanitos ingleses y franceses por distintos países sudamericanos. A mí por suerte me tocó Argentina".

Y fue creciendo, "estudiando constantemente y con el pleno convencimiento que quería ser piloto", relata mientras recuerda que "eran monjas francesas, muy liberales. No sólo me dejaron hacer lo que quería, sino que me llevaron a aprender con el mejor maestro que había: Santiago Germanó", quien luego se convirtió en su primer marido.

A pesar de la diferencia de edad, se llevaban 37 años, con el paso del tiempo "nos fuimos enamorando, pero no fue a primera vista, tardó mucho. Podemos decir que fue un amor que fue surgiendo a medida que volabamos y mientras haciamos cosas nos fuimos enamorando".

"Todo lo que se de acrobacia aérea me lo enseñó él -afirma, fue el mejor acróbata aéreo del mundo. El maestro se enamora de la alumna y la alumna del maestro, pero había pasado un montón de tiempo, ocho años, y nos casamos".

Así, a los 23 años continuó su vida en el aire, volando, cumpliendo con su sueño. "Por eso no quise tener hijos -explica-, porque no quería dejar de volar. En ese entonces

recorrimos el pais y el mundo volando, con los concursos de acrobacia. A veces iba sola a competir".

Mejor

Aunque recorrió el mundo para zurcar cielos en su avión ("un Focker Bus, hecho en Córdoba", detalla) y competir en diversos concursos, dice que recuerda especialmente una excursión a Inglaterra.

"El de Coventry fue el mejor -asegura-. Llegué a Londres y los del hotel me decían que tenía que ir en tren, yo me preguntaba por qué, me quería tomar el coche. Entonces un guarda me viene a buscar y me lleva al primer vagón y cuando llegué a destino me estaba esperando una alfombra roja y la banda de la Reina".

Ella habla y se le acercan algunos de los animales con los que comparte su estancia en la casa: cuatro perros y dos gatos, además claro, de dos asistentes que la acompañan, la cuidan y la atienden.

Después de acariciar a una de sus gatas, vuelve al relato: "Pensé que me iban a tocar la Marsellesa pero ¡me tocaron la Marcha de San Lorenzo y me encantó! Porque yo representaba a la Argentina".

Así fue como aquel entonces ("No me preguntes el año, soy muy mala con las fechas", solicita) compitió y ganó, lo que la hizo acreedora de una invitación a tomar el té con la Reinas Isabel II en el Palacio de Buckingham.

Allí, esta francesa nacionalizada argentina tuvo la oportunidad de "compartir con la Reina un rato y conocer a sus hijos, que querían ser aviadores. Yo no tenía mucho ingles pero ellos, muy cultos, me hablaban en francés. Me llenaron de preguntas y nos entendimos divinamente".

Y la invitación a tomar el té, se extendió para "que cuando vaya a Inglaterra los visite, pero no volví más", se ríe Charito, mientras dice que no tiene palabras más que de agradecimiento para los ingleses.

Es que a esa competencia, ella había llegado "con el avión desarmado, un avión nacional, un Focker Bus hecho en Córdoba. Y lo armaron los ingleses divinamente, me lo entregaron para competir, un tesoro".

Recuerdos

Las paredes del living de su casa dan fe de aviones propios y ajenos (tiene un recuerdo del Tango 01 regalada por el ex presidente Carlos Menem), amores, premios y competencias, además de pergaminos que acreditan su peregrinar mundial por distintos torneos de acrobacia aérea.

Sobre las mismas, dice que "ganabas un vagón de plata, pero yo competía por el título, porque por suerte tenía lo mío y no dependía de eso".

Si bien nació en Francia, Charito se nacionalizó argentina porque "le debo mucho a este paìs", al que representó en cada una de las tantas competencias de las que participó.

Aunque de joven "veníamos a Mar del Plata siempre, me acuerdo que yo tenía un Volkswagen Escarabajo, y cada vez que lo estacionaba en la banquina del Puerto cuando ibamos a comer me lo halagaban", con su segundo marido decidieron instalarse definitivamente en "La Feliz" en 1996.

Así que una vez afincados, recibió el agasajo del Aeroclub local. "En el Club me hicieron una fiesta muy linda -recuerda-, un homenaje precioso. Decían que que se radicaba una figura mundial".

Sobre la acrobacia aérea explica que "volás constantemente, la acrobacia es divina. No sentí nunca nada de vértigo, disfrutas de cada minuto, no siento adrenalina con eso. No soy tan valiente como para volar con miedo, porque hay que ser valiente. Volar con miedo es horrible".

Asimismo sostiene que "volé hasta hace poco" y recalca que esa actividad es "lo que más me gusta, es mi pasión, mi vocación". Charito es la única mujer en el país que compitió a nivel mundial en acrobacia aérea, cosechando más de una centena de títulos. Toda "una recordwoman", tal como ella misma se define.

Con tantas horas de vuelo, las anécdotas se suman. "Una vez estaba en Brasil y tenía que conseguir mucha altura para poder cruzar los morros, pero en vez de eso decidí cortar por un golfo y abajo me esperaban los tiburones. ¡Estaba lleno!", relata.

"Yo no sabía que había tiburones ahí -añade-. Y empezó a fallar el avión, tenía agua la nafta y empezó a hacer ratatata. Yo rezaba y el avión arrancó y puede superar eso. Dejé a los tiburones con la boca abierta".

Si bien al llegar a tierra el susto había pasado, ella se había quedado muda y no podía explicar lo que había pasado. "Me quedé muda -rememora-, del cagazo no podía hablar. Pero atrás venía un médico, el doctor Basile, que contó lo que me pasó. Y así fue que los brasileros no me dejaron volver y me hicieron una fiesta a la noche para celebrar que estaba viva".

Charito, en 2009, fue declarada por la Municipalidad de General Pueyrredón "Ciudadan ilustre", título al que considera "un honor".

Al ser consultada sobre si es una mujer pasional o racional, piensa unos segundos y responde: "Las dos cosas. Para volar hay que ser racional, pensás, hay un plan de vuelo y hay que seguirlo. Pero con mis maridos fue muy pasional", y se ríe, con una gran carcajada.

CV

Marie Rosie Jeanfreu, más conocida como Charito Germanó.

Record woman de acrobacia aérea.

Tiene más de cien títulos en la actividad.

En 2009 fue declarada "Ciudadana Ilustre".