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23-10-2010

El centro perdió su última pelota

El cierre de "Mundial 78", un café que escribió su propia tradición en el centro, motivó esta evocación de Santiago Cocetta, quien también recuerda los últimos potreros de aquel sector y un grato encuentro en la costa con Lorenzo Borocotó.

Se bajó la última pelota en el barrio del centro. Digo que es la última, pues las anteriores dejaron de transitar hace unos 25 años. Fue cuando los terrenos dejaron de ser "potreros" para transformarse en "playas de estacionamiento".

Yo recuerdo dos de ellos: uno, en Santa Fe 2025, donde hoy está la playa de estacionamiento "San Diego", y el otro, que todavía es terreno baldío, en Bolívar 2355, y que en las dos últimas décadas se transformó precisamente en estacionamiento de autos durante los meses del verano marplatense, aunque el resto del año queda con rejas. A este último lo recuerdo nítidamente. Yo vivía en Santa Fe 2066, en un departamento del contrafrente cuya ventana daba sobre ese terreno baldío. ¡Cuántas veces, desde allí, al llegar el mediodía, mi esposa llamaba a nuestros hijos para que dejaran de "pelotear" porque ya era la hora de almorzar!

Recuerdo al equipo del barrio: mis dos hijos mayores, Claudio y Darío; los hermanos Guillén, hijos del gerente del Banco Nación; Daniel Mele, Marcelo -el arquero-, hijo de don Montero, encargado de portería del edificio sito en calle Santa Fe 2036; don Vicente Mele, dueño de la verdulería que funcionaba en un local de planta baja de ese edificio; y Toto, de la fiambrería de Santa Fe 2045, armaron el equipo y compraron las camisetas y elementos para jugar los partidos. Vienen a mi memoria, ahora, otros muchachos del equipo "Central Santa Fe": Mario Basas, el Colorado Daniel, Jorge Sánchez, Raúl Barraza Ricardo Balthar, Chico, el rubio Eduardo, Alejandro Aprea. ¡Todos dignos de integrar una nota del querido Borocotó, el de "Las apiladas" del Gráfico! Evoco precisamente en esta historia de "potreros" céntricos y pelotas a don Lorenzo Borocotó, figura mítica del periodismo deportivo, a quien tuve el gusto de conocer. (No recuerdo bien el año, pudo haber sido 1953,1954 o tal vez 1955; lo que sí recuerdo muy bien es el día -un 4 de noviembre- ya que yo cumplía años en mi trabajo. Llegó con su esposa a nuestra oficina inmobiliaria R. P. Peracca y Cía.- en un día hermoso de sol, a media mañana, para visitar alguna propiedad en alquiler por el verano. Yo lo acompañé en el recorrido. Manejaba su auto, creo que un Playmouth u Olsmovile, de color negro, y al cruzar por debajo del viejo Hotel Saint James, sobre Bvard. Marítimo, paró un instante para contemplar los "rayitos de sol" que bordeaban la ladera frente al mar con su color lila, y que los rayos solares tornaban más vivo aún. Le mencionó a su esposa que ese día cumplían años de casados, y que el lila de los "rayitos de sol" evocaba en él los colores de su viejo "Sacachispas", así como la ocasión en que la había conocido practicando remo en el club del Tigre. ¡Ese día en lugar de leer su "Apilada" del Gráfico tuve en exclusiva una charla en vivo! Qué linda recordación...

Quiero volver al tema de la "última pelota". Como comentaba más arriba, desde hace un par de décadas atrás se perdieron en el centro los "potreros", sus canchitas de fútbol, y por ende se perdieron las pelotas de goma "pulpo" y las de cuero número 5. Hasta la última pelota que quedaba en el barrio se ha bajado tiempo atrás: la del "Mundial 78", de Santa Fe y Moreno, nuestro querido café del barrio.

Para muchos el "felpudo", el lugar donde luego de salir del trabajo recalábamos para compartir entre amigos el café, o una copa de vino, y distendernos del trajinar del día, y luego llegar a casa sin la carga del trabajo y sus preocupaciones. He tenido el privilegio de conocer su trayectoria comercial desde el primer día de su inauguración: en la década del '70 con sus primeros propietarios, don Pedro Barbe Barroul y Manolo Díaz Orviz; luego se agrupó don Alvarez; más tarde don Carlos Garrido, dueño del no menos famoso "Caballito Blanco"; y con el transcurso del tiempo, sus últimos propietarios, don Manuel Parrondo y señora, quienes con añitos encima optaron por cerrar este hito de Mar del Plata.

Muchos marplatenses y turistas disfrutaron su visita a este café. Memorizo a Gabriela Sabatini, que con sus padres tenía una cita obligada al mismo; Juan Manuel Bordeu, Graciela Borges, don Manuel Veramendi, con su infaltable habano "Partagás", embarcado en charlas sobre Mar del Plata con sus viejos amigos; el notario Marcaida y don Marchisio. Cómo no evocar también al grupo de griegos encabezado por el vecino don Constantinopulos Dafinis, -para nosotros don "Costa"- y su cariñoso saludo matinal "Kalimera", a Carlitos Terrana y su mesa-escritorio personal, al grupo de los consecuentes bohemios: Miguel Basílico, Diego Sáez, Sergio Iturbe, Rubén Casale, Roberto Nucera, Enrique Moll, Adalberto Cortés entre otros. Imposible no recordar también a los diligentes mozos: "Romanito" y su hijo Martín, Víctor o la inefable Marlene. "Mundial 78" siempre nos pareció un club de barrio en el centro de Mar del Plata.

Los nuevos dueños, gente joven y con experiencia gastronómica, encabalgados en los tiempos modernos "aggiornaron" el local y dieron vida nuevamente a esa esquina.

Estoy convencido de que el "Café Mundial 78" tenía ángel y deseo que el duende que siempre lo acompañó en su larga trayectoria comercial haya hecho nido entre sus paredes para que no se pierda este trozo de historia de la ciudad.